La Navidad ya está aquí, con nosotros… ha llegado veloz… o al menos eso me parece a mí.
Esta época del año es odiada y amada a partes iguales. Porque ya sabes que los humanos nos vamos a los extremos, perdiendo así el equilibrio que es natural en nosotros.
Hoy quiero hablarte de esta época del año desde una perspectiva diferente, tomando como punto de partida los principios del budismo y de la atención plena.
Estoy convencida de que podemos vivir la Navidad desde el presente… vamos a ver cómo podemos hacerlo…
Respirando en el presente…
El final del año puede traer consigo profundas reflexiones que nos hagan sentir especialmente felices por haber logrado lo que nos habíamos propuesto, o pueden traer una profunda tristeza, enfado o frustración por lo vivido en esos 366 días (2020 ha sido bisiesto).
Estas emociones, en ocasiones tan intensas, nos alejan del presente y hacen que la mente tome un gran poder. Porque detrás de cada emoción, viene un pensamiento. Y el pensamiento da forma al diálogo que tienes contigo mismo. De modo que debes ser cuidadoso con lo que piensas porque de ello depende el concepto que tienes de ti mismo.
¿Y cómo podemos reducir la intensidad de la emoción para que no nos lleve a pensamientos negativos que nos conducen a hablarnos y trataros mal?
Muy fácil… ¡RESPIRA!
El objetivo no es dejar de sentir emociones, sino regularlas antes de que éstas sean muy intensas, se transformen en pensamientos y éstos se conviertan en el monstruo de la auto-crítica.
Y la mejor manera de regular tus emociones, es por medio de la respiración consciente que te trae al presente, que te une al cuerpo y libera tu mente. En esta web tienes muchos recursos para aprender a respirar conscientemente… Haz click sobre los botones que te dejo a continuación y descárgalos gratis
No pongas más excusas y comienza a regular tus emociones desde hoy mismo.
Aceptando los recuerdos y soltándolos…
La Navidad tiene la capacidad de traer a mí ciertos recuerdos… especialmente de aquellas personas que partieron de esta dimensión y ya no pueden estar junto a mí. Y eso en ocasiones me pone triste y melancólica. ¿A ti te ocurre igual?
Debes saber que es normal. Y te recomiendo que sientas tu tristeza, está ahí para ayudarte. Después de escuchar a la tristeza y llorar por esas ausencias, piensa en los muchos momentos compartidos, en las risas intercambiadas, en el amor que sentías en esos momentos en los que tus seres queridos estaban junto a ti.
Puede que no estén físicamente, pero cuando les recuerdas con todo el amor que hay en ti y con todo lo que compartisteis, tus seres amados vuelven a la vida y te acompañan también en estas fiestas.
De modo que acepta ese recuerdo, no luches, no lo rechaces. Intenta buscar aquellos recuerdos que ponen una sonrisa en tu boca y que te hacen sentir conectado con ellos aunque ya no estén físicamente. Y después de esto, simplemente suelta los recuerdos, suelta tu amor para que también les llegue a ellos… estén donde estén.
Disfrutando del amor…
En el siglo XXI, muchos podemos sentir que la Navidad se ha transformado en consumismo y nada más. En parte es así, pero creo que la Navidad también es un momento ideal para tomarnos un tiempo y para reducir el ritmo frenético al que vivimos.
Y cuando ralentizamos la manera en que vivimos, podemos pararnos, observar y sentir más profundamente. Por eso creo que la Navidad es un momento ideal para hacernos conscientes del amor que habita en nuestro interior y también del que existe a nuestro alrededor.
Aprovecha las fiestas para conectar con tu entorno… con tu pareja, con tus hijos, con tus padres y abuelos… pero sobre todo… conecta contigo mismo. Porque cuando estás en ti, regulas lo que sientes y desconectas de todo… la vida fluye… déjate arrullar por su flujo eterno… que lo puedes sentir en tu respiración y en el latido de tu corazón.
Disfruta del amor que vive en ti y de aquel que te rodea.
Limitando el consumismo…
El consumismo a veces sin control que podemos experimentar en esta época del año, nos puede agotar profundamente. Pero has de saber que no tenemos que seguirle el ritmo a la televisión, a las tiendas, a las aglomeraciones del supermercado.
Podemos limitar nuestro consumismo cuando vivimos en el presente. Porque cuando estamos en nosotros, anclados a nuestra respiración y cuerpo, sentimos una profunda paz y serenidad que nos indican que ya lo tenemos todo, que no necesitamos nada externo para estar bien, para ser felices.
De modo que cuando sientas que el consumismo llama a tu puerta, permite que entre, sonríele y en lugar de enredarte en esas necesidades que otros han creado para ti, entra en tu cuerpo, vuelve a tu respiración y siente cómo no necesitas nada porque ya lo tienes todo. Tal vez también te ayude meditar en torno a tus necesidades reales.
Dedicándonos tiempo y recordando en positivo…
En ocasiones las Navidades son agotadoras porque se junta tu actividad habitual con las fiestas, la organización de las cenas, pensar en el menú, cocinar, preparar la casa, montar una mesa de Navidad original y acoger en tu propia casa las celebraciones.
Es lógico que si una sola persona o un par de ellas, se ocupan de todos los preparativos, sientan que las Navidades son la peor época del año. A mí me ha ocurrido y debo decirte que terminaba Enero más agotada de lo que había comenzado. Eso en ocasiones me hace temblar interiormente cuando se aproxima la Navidad.
Y es que mi mente, comienza a bombardearme con todas las tareas que debo hacer, con el ajuste de mis responsabilidades para llegar a todo… y claro, estoy agotada antes de que llegue el día 24 de Diciembre.
Pero sé que todo eso está en mi mente… a quien le encanta anticipar cosas… especialmente negativas.
El caso es que cuando esos pensamientos llegan a mí, intento no enredarme en ellos. Respiro de manera consciente, vuelvo a mí y rescato de mi memoria recuerdos positivos de otros años… esos recuerdos tímidos que se ocultan cuando la fuerza de las anticipaciones alertan a todo mi cerebro y mi cuerpo.
Y cuando soy capaz de tomar cierta distancia y de volver a mí, me doy cuenta de que hay mucho que hacer, pero que también disfruto de cocinar con mi madre y de reunirme con mi familia. Y me acuerdo de que las Navidades son una razón más para descansar un poco… para tomarme un tiempo para mí.
Porque el invierno me recuerda que debo ir más dentro de mí… que debo refugiarme en mi corazón y en mi respiración para nutrirme profundamente y plantar aquellas semillas que deseo cosechar el resto del año.
De modo que transformo el agobio y la angustia, en amor hacia mí misma y los demás… Tú también puedes.
Las Navidades son un momento ideal para estar presentes en nosotros mismos y en nuestra vida