En este post quiero hablarte de dos conceptos que me parecen esenciales incorporar a nuestra vida: la aceptación y el cambio.
Son conceptos a los que en occidente no estamos demasiado acostumbrados, porque hemos aprendido a luchar cuando algo no gusta en lugar de aceptar que así son las cosas. Y porque también hemos aprendido a tenerle miedo al cambio, porque activa todas las alarmas en nosotros.
Desde las culturas orientales, nos indican que la aceptación es natural, al igual que el cambio. Y que adaptarnos a ambas, hará nuestra vida mucho más sencilla y serena.
Acompáñame en este viaje a través de la aceptación del cambio eterno que ocurre en la vida.
La aceptación
Nos cuesta aceptar las cosas como son. A veces sentimos una insatisfacción tan grande, que queremos cambiar aquello que nos angustia. Y cuando los cambios llegan de forma natural, también tendemos a resistirnos, a no aceptar la vida tal y como es.
Y así estamos en una lucha eterna donde no hay ganador, porque el cambio llega, nos guste o no.
Aceptar algo no quiere decir que nos guste, simplemente es tomar una actitud neutral en la que no juzgamos lo que estamos viviendo, sintiendo o pensando. Nos convertimos en observadores externos de lo que ocurre.
En ocasiones la aceptación nos llena de confusión porque no nos gusta lo que ocurre o lo que sentimos, en esos casos, acepta… acepta lo que sientes, lo que piensas, lo que estás viviendo y quédate con esas sensaciones.
Creo que la aceptación es un proceso que podríamos resumir en…
Observar + Percibir + Soltar
Observar: Para conocer realmente lo que nos cuesta aceptar, antes debemos tomarnos un tiempo para observar esa situación, emoción o pensamiento que rechazamos. Primero tenemos que conocerlo para después aceptarlo.
Percibir: Quédate con esa angustia, siéntela tal cual es. Siente también la alegría y la tristeza, quédate con cada emoción y sensación. Tenemos miedo de quedarnos con las emociones desagradables porque sentimos que entonces nunca nos abandonarán. Normalmente el proceso es el contrario… cuando nos quedamos en el dolor y sufrimiento y escuchamos sus mensajes, estas emociones se diluyen.
Soltar: Este paso es muy importante porque supone admitir que lo que sientes no te pertenece, creas un espacio entre tú y esa emoción, pensamiento, suceso o persona y ese espacio es justo el que necesitas para profundizar en ti mismo, mientras permites que el resto de cosas fluyan.
Ya sabes… la aceptación es un proceso que ahora puedes practicar.
El cambio
Como te comenté en este post, el cambio y transformación queda representado en la figura del dios hindú Shiva.
Comprender el mensaje que nos envía este dios, es clave para comprender que el cambio no es negativo, que de hecho, todo cambia constantemente, aunque no siempre seamos conscientes de ello.
Creo que tememos el cambio porque lo vivimos como el final de algo. Y los finales nos entristecen, nos hacen sentir perdidos, teniendo que afrontar nuevas situaciones que no conocemos.
Es cierto que el cambio supone afrontar algo nuevo o algo que se ha transformado respecto a lo que conocíamos antes, pero el cambio nos ayuda a aprender, a crecer y a avanzar. Por eso el cambio es algo necesario y por eso ocurre en nuestra vida.
La idea del cambio nos confronta con lo que en el budismo se llama, “impermanencia”. La impermanencia nos indica que todo cambia, todo se transforma. Y tenemos pruebas de ello en todo momento… en nuestra respiración a través de los ciclos de inspiración y espiración, en el latido de nuestro corazón, en las horas de luz y oscuridad a lo largo del día, en las estaciones, etc.
Es importante comprender que el cambio está dentro y fuera de nosotros. Porque de esta manera nos adaptamos de una manera más natural a ello, porque somos conscientes de que la impermanencia está en todas partes.
Pensando sobre este tema, se me ocurrió una fórmula sobre el cambio que nos ayuda a aceptarlo de una manera más sencilla. La fórmula es…
Cambio = Transformación + Interconexión
Transformación: En realidad, el cambio nos habla de una transformación, de algo que evoluciona porque no puede continuar en el estado en que se encontraba antes. La transformación nos habla de movimiento.
Tenemos miles de ejemplos de transformación: desde la nube que se convierte en agua, la rosa que se marchita y se convierte en abono para que crezca una nueva rosa, la ola que nace y muere en la orilla de la playa, hasta cambios internos cuando empezamos a poner límites y nos cuidamos.
Está bien transformarnos porque es signo de que estamos en nosotros, porque hay sentimientos y creencias que debemos modificar para adaptarnos a quienes somos ahora. Por eso el cambio interno es igual de importante que el cambio externo.
Incluso te diría, el cambio interno es aún más importante que el externo, porque cuando uno cambia… todo cambia. Por eso no temas transformarte en una nueva versión de ti mismo.
Interconexión: Los budistas nos indican que el cambio no nos angustia cuando podemos ver la interconexión que existe entre todas las cosas, porque el cambio no es más que una continuación de lo que había antes, solo que transformada.
Joan Halifax, dice que podemos conectar con el cambio y la interconexión en las situaciones límite, como: las etapas oscuras donde nada tiene sentido, las emociones intensas que toman el control de nuestra vida, en la angustia, la ansiedad y el sufrimiento.
De modo que incluso las etapas donde lo pasamos mal, son un trampolín para conocernos mejor y experimentar el cambio en toda su magnitud.
Aceptando el cambio
Aceptar el cambio es un reto.
Cuando algo nos gusta, queremos que dure por siempre, pero cuando algo nos angustia, deseamos que acabe cuanto antes. También sufrimos cuando queremos que nada cambie, incluidos nosotros mismos. La ley de la impermanencia está en funcionamiento más allá de nuestros deseos.
Cuando llegue algo inesperado a tu vida, siente cómo nace la sensación de rechazo… siéntela. Pero después, en lugar de quedarte atrapado en el rechazo, abre tu mente y corazón y conviértete en observador externo, no juzgues si lo que estás viviendo está bien o mal… simplemente observa, acepta.
Ten paciencia… aceptar el cambio requiere práctica