La ansiedad es una emoción que nos indica que debemos mantenernos atentos y alerta porque hay un peligro a nuestro alrededor. 

Esta emoción es puntual, su naturaleza es cambiante. Pero cuando la sentimos de manera cotidiana, se puede llegar a convertir en un estado vital, en la manera en que vivimos. 

Y cuando vivimos desde la ansiedad, todo es un peligro, debemos ser cautos y escondernos.

Creemos que nos escondemos de peligros externos, pero la realidad es que tratamos de escondernos de un peligro que sentimos dentro de nosotros. 

Lo cierto es que no podemos huir de nuestro malestar, de nuestra inquietud, de esa sensación de inseguridad y peligro que nacen de dentro. 

Solo podemos afrontar estas cosas para que no controlen nuestra vida. 

Porque la ansiedad adora el control, necesita vivir en un mundo estático y predecible. La ansiedad anhela vivir en un mundo que no existe. 

Mundo predecible Vs mundo aleatorio 

Un mundo predecible es aquel en el que podemos saber lo que va a ocurrir. 

Tiene sentido que a nuestro cerebro le encante el control, porque de ello depende su supervivencia. 

Cuando sentimos que tenemos el control de alguna situación, nos sentimos más seguros y capaces, porque el resultado dependerá de nosotros. 

Debes saber que esa sensación de control, es un espejismo. 

La vida y el mundo es aleatorio e impredecible. Todo cambia constantemente y ha de ser así. 

Si has sentido en alguna ocasión ansiedad o si aún la sientes, esta idea de vivir en un mundo aleatorio donde puede ocurrir cualquier cosa, es probable que eleve tu ansiedad. 

Pero imagina por un segundo que vivieras en un mundo totalmente predecible y controlable…

No ocurriría nada inesperado, un día sería exactamente igual que el anterior y el siguiente. Serías un autómata que sigue unas instrucciones que no comprende pero que guían su vida. 

Un mundo predecible y controlable, acaba por angustiarnos porque se lleva consigo la magia de la vida. 

Y ocurre un efecto paradójico con el control y la ansiedad…

La ansiedad nos empuja a controlarlo todo para reducir nuestro malestar. 

Pero cuando llevamos un tiempo controlándolo todo, la ansiedad crece. Y es que para ella, el control nunca es suficiente, siempre quiere un poco más. 

Y los mecanismos de control que usamos al principio, ya no funcionan y necesitamos más control para reducir nuestra ansiedad, aunque a medio plazo aumente este malestar y sufrimiento. 

Por eso creo que la única solución para liberarnos de la ansiedad, es admitir que vivimos en un mundo aleatorio y cambiante.

Vivimos en un mundo que no podemos controlar, vivimos en un mundo lleno de sorpresas que nos permiten crecer y evolucionar. 

La ansiedad consciente

Admitir lo que acabo de decirte, no es fácil.

Tal vez al leer estas palabras, sientas que una parte de ti se revuelve y dice que eso no es así, tal vez tu vocecita interna te diga que tú puedes controlarlo todo. 

Esa es la voz del ego, que se siente aterrada ante la posibilidad de que no pueda controlar nada. 

Está bien… escucha esa voz, permite que se exprese. 

Cuando admites que vives en un mundo aleatorio donde no puedes controlarlo todo, estás preparado para vivir la ansiedad de manera consciente. 

Y vivir la ansiedad de manera consciente, supone observar cómo es, como se expresa, qué signos da de su existencia. 

Vivir conscientemente tu ansiedad, es darte cuenta de que la propia ansiedad evoluciona y cambia. Y que los signos que sentías al principio, se han transformado. 

Cuando te das cuenta de esto, al fin comprendes que nada es estático, que todo cambia. 

Y por tanto, comprendes que no lo puedes controlar todo, liberándote de las cadenas que te habías auto-impuesto por desear vivir en un mundo sin sobresaltos. 

Cuando vives conscientemente tu ansiedad, comprendes que trae un mensaje claro para ti. 

Tal vez este mensaje varíe de persona a persona, pero en mi experiencia, la ansiedad nos deja un mensaje claro…

“Vuelve a ti… atiéndete, cuídate, sé tú mismo”

Y es que la ansiedad quiere que seas 100% tú, quiere que dejes a un lado los personajes que has usado para socializar y esconderte. 

La ansiedad anhela que seas genuino, que te quieras y que seas quien eres.

Lo sé… la ansiedad intenta decirte esto de una manera extraña. 

Pero quien se ha liberado de la ansiedad, sabe que es cierto. 

De modo que no huyas de la propia ansiedad, mejor escúchala, siéntela, dale espacio en ti para que se pueda ir cuando ya no la necesites. 

Y mientras tanto, sigue invirtiendo en ti, conociéndote, queriéndote y cuidándote. Ese es el mejor regalo. 

Recuerda… vives en un mundo aleatorio… y es un gran regalo.