Vivimos tiempos complejos… son tiempos en los que la mente pensante es la reina, tiempos en los que nos vinculamos al cuerpo solo para que sea estético y nos desvinculamos de él cuando empezamos a sentir demasiadas emociones a flor de piel.
Son tiempos en los que sentimos que nuestras emociones son molestas y por eso nos refugiamos en los pensamientos. Pero los pensamientos también se convierten en un problema, especialmente cuando nos quedamos atrapados en ese ovillo pensante que parece tener vida propia.
Vivimos un tiempo en el que el ser humano moderno, el mismo que crea la tecnología y la inteligencia artificial, se ha desvinculado tanto de sí mismo, que tan solo anhela llevar la mente a algo que no hubiera existido de manera natural, sin la intervención de la mente y el cuerpo humanos.
Este desplazamiento de la mente humana a la tecnología puede tener sus ventajas, pero si no tenemos cuidado, esa inteligencia que ahora llamamos artificial, dejará de serlo en algún momento y la barrera entre lo “real” y lo “artificial”, dejará de existir aún más claramente ahora.
Son muchas las personas que sueñan con un mundo donde no sintamos nada. Yo temo el día en que eso pueda llegar a ocurrir, porque en ese momento, seremos humanos a medias porque habremos perdido nuestra esencia.
La mente bloqueada
La mente tiene una sola función: pensar.
Ese pensamiento natural de la mente, consiste en el movimiento, en cambiar el foco de atención y en crear pensamientos variados.
El problema es que la atención es algo que controlamos nosotros, aunque no lo parezca. Tal vez sientas que la atención es libre y hace contigo lo que quiere. La realidad es que tú decides hacia dónde llevas tu atención.
Cuando nos quedamos fijados mucho tiempo en un pensamiento o bucle de pensamientos, nuestra energía cambia. La medicina tradicional china, indica que cuando nos quedamos atrapados en un pensamiento, nuestra energía mental se bloquea. Y esa ausencia de movimiento es la que nos genera malestar.
Lo natural es el movimiento… tanto en la naturaleza como en la energía que habita en nuestro interior. En siglo XXI parece que solo sabemos movernos en los extremos… la multitarea o las rumiaciones.
Ambos extremos son artificiales para nuestra mente. El equilibrio y la salud se encuentran siempre en el centro.
Si te quedas atrapado un tiempo en un bucle de pensamientos, no pasa nada, pero si es algo habitual, entonces tu energía se estancará y sentirás malestar, contracción física y tendrás la sensación de que necesitas huir.
La liberación absoluta de los pensamientos, es un objetivo imposible de alcanzar, porque si eso ocurre, la mente dejará de ser mente.
Aceptar que la mente pensante ha nacido para pensar, es el primer paso para reconciliarnos con nuestro mundo racional. El siguiente paso está en saber que debemos mover nuestra atención para que no se quede fija en un solo punto.
Cuando la mente se bloquea, debemos hacer un esfuerzo por desbloquearla, puedes intentar…
- Mover el cuerpo para hacer fluir tu energía y sentir el cuerpo que habitas.
- Distraerte: escuchar música, caminar, escribir, dibujar…
- Evita hacer cosas que te infrinjan más dolor: No leas ese mensaje que te duele, no te obsesiones con buscar soluciones, deja de darle vueltas a lo mismo… desde ese estado no encontrarás una salida.
- Acudir a la naturaleza: Permite que tu mirada se pierda en el horizonte, así obligas a tu cerebro a tomar distancia y perspectiva, conéctate con los sonidos y colores de la naturaleza y re-conecta con tu verdadera naturaleza interior.
Espectadores de la mente
El título de este post es “mente sin pensador”, si nos vamos a su significado objetivo, eso es imposible. Lo que sí es posible, es convertirnos en espectadores de la mente.
En el budismo se habla mucho de convertirnos en espectadores de la mente, de la vida, de las emociones, de las sensaciones e incluso del cuerpo. Su concepto es el de “Conciencia testigo”, una práctica que nos ayuda a separarnos de la mente para acceder a nuestro yo esencial. Te invito a leer más de este tema, en un post que escribí en 2022. Léelo haciendo click aquí
No se trata tanto de anular todo pensamiento, sino de aprender a separarnos de ellos cuando son demasiado intensos o nos provocan ovillos de pensamientos que solo nos afligen. A veces, lo realmente complicado, es hacernos conscientes de que estamos atrapados en un pensamiento o en bucle de pensamientos.
Por eso, si deseamos ser espectadores de nuestra mente, debemos comenzar poco a poco y la toma de consciencia es el primer paso.
Esta toma de consciencia, la logramos cuando somos capaces de observarnos. Y para observarme, debo parar. Es tan “sencillo” como sentarme a solas 10 minutos, cerrar mis ojos y observar mi respiración. Sé que es un reto, pero con estas pausas diarias, te empezarás a hacer consciente de cómo funciona tu mente y cuál es su contenido.
No es necesario que hagas nada con todo eso que estás sintiendo y observando, deja que los pensamientos fluyan, permite que tu mente piense… tú eres solo un espectador. Tal vez te puedes imaginar que estás en tu cine particular y todo lo que se proyecta en tu mente, es un haz de luces que el proyector de cine expande por la pantalla.
Es así como empiezas a ser espectador de tu mente. Sé que luego abrirás los ojos y las distracciones y responsabilidades diarias te volverán a absorber y tu mente volverá a enredarse en pensamientos… está bien, ve poco a poco.
Esos 10 minutos diarios practicados de manera cotidiana, harán tu mente más flexible y consciente y llegará un punto en el que incluso con los ojos abiertos, podrás ser solo el espectador de tu mente.
Ser espectador requiere algunas actitudes…
- Observación: Para observar tenemos que pararnos, no ocuparnos de nada, sentarnos en silencio y acomodarnos en él.
- Curiosidad: La mente humana es profunda y a veces tenemos miedo de sus contenidos… es normal. Puedes liberarte del miedo si lo sustituyes por curiosidad. No se trata de ser mejor que otros, se trata de conocerte más y de no juzgarte.
- Paciencia: La práctica continuada de quedarnos a solas y en silencio con nosotros mismos a diario, requiere paciencia, porque no todos los días será fácil… pero todos los días valdrá la pena.
- Tiempo: Hoy en día sentimos que el tiempo es escaso, pero todos tenemos el mismo tiempo… 24 horas al día. Si te reservas 10 minutos diarios para entrar en tu silencio personal, estarás cuidándote y queriéndote el resto del día.
Tu objetivo no es dejar de tener pensamientos, tu objetivo es separarte del poder de absorción de los bucles de pensamientos. Y eso lo puede alcanzar convirtiéndote en espectador. Porque tú decides qué ilumina tu atención.
“Si nos ocupamos de todo, una mente en paz no tendrá donde vivir”
– Shen-Hui –