La mente humana me intriga por muchas razones, pero lo que más me sorprende es su capacidad para viajar en el tiempo.
Y es que a nuestra mente, le gusta vivir en tiempos que ya no existen, como el pasado. Pero también le gusta viajar hacia el futuro, anticipando lo que puede ocurrir. Estos viajes en el tiempo pueden ser positivos si nos conectan con recuerdos o con anhelos que nos hacen sentir bien, pero pueden ser un auto-castigo cuando nos exponemos al dolor y sufrimiento sin necesidad.
El tiempo es subjetivo. Esto lo hemos sentido todos… cuando hacemos algo que nos gusta, el tiempo vuela. Cuando hacemos algo que nos disgusta, el tiempo avanza lento. Presente, pasado, futuro… nos perdemos en estas líneas del tiempo que solo nos agobian.
Solemos dar poca importancia el presente, al ahora… los deseos nos angustian y terminamos por odiar nuestra vida del presente. Y ese sentimiento nos impide crear el futuro que anhelamos. Porque el futuro lo creamos hoy, con cada emoción, con cada pensamiento, con cada conducta y decisión.
Lo sé… es una gran responsabilidad, pero también es una gran oportunidad. Porque si lo que ocurre mañana depende de lo que siento, pienso y hago hoy, puedo crear mi futuro en el presente. Esta es la gran revolución de vivir en el presente.
El deseo es humano. Todos deseamos cosas o situaciones que aún no hemos experimentado o que queremos volver a experimentar. La trampa del deseo es que anhelo algo que aún no tengo o no siento. Y si no vamos con cuidado, el deseo nos puede consumir y frustrar mucho. Tal vez hoy no tienes lo que anhelas, pero recuerda que hoy creas las oportunidades para que eso suceda en el futuro… todo está en tus manos.
Desde que empecé a introducirme en la práctica de mindfulness o atención plena, han cambiado muchas cosas en mí. Ha cambiado mi mirada, han cambiado mis reacciones emocionales porque me observo más, ha cambiado mi manera de sentir la vida y también ha cambiado lo que es importante para mí, haciéndome más flexible.
Hoy quiero compartir contigo algunos de los descubrimientos y lecciones que he aprendido en mi viaje por el presente…
Apagando el piloto automático
Esta es una de las ventajas de vivir en el presente y de ir soltando el control de todo. Cuando apagamos el “piloto automático”, dejamos de hacer las cosas por inercia y empezamos a hacerlas de manera consciente, abandonando aquello que no nos ayuda.
Cuando apagamos el piloto automático, podemos experimentar cada momento como único, nos mantenemos presentes en cada instante de nuestra vida, ya esté llena de alegría o de sufrimiento. Y así empezamos a vivir de manera genuina, comenzamos a experimentar lo que es ser humano en toda su magnitud.
Apagar el piloto automático no es fácil porque nuestro cerebro ha creado redes neuronales especializadas en responder rápido a las situaciones que vivimos. Y nuestra mente tiende a repetir lo que hemos hecho antes. Por eso vivir en el presente, cambia nuestra mente y la configuración neuronal de nuestro cerebro, re-programándolo.
Esta lección y aprendizaje de vivir en el presente, suele aparecer poco a poco, tras llevar un tiempo re-enfocando nuestra atención al ahora, a la experiencia vivida, a las sensaciones y emociones sentidas. Sé paciente, todo llega a quien sabe esperar con una actitud positiva.
Decidir no actuar
Cuando sentimos una emoción intensa, todo en nuestro interior nos empuja a actuar, a discutir, a pelear. Cuando empezamos a vivir en el presente, podemos decidir no actuar. Y la clave está en que las emociones ya no nos secuestran y somos nosotros quienes decidimos.
Solemos pensar que una reacción motivada por las emociones, está bien porque eso quiere decir que escuchamos a nuestro corazón. Es importante comprobar si es nuestro corazón o nuestra mente llena de miedos la que nos impulsa en una respuesta rápida y poco meditada.
No podemos seguir a nuestro corazón cuando estamos demasiado emocionados o preocupados, porque en esos momentos, no escuchamos a nuestro corazón, solo estamos escuchando a nuestra mente. Si no tenemos la mente en calma, no podremos escuchar atentamente a nuestro corazón. La atención plena nos ayuda a frenar a nuestra mente, nos da un espacio de calma a través del cual contactar con nuestro corazón y al hacer esto, nos damos cuenta de que no tenemos prisa, no tenemos que decidir las cosas con rapidez, porque debemos estar seguros.
A veces decidir hacer las cosas como surjan, fluyendo con la vida y sus tiempos, es la mejor manera de avanzar. Esta “no acción” es muy saludable y nos ayuda a ser menos impulsivos y más equilibrados, nos hace responsables en lugar de culpables.
Abandonar todo juicio
La mente humana del siglo XXI, tiende a ser rígida, tiene muchos juicios acerca de lo que debería o no debería ser, lo que está bien o está mal. Nos hemos convertido en jueces de nosotros mismos y de los demás. Y eso nos impide ver las cosas en toda su magnitud.
Al juzgar, tratamos de hacer nuestro mundo más fácil, porque solo hay dos posibilidades. Pero la vida es tan compleja, que no solo existe el blanco y el negro, hay una escala de grises profunda y miles de colores.
Los sucesos son sucesos, nada más. Cuando juzgamos, entra en juego nuestro crítico interno, aquel que nos susurra lo que está bien y lo que está mal, en lo que somos buenos y en lo que no, siempre quiere vivir en la parte llena de bienestar de la vida, pero quiere ahorrarse los dolores.
Al vivir en el presente, cobijados en la atención plena, desarrollamos una actitud libre de juicios hacia lo que nuestra mente quiere o piensa. Nos convertimos en testigos, observadores de lo que ocurre a nuestro alrededor y en nuestro interior. No juzgar supone no forzar a otros a que piensen como nosotros o a que decidan lo que elegiríamos nosotros. No juzgar es respetar la libertad de cada cual para hacer, decir, sentir y pensar lo que desee.
Una mente sin juicios, se abre, experimenta, observa. Desarrolla tu “mente de principiante”, conviértete en el aprendiz que ya eres y vive tu vida desde el presente.
La vida es una danza, fluye con ella
La vida es movimiento, cambio. Cuando dejamos que la vida sea como es, nos damos cuenta de que el sufrimiento es efímero, al igual que la alegría. Por eso lo más importante es experimentar las cosas, sentirlas y dejarlas ir.
Cuando queremos controlar algo, cuando bloqueamos las emociones en lugar de sentirlas y dejar que fluyan, comenzamos a crear una vida artificial que nos angustia.
La vida es una danza eterna del cambio, unirnos a ello hace que disfrutemos cada instante de felicidad y atravesemos cada segundo de sufrimiento, Pero cuando estamos presentes en todo esto, permitimos que la vida siga su curso, sin dejar nada oculto, sin evitar nada.
Estás aprendiendo los primeros pasos para fluir con la vida, por eso te recomiendo…
- Observar tu mente y emociones.
- Quedarte con tus emociones y sacarlas de ti.
- Consolarte y hablarte con amabilidad.
- Empezar a ver la vida con tu mirada inocente, con tu mirada de niño o niña.
- Respira ahora, sé consciente de tu respiración y quédate aquí y ahora.
El presente esconde mil lecciones, empieza a vivir en el ahora y descúbrelas por ti mismo.
“Cada mañana nacemos de nuevo. Lo que hacemos hoy es lo que más importa”
– Buda –