El origen de quiénes somos, está ahí fuera… en la naturaleza. Provenimos de ella, nos ha ayudado a avanzar, a ser mejores, a convertirnos en el homo sapiens que somos.
Desde el siglo XX, estamos asistiendo a una revolución social, una en la que la electricidad es una realidad y la necesitamos para hacer cualquier cosa, cualquier trabajo. Vivimos en una etapa de la evolución humana, donde la tecnología es más rápida que el cerebro humano, una en la que creamos inteligencia artificial, tal vez porque ser humanos nos parece poco, tal vez porque la perfección ha tomado el control y anhelamos que todo sea rápido y sin errores.
Siento que la evolución humana y la tecnológica, se han separado hace tiempo y tomamos decisiones basadas en el avance, pero nos hemos olvidado de que el ser humano es único en su especie, que es capaz de crear mundos inexistentes y que su mayor tesoro es la creatividad, que nace de la emoción, no de la razón.
Siento que la tecnología nos está quitando humanidad. Por eso es tan importante volver a nuestros inicios, regresar al origen de todo: la Tierra, la naturaleza.
El cuerpo y la mente humanas, se han desarrollado ahí fuera, en los bosques, en los mares, respirando aire puro, escuchando el canto de los pájaros y sintiendo el calor del sol en la piel.
Estamos tan alejados de nuestros orígenes que autores como Richard Louv, hablan del “trastorno por déficit de naturaleza”. Con este concepto, se refiere a los efectos nocivos de vivir alejados de entornos naturales y cómo esto nos afecta a nivel emocional, mental y físico. Cuando pasamos mucho tiempo alejados de la naturaleza, comenzamos a experimentar estrés, ansiedad y depresión. También influye en la aparición de trastornos cardiovasculares o en la salud ocular, provocando miopía.
Todo esto nos envía un gran mensaje… debemos regresar a la naturaleza para ser más saludables física y mentalmente. La naturaleza tiene un poder sanador profundo.
El ancestral Shinrin-yoku
En Japón existe una tradición milenaria a la que llaman “Shinrin-yoku”. Esta palabra puede ser traducida al español como “baño forestal”.
Esta práctica no solo consiste en acudir a la naturaleza, caminar y conectar con ella, sino que tiene mucho que ver con nuestra actitud al caminar por entornos naturales. Para hacer una inmersión en el bosque o entorno natural que escojamos, debemos traer nuestra atención al presente, alternando el foco de atención entre el propio cuerpo y aquello que nos rodea.
Esta inmersión en la naturaleza yo la suelo hacer del siguiente modo… Camino consciente de mis pasos, reduzco el ritmo al que camino, me hago consciente de mi respiración y si la noto muy agitada, me obligo a ir más lenta. Porque esta práctica no es una carrera, es una experiencia de conexión.
Me gusta también tomar asiento bajo los árboles, perder mi mirada en sus ramas y hojas, observar la luz del sol que atraviesa las hojas, potenciando su color verde. Me gusta perder mi mirada en el horizonte y observar el juego de luces y sombras en el bosque, fundiéndome con los rayos transversales del sol que iluminan la tierra. También me pierdo en las flores y sus colores, me hago parte del diente de león y sus semillas, me asombro con la transformación de la naturaleza que se produce en el instante en que observo.
Respiro profundamente, inspirando el aire fresco, sintiendo la brisa natural de los árboles… un frescor que ni el mejor aire acondicionado puede imitar. Cierro mis ojos y conecto con lo que la naturaleza me muestra a través de la escucha… el crujido de las ramas al moverse, el canto de los pájaros, que se comunican unos con otros, el sonido lejano de un insecto que vuela libre, el calor del sol cuando toca mi piel, me conecto a mis pies, enraizándome.
Y en esos momentos mágicos, mi mente deja sus preocupaciones y solo respira al ritmo de mis pulmones. Eso es vivir en el presente, eso es cobijarme en la naturaleza, la madre primordial.
La práctica de “Shinrin-yoku” tiene muchos beneficios para nuestra salud…
- Reduce el estrés, ansiedad y depresión.
- Nuestro cerebro segrega más serotonina que nos relaja, equilibra y ayuda a dormir mejor.
- Fortalece nuestro sistema inmune porque los árboles segregan sustancias que nos refuerzan.
- Pensamos con mayor claridad, menos influidos por el estrés y la tensión.
- El dolor se reduce y nuestras heridas físicas se curan más rápido.
- Devuelve nuestra energía vital desgastada y nos rejuvenece.
Te invito a practicar el baño forestal para mejorar tu salud y regresar al ritmo natural de tu cuerpo.
El latido de la Tierra
Tal vez no los sepas, pero el planeta Tierra posee su propio latido… se llama “Resonancia Schumann”.
Nikola Tesla se refería a ella como “resonancia electromagnética” para hablar del campo electromagnético que existe en la atmósfera de la Tierra (concretamente en la ionosfera). El patrón rítmico de la resonancia Schumann es de 7,83 Hz -vibra 7,83 veces por segundo-.
Esta frecuencia tiene el mismo patrón rítmico de nuestro cerebro cuando funciona de manera óptima (ondas cerebrales alfa), por lo que hay teorías que indican que este campo electromagnético de la Tierra podría actuar como una mente global que influye en la conciencia de los seres humanos.
La resonancia Schumann ha estado presente durante toda la evolución de la tierra como planeta y rodea a todos los seres que vivimos en ella. En el caso de los humanos, nuestro cuerpo está sintonizado a esta frecuencia planetaria y se cree que su presencia es la que ha determinado las frecuencias y ondas a las que trabaja nuestro cerebro.
Investigaciones recientes han demostrado que nuestro corazón también se sincroniza con la resonancia Schumann y con otras ondas electromagnéticas que rodean a la tierra, lo que promueve la experiencia de coherencia cardiaca.
En las ciudades, la resonancia Schumann no llega a hacernos el efecto poderoso que tiene sobre el cuerpo y la mente porque hay demasiada contaminación de ondas (radio, wifi, 4G, 5G…). Por eso, para contactar más profundamente con el latido de la Tierra, te recomiendo…
- Acudir de manera habitual a espacios naturales, conectando con la tierra, los bosques y el cielo.
- Acude a lugares con mar. El oleaje del mar potenciar esta resonancia y sus efectos en nosotros.
- Escucha la resonancia Schumann. Hay muchas aplicaciones de móvil donde puedes escuchar esta resonancia de fondo.
Gaia
En los años 60, James Lovelock sugirió algo interesante… que la Tierra es un ser vivo. Las culturas ancestrales ya sabían esto, por eso llamaban a la Tierra: Gaia, Gea, Pachamama o simplemente Madre Tierra.
La teoría de que la Tierra (Gaia) es una entidad con vida propia, nos habla de equilibrio, homeostasis entre los seres vivos que vive en el planeta y el propio planeta. En la Tierra, todo está integrado, todo está en equilibrio de manera natural. La Tierra es un complejo sistema que se auto-regula cuando los humanos le dejamos.
En las últimas décadas, la actividad humana ha ido en contra del ritmo natural de Gaia y hoy estamos sufriendo las consecuencias con un clima cada vez más extremo. Hemos creado el desequilibrio en el planeta y Gaia trata de recuperar su equilibrio original, aunque para eso tenga que desplegar medidas extremas que impliquen la destrucción.
En el cosmos y en la naturaleza, la destrucción solo es un paso necesario para volver al equilibrio.
La Tierra es nuestro verdadero y único hogar, cuidarlo es nuestra responsabilidad.
“Tenemos que construir una sociedad más amable, más humana, más lenta y más conectada con el mundo natural”
– Hieke Freire –