Nuestro mundo interior es un misterio, un puzzle lleno de piezas que a veces no conocemos del todo.
Desde nuestra infancia, comenzamos a crear la persona en la que nos convertiremos. Y en ocasiones, vivimos en un entorno muy exigente.
Tal vez esa exigencia de nuestros padres o cuidadores sea directa y la expresen por medio de frases como: “Tienes que esforzarte más”.
O tal vez esa exigencia sea más sutil o no verbalizada por nuestro entorno, aunque nuestro niño o niña sintió que tenía que ser “un buen estudiante, responsable y no dar problemas a papá y mamá”.
En cualquiera de estos casos, nuestro yo autoexigente comienza a gestarse y se convierte en nuestra brújula vital.
Tal vez pienses que no eres auto-exigente… he de decirte que a mí me pasaba lo mismo, pero explorando las características de las personas auto-exigentes, me hice consciente de que me exijo mucho.
Estaba tan acostumbrada a exigirme cosas, que ya ni siquiera me daba cuenta porque había interiorizado esa voz crítica y creía que era la mía.
En este artículo quiero compartir contigo las cosas que he ido descubriendo acerca de la auto-exigencia.
Características de la Auto-exigencia
El crítico interno: Nuestra auto-exigencia nace de la voz crítica que todos tenemos. En las personas que se exigen mucho a sí mismas, esta voz les susurra cosas negativas, les dice que deben esforzarse más, que si algo no ha salido como querían, es por su culpa, por no haber sido más contantes, metódicos o perfectos.
Este crítico interno es capaz de culparte cuando ocurre algún error, incluso aunque no sea tuyo. Cualquier cosa que suceda y sea diferente a lo esperado, se convierte en un arma para tu crítico interno, haciéndote sentir mal.
A veces la voz de este crítico no la podemos identificar como algo diferente a nuestro pensamiento, por eso podrás captarlo en los bucles de pensamientos que te auto-inculpan de algo que no dependía de ti o cuando te pone en duda constantemente por lo que haces, dices o piensas.
Muchas veces el crítico interno no nos insulta, pero sí tiene una actitud de superioridad, como si él lo supiera todo y tú no supieras nada. Identificar a tu crítico interior es importante porque así podrás saber cuándo estás siendo demasiado exigente contigo mismo.
El Perfeccionismo: La auto-exigencia aparece unido al perfeccionismo. Nos han hecho creer que la perfección existe, cuando la realidad es que nada es perfecto porque todo siempre puede mejorar. Y esa característica me parece tan importante… porque de otro modo nos quedaríamos estáticos.
Imagina por un segundo, una vida en la que todos fuéramos perfectos, en donde no hubiera errores. Esta imagen me da un poco de miedo, la verdad. Porque en un mundo perfecto, ya no podríamos seguir avanzando, no podríamos cambiar nada. Creo que sería un mundo aburrido y terminaríamos igual de insatisfechos que lo estamos ahora con la imperfección, porque no habría posibilidad de crecer.
El perfeccionismo es un mito de la mente pensante. Nuestro ego ha creado el perfeccionismo para tener un mayor control sobre nosotros. Porque cuando nos sentimos presos del perfeccionismo, somos menos creativos, conectamos menos con nuestras emociones y nuestras reflexiones son menos profundas, lo que asegura la supervivencia del ego.
El perfeccionismo no existe, afortunadamente para todos. Mi reto es hacer cosas imperfectas y dejarlas así a propósito, aumentando mi tolerancia a la imperfección.
Altas Expectativas: La auto-exigencia se construye a través de plantearnos expectativas muy altas y en muchas ocasiones, irreales. Esperar demasiado de nosotros mismos, de la vida o de otros, nos lleva a sufrir, enfadarnos y desconectarnos de quienes somos.
Podemos tener unas expectativas muy elevadas e irreales de lo que queremos alcanzar, de quiénes queremos ser por dentro y por fuera, de las metas que nos proponemos. Las expectativas altas viven en el reino de la fantasía. Por eso debemos bajar a la tierra, enraizarnos en ella y crear metas que sean alcanzables y si las dividimos en sub-metas, será más fácil seguir motivados para alcanzarlas.
Nunca es suficiente: Este es el lema de cualquier persona perfeccionista. Porque nunca nada ni nadie es suficiente. Y es que la auto-exigencia nos introduce en una noria que nos hace girar y nos hace perder de vista nuestro norte. Y de tanto girar, terminamos mareados y desorientados.
La insatisfacción se lleva consigo nuestra motivación, alegría y bienestar. Nos empuja a una búsqueda eterna que no tiene sentido porque no sabemos lo que buscamos, tan solo queremos llegar a sentirnos conectados, calmados, satisfechos y felices. Y para alcanzar todo esto, debemos abandonar toda expectativa, toda exigencia y todo perfeccionismo, aceptándonos tal y como somos.
Poca exigencia fuera: Una de las cosas que he descubierto en mi travesía interior, es que mi auto-exigencia no es muy alta hacia fuera. Soy comprensiva con las equivocaciones ajenas, soy amable cuando alguien se auto-culpa demasiado y se exige más de lo humanamente posible.
Mucha exigencia dentro: Sin embargo en mi caso, exijo poco fuera de mí pero soy muy exigente conmigo misma. Me auto-impongo unas expectativas elevadas que nadie puede alcanzar. En los últimos años he ido transformando mi voz crítica, pero a veces aún siento que en muchas situaciones, podría haber hecho las cosas de otra manera, podría haber dicho mejores palabras o debería haberme sentido de tal o cual manera. Para mí, estas son señales de mi auto-exigencia en acción.
Reduciendo la Auto-exigencia
Tomando consciencia: El primer paso y el habitual, es tomar consciencia de nuestra auto-exigencia. Con lo que he compartido en este artículo, ya sabes dónde mirar para saber si eres auto-exigente. En mi caso, la toma de conciencia es un proceso cíclico, siento que debo tener activado mi “radar de la crítica” para identificar cuándo me estoy presionando demasiado. Y cuando lo identifico, respiro, comprendo que actuó como lo hago por quién soy y voy soltando poco a poco toda expectativa.
La belleza de la imperfección: Creo que la imperfección es un gran regalo porque nos permite seguir mejorando, creciendo y evolucionando. La imperfección es profundamente bella porque nos confronta con partes de nosotros mismos que son perfectas en su imperfección. Ver la belleza en lo que no es perfecto, es comprender el verdadero significado de la vida.
El loto y el lodo: La bella flor de loto, nace del lodo. Podríamos decir que no es una flor perfecta porque nace de algo turbio, oscuro y espeso. Y sin embargo, ese lodo es el que hace tan bello al loto. Tú eres igual… eres un bello loto que nace y crece de la adversidad y la imperfección. Acéptate tal y como eres, sigue aprendiendo, creciendo y expande tus pétalos y bello aroma… el mundo lo necesita.
Eres suficiente