El gran super-poder de los seres humanos, es la atención. Al reflexionar sobre este tema, me he hecho consciente de los efectos y resonancias de la atención, que viaja más allá de nosotros para crear una onda energética que nos rodea y que impacta en otras personas.
La imagen que acompaña a este post, nos habla de esto… de los efectos de la atención más allá de nosotros mismos. También nos recuerda que somos emisores de energía y que la energía que compartimos más allá de nuestra piel, tiene todo que ver con el lugar al que dirigimos nuestra atención.
La atención tiene efectos profundos en nosotros…
- Decide el mundo en el que vivimos.
- Crea la realidad que experimentamos.
- Determina lo que pensamos y sentimos.
- Hace crecer nuestro sufrimiento o nuestra paz.
- Aumenta los dolores físicos o los alivia.
- Nos hace sentir contraídos o expandidos.
Teniendo todo esto en cuenta, la atención se convierte en nuestro faro particular. La atención, cual faro, debe ser flexible, ha de moverse e iluminar todo cuanto nos rodea.
El problema es que el faro de nuestra atención se estropea a veces y se queda estático en un solo punto (los pensamientos negativos, el trabajo, los problemas de pareja, la escasez de dinero, la incapacidad de alcanzar nuestros sueños, los “fracasos”…).
Y cuando esto sucede, toda nuestra realidad es ese problema, esa angustia que nos atenaza, ese pensamiento negativo que se repite sin parar, viviendo en el pasado, donde ya nada podemos cambiar o viajando al futuro, sin ser conscientes de que lo creamos hoy, ahora.
Cuando nuestro faro de la atención se queda estático, atrapado en los problemas, el resto de nuestra vida queda a oscuras, olvidando todo lo que funciona y va bien. Por eso es tan importante ser consciente de dónde está mi atención y poner en funcionamiento de nuevo mi faro de la atención, porque solo así comprenderé que la vida es una mezcla de luz y oscuridad, pero que la luz que hay en mi interior, es capaz de alumbrar hasta el rincón más oscuro.
Para que nuestro faro de la conciencia siga activa y moviéndose, debemos atender a nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros pensamientos, las sensaciones que llegan a nosotros a través de los sentidos, ya que de éstas podremos hacernos un mapa del mundo en que vivimos, aunque haya elementos que no podamos captar.
La atención focalizada se está convirtiendo en un elemento en extinción. Cada vez más nos cuesta focalizar nuestra atención en una sola cosa. Parece que la vida ha tomado el control de nuestra mente y no podemos hacer nada. Parece que son nuestros dispositivos móviles los que deciden qué es importante y qué no.
Por eso, en el siglo XXI, es más importante que nunca ser rebeldes y revolucionarios, decidiendo cada uno de nosotros hacia dónde dirigimos nuestro gran poder… la atención.
Atención plena y consciente
Y así, de manera casi mágica, la atención plena ha llegado a nuestras vidas.
Fomentada por el budismo, la atención plena nos habla de ser mi propia guía de la atención, de decidir de manera consciente, que mi atención se quede en el presente. Y en los movimientos de cada día, decidir conscientemente regresar a mi esencia, a mi observador, al presente.
¿Es costoso?… por supuesto. Todo lo que requiera un esfuerzo consciente para re-dirigir mi atención, me llevará tiempo, especialmente al principio. Pero la neuroplasticidad del cerebro humano es tan potente, que llega un punto en que no nos quedaremos atrapados en los pensamientos, en el pasado o en el futuro. Seremos seres conscientes que decidimos.
Creo que la única vía que tenemos los humanos para vivir nuestra vida desde la paz y serenidad, es aprender dirigir nuestra atención al presente, al cuerpo. Porque el cuerpo siempre vive en el presente… el latido del corazón, la respiración, siempre están aquí y ahora.
La atención plena nos ayuda a no anticipar, a regular nuestras emociones, a identificar el deseo antes de buscar su satisfacción, también nos permite escuchar y hablar de manera consciente y atenta, nos ayuda a decidir cómo nos comportamos y lo que hacemos… pero sobre todo… nos ayuda a conocernos profundamente y cuando buceamos en nuestras profundidades (con sus luces y sombras), somos capaces de renacer, de despertar a aquello que estaba oculto.
La meditación
Esta es la gran herramienta, aquella que nos permite poner de nuevo en movimiento a nuestra atención.
Solemos pensar que será algo fácil, pero cuando empezamos a meditar, nos damos cuenta del poder de la mente, que nos lleva hacia donde quiere. A lo largo de los años, meditando, estudiando y leyendo, me he hecho consciente de algo…
No hay meditaciones buenas o malas… simplemente existe la meditación
Tendemos a pensar que una “meditación buena” es aquella en la que nuestra mente está en calma y apenas nos aleja del ahora, de nuestro cuerpo y respiración. La “meditación mala” es aquella en la que nos enredamos en pensamientos, rumiaciones, bucles, donde viajamos al pasado y al futuro o donde comenzamos a hacer repaso de lo que nos queda por hacer en el día.
La realidad es que la meditación es positiva en ambos casos, porque en ambos, nos hacemos conscientes del contenido de nuestra mente. Y aunque requiera mucho esfuerzo tener que salir de la mente pensante para conectar de nuevo con la respiración y el cuerpo, es en esos momentos donde ponemos en funcionamiento nuestro faro de la atención.
Por eso siempre digo que la meditación es, en realidad, un entrenamiento en atención. Y así le recordamos a nuestro cerebro, que es flexible, que no tiene por qué quedarse estático en un punto del pensamiento.
Con la práctica continuada, salir del pensamiento se hace algo más fácil porque hemos hecho una re-estructuración neuronal, desactivando el centro de las rumiaciones (la red neuronal por defecto).
El poder de tu atención es infinito. Decide tú hacia dónde lo diriges y reclama tu lugar en el cosmos como un observador neutral, conectando con tu conciencia testigo… donde te separas de aquello que no eres en esencia.
La meditación es el medio para reparar tu atención, la meditación es el camino para conocerte más.
El poder de la atención reverbera en cada neurona, en cada célula de tu cuerpo y más allá… en el cosmos al completo.
“Sea usted el dueño de su atención. Recuerde que donde vaya su atención irán sus emociones y su energía. Donde ponga su atención se hará siempre más real para usted”
– Mario Alonso Puig –