Vivimos en un mundo crítico, lleno de juicios. Precisamente el origen de todo nuestro malestar, está en la mente parcial, aquella que divide las cosas en “buenas” o “malas”.
Las grandes tradiciones espirituales, nos hablan de la mente neutral, de abandonar todo juicio y crítica de quienes somos, de quienes son los demás e incluso de la realidad misma, porque su naturaleza es neutral, ausente de dualidades.
Siempre que reflexiono en torno a este tema, una profunda serenidad se cuela entre mi neuronas pensantes y comienzo a sentirme más ligera, empiezo a sentir que todo está bien… no hay nada que hacer, nada que cambiar… tan solo descansar en mi respiración.
Los pensamientos son para la mente, como los latidos son para el corazón. Esto quiere decir, que lo natural es que nuestra mente cree pensamientos, es para lo que ha sido creada. Pero yo no tengo que apegar mi identidad a esos pensamientos.
Como ser humano consciente, tengo la posibilidad de decidir. Puedo decidir hacia dónde dirijo mi atención, y por tanto, decido cuál es mi realidad.
Siento que mi identidad está más allá de mis pensamientos y emociones. Mi verdadera identidad es la conciencia infinita que no puede morir porque nunca ha nacido, es eterna.
Mi conciencia, temporalmente, está encapsulada en este cuerpo, en esta mente humana. Pero este es solo su hogar temporal. Por eso no debo identificarme con lo que siento y pienso, porque son solo señales de que tengo una mente humana que está en funcionamiento.
Una mente sin juicios
La mente humana, en su afán por optimizar su energía y recursos, trata de simplificar las cosas y lo hace a través de la creación de categorías basado en lo que pensamos que es “bueno o malo”. Si bien esto nos ayuda a procesar más información, tiene la desventaja de que nos perdemos información importante.
En torno a este tema, cuando empecé a introducirme en la filosofía de mindfulness, descubrí un concepto que no conocía… Ecuanimidad. Olendzki la definecomo la capacidad de estar presentes en el placer sin apego y en el sufrimiento sin resistencias. Supone aceptar cualquier estado emocional propio y ajeno. La ecuanimidad nos ayuda a aceptar cualquier suceso, emoción o pensamiento.
En sánscrito, existe una palabra para describir la ecuanimidad, “Upeksa”. Significa “mirar por encima de…”, buscar una perspectiva más amplia y objetiva para ver la realidad, llegando a ver las situaciones en su conjunto.
La ecuanimidad se desarrolla en torno al concepto budista “Dzogchen”, una enseñanza que indica que la naturaleza de las cosas es no dual, pues la naturaleza de todas las cosas está libre de limitaciones. Este concepto me recuerda un poco al yin-yang, pues este símbolo nos indica que no hay nada cien por cien malo ni nada cien por cien bueno, la luz y la oscuridad surgen a la vez, alimentándose una a la otra.
Otro gran maestro budista, Thich Nhat Hanh, indica que la ecuanimidad es nuestra capacidad de incluir diferentes perspectivas para tener una visión general, pero sin tomar partido por ninguna de esas opciones o perspectivas.
Somos ecuánimes cuando nos mantenemos imparcialesfrente a la alegría y frente a la tristeza, cuando mantenemos la calma ante la profunda pena y ante la alegría, lo que nos ayuda a evitar decisiones precipitadas basadas en emociones pasajeras.
En ocasiones, nos resulta más sencillo comprender qué es la ecuanimidad, al explorar lo que no es una actitud ecuánime. Yo me he dado cuenta de que no soy ecuánime cuando me aferro a la alegría y quiero que dure por siempre y también cuando rechazo la tristeza o el sufrimiento y deseo que desaparezca pronto. Cuando ocurre esto, cuando anhelo prolongar el placer y rechazo el dolor, es más probable que tome decisiones impulsivas para mantener a toda costa esa alegría y para evitar el sufrimiento. Por eso que creo que la ecuanimidad es un componente fundamental para vivir conscientemente.
Joan Halifax nos indica que la ecuanimidad es un estado del ser. Es un estado en el que acogemos a todos los seres en nuestro corazón. La ecuanimidad surge de una mente estable, una que se ha liberado del odio, del apego y la confusión.
Construyendo tu ecuanimidad
Los beneficios de la ecuanimidad son muchos, pero desde una perspectiva psicológica, creo que su mayor ventaja es que nos ayuda a elevar nuestra tolerancia a las sensaciones desagradables que provocan las emociones intensas.
La ecuanimidad es una semilla que nos aporta calma, serenidad y nos permite fluir con la vida y su movimiento constante. Cuando aprendemos a fluir, nos hacemos conscientes de aquellos momentos en los que juzgamos, nos oponemos a algo o alguien, haciéndonos conscientes de la ausencia de la ecuanimidad.
Si deseas desarrollar tu ecuanimidad y tener una mente neutral, te aconsejo…
- Observar. Conecta con tu curiosidad y decide conscientemente detenerte para sentir lo que estás sintiendo, para experimentar lo que estás experimentando. Este detenernos un momento para observar nuestros estados internos, es muy útil para no dejarnos llevar por los patrones de nuestra mente, para evitar que el ego tome todo el control de nuestra vida. Cuando observamos, nos hacemos más flexibles.
- Ester presentes: La ecuanimidad también es una muestra de que estamos en el presente, aquí y ahora, centrados en lo que ocurre a nuestro alrededor y en nuestra mente, pero sin llegar a implicarnos en ello, tan solo aceptando lo que venga. Esta es la base de la sabiduría.
- Ausencia de juicios: Supone abandonar la idea de que este pensamiento o emoción es “buena” y aquella es “mala”, en realidad solo existen emociones, pensamientos y situaciones que nos hacen sentir sensaciones agradables o desagradables. Nuestra mente ve el mundo a través de las gafas de la dualidad, pero la realidad profunda es no dual. Las cosas simplemente existen y son, el problema está en que insistimos en ponerle una etiqueta que nos hace más fácil la vida, pero que no es real.
- Aceptación: Cuando dejamos de juzgar, aceptamos las cosas y a las personas tal y como son. En ocasiones la aceptación nos llena de confusión porque no nos gusta lo que ocurre o lo que sentimos, en esos casos, acepta… acepta lo que sientes, lo que piensas, lo que estás viviendo y no trates de transformarlo y convertirlo en algo diferente de lo que es ahora. Observa, percibe y suelta.
- Equilibrio emocional: Solemos pensar que el equilibrio emocional es vivir siempre en una línea plana. La realidad es que cuando estamos equilibrados emocionalmente, sentimos altibajos, pero dichos cambios emocionales son menos intensos, menos duraderos y podemos hacer cosas para regularnos y volver a nuestro centro. Cuando estamos equilibrados, aceptamos por igual las subidas y las bajadas en nuestra vida. Somos conscientes de que ese es el baile de la vida, la danza que nos muestra los opuestos.
Ten paciencia contigo mismo, sé amable y date tiempo. Abandonar la mente dual y llena de juicios es un proceso. Al principio reaccionarás como siempre, pero poco a poco te darás cuenta de que el juicio y la crítica llegan, y eres tú quien decides no aferrarte a ellos.
“La ecuanimidad significa no trazar líneas, no tomar partido, no discriminar, no rechazar. El verdadero amor debe ser así: una ausencia de discriminación basada en el color de la piel, la raza o la religión, no excluir a nadie. Este es el amor más alto, es el amor de Buda. Con la ecuanimidad, nuestro amor se convierte en un verdadero amor ilimitado”
– Thich Nhat Hanh –