El otoño… mi estación favorita.
Un tiempo en que todo toma otro ritmo.
El sol se oculta antes, la noche dura un poco más.
Los árboles transforman el verde en naranja, rojo y marrón.
La naturaleza al completo habla de vivir a un ritmo más pausado.
El mismo ritmo pausado al que la salvia se abre paso a través del tronco y las ramas de los árboles.
Siempre que llega el otoño, siento la necesidad de ir hacia dentro, de refugiarme en mí, de tomar una manta y sentirme arropada.
Para mí, el otoño es la estación en que más consciente de mí misma soy. Y eso me gusta, porque adoro visitar mi universo particular y ver lo que hay dentro.
Tú también puedes vivir esta estación de manera consciente. Yo te enseño… te acompaño.
Siendo conscientes
Para mí, el otoño es una oportunidad para hacer revisión de mi vida y de mí misma.
Al abandonar el exceso de movimiento del verano, me siento cómoda en la calma del otoño. Y puedo explorar cosas de mí misma que no puedo ver en otras estaciones…
Encontrando mi refugio interno: Hace unos años hallé un refugio en mi interior que me ayuda a lidiar con la vida. Puedo acceder a este refugio a través de mi respiración, porque mi cuerpo es el custodio de toda la sabiduría oculta que hay en mí.
La naturaleza, en esta etapa del año, es más silenciosa. Los pájaros cantan menos, los insectos han terminado su ciclo vital y el lento caer de las hojas de los árboles, me transporta a un mundo donde todo es más lento… como mi interior.
Los colores del otoño me atrapan y me llenan de melancolía. Pero es una melancolía que me ayuda a profundizar, me ayuda a conectar mi mundo interno con el mundo externo. Por eso me siento tan cómoda en el otoño, porque siento que puedo ser yo misma, porque puedo ir lenta y en silencio sin parecer extraña.
Reparándome profundamente: Me he dado cuenta de que el otoño es el inicio de una profunda reparación. Porque la vida me daña a veces, porque el ritmo frenético del día a día, me hiere. El otoño me invita a rodear mis hombros con una suave manta, me invita a observar que lo que hay fuera de mí, es un reflejo de lo que hay dentro de mí.
Y es que la reparación interna solo puede ocurrir en silencio, como la semilla que crece… que primero ha de estar enterrada, a oscuras y nutriéndose de la tierra y del agua de lluvia. Yo soy igual que esa semilla. Me siento cómoda con la oscuridad porque sé que llegará la luz, pero cuando sea su momento.
La vida me hiere y debo repararme, debo sanarme. Y yo soy mi refugio, la calma es mi acompañante.
Descubriendo la magia del silencio: El silencio es mágico. A veces es un silencio ausente de sonidos y otras veces es un silencio con sonidos sutiles.
En otoño, los sonidos de la naturaleza cambian profundamente. La explosión de vida del verano, da paso a la cautela del otoño. Donde el bosque está rodeado de silencio excepto por el suave sonido de las hojas que caen, de las piñas que encuentran un nuevo hogar en el suelo de tierra.
Y estos sonidos nos ayudan a frenarnos, a caminar más lentos, rodeados de la magia de la naturaleza.
La reparación, sanación y el crecimiento interno, ocurren en silencio. Por eso el otoño es la estación propicia para ir dentro de nosotros y sanarnos profundamente.
Observando el cambio y uniéndome a él: En el otoño todo se ralentiza, pero eso no quiere decir que nada cambie. Al contrario, el otoño nos muestra la naturaleza de todas las cosas y fenómenos… que nacen, crecen y se desvanecen.
Y este cambio constante, nos ayuda a comprender que todo está conectado. Eso me produce serenidad porque me permite comprender las profundas conexiones que tengo con la naturaleza, con otros seres humanos y con el cosmos al completo.
El otoño me habla de momentos de transición. Me habla de la vida y de la muerte, me habla de espiritualidad e introspección. El otoño me ayuda a darle significado a la vida.
Samhain y el contacto con el más allá
Me encanta la cultura celta.
Es misteriosa porque los grandes sabios de aquella cultura, los druidas, no dejaron por escrito su conocimiento.
Aunque se sabe que vivían en contacto con la naturaleza, en los bosques de sus mágicas tierras.
Por todo el mundo hay reminiscencias de aquella cultura ancestral, incluso aquí, en España. Podemos ir a Galicia y Asturias y entrar en contacto con ese mundo antiguo.
En pleno otoño, hay una fiesta importante para el mundo celta… Samhain.
Las diferentes culturas incorporaron esta fiesta a su calendario, por eso es más conocida como Halloween en Estados Unidos o el Día de todos los Santos o de los difuntos en España y Latinoamérica.
Samhain era una fiesta diferente al actual Halloween que se celebra en todo el mundo.
Era una fiesta profundamente espiritual porque en la noche del 31 de Octubre, el velo que separa el mundo de los vivos del de los muertos, es más frágil, pudiendo comunicarse ambos mundos mucho más fácilmente.
Me imagino esa fiesta celta, celebrada en plena naturaleza, encendiendo las hogueras cuando el sol se ocultaba, alumbrando el mundo de manera primitiva y eterna.
Para los celtas, esta fiesta era una fecha importante para su calendario, porque marcaba el inicio de una nueva etapa. Era el final de la cosecha, el final del verano y la llegada de una estación más fría, momento donde la tierra comenzaba a descansar para volver a dar frutos una vez más en el calor de la primavera y del verano.
De este modo, Samhain nos marca el inicio de una etapa donde parece que todo se para, donde el ritmo de la vida ha de ser diferente.
En el siglo XXI, desconectados de la tierra, no reparamos en que nosotros, al igual de la madre naturaleza, debemos descansar un poco más en el otoño y en el invierno, ahorrando energía para la explosión de la primavera y el verano.
El otoño me invita a ir más dentro de mí… solo tengo que escuchar la voz de mi intuición y dejarme guiar por ella.
Y tú, ¿sientes que el otoño te invita a ir más dentro de ti?
Me refugio en mi interior mientras disfruto de la calma de la naturaleza