Buda fue un ser humano que logró la iluminación, liberándose del sufrimiento y del ciclo infinito de nacimiento y muerte.
Una de las cosas que más me gustan de Buda, es que era alguien como tú y como yo. Y tú y yo, al igual que Buda, podemos despertar a la verdadera naturaleza de la realidad… aunque sea costoso y a veces doloroso.
Porque la toma de consciencia no es sencilla, supone enfrentarnos a nuestros miedos, temores y al dolor emocional que se esconde en cada pensamiento y emoción que sentimos.
Las enseñanzas de Buda tienen un objetivo claro: erradicar el sufrimiento de todos los seres humanos para poder vivir plena y conscientemente. ¿Eso quiere decir que, de forma mágica, Buda se llevará nuestro sufrimiento?
La respuesta a esa pregunta es claramente, NO. Buda nos mostró un camino que debemos recorrer nosotros mismos, porque nadie puede hacer por nosotros un cambio interno. Esta toma de consciencia, es la que lo cambia todo.
El camino medio de Buda, nos habla de abandonar los extremos para vivir nuestra vida en equilibrio y ecuanimidad.
Explorando el camino medio
Buda recorrió un camino espiritual para conocer la verdadera naturaleza de la realidad, lo que le llevó a explorar su mente en profundidad.
Este camino y las enseñanzas que Buda aprendió, se llama “Dharma”. El Dharma tiene la capacidad de ayudar a crear resultados óptimos en nuestra vida a través de lo que pensamos, decimos y hacemos. El pensamiento óptimo, nos llevará a las decisiones óptimas, alcanzando los resultados óptimos. También aprendemos avivir plenamente.
El camino medio de Buda, se desarrolla en torno a lo que se llama “Los tres giros de la rueda del Dharma”…
Primer giro – Las cuatro nobles verdades: Estas nobles verdades, nos hacen comprender que el sufrimiento existe, que sus causas son el deseo, el apego y la ignorancia. También nos indica Buda que el sufrimiento puede cesar y nos deja un sendero con ocho paradas para liberarnos definitivamente del sufrimiento y que podemos aplicar a nuestro día a día.
Segundo giro – La vacuidad: Aprendemos sobre la vacuidad y el vacío. La vacuidad hace referencia a la ausencia de entidad propia de todos los sucesos y fenómenos de la vida. Nuestros pensamientos, emociones, creencias, las situaciones adversas y las llenas de alegría dependen de nuestra mente porque nuestra mente es la creadora de todo. Cualquier creencia en una realidad objetiva, es insostenible, porque los sucesos y objetos no son independientes, dependen de la percepción de nuestra mente.
Tercer giro – El Karma: Nos ayuda a comprender la naturaleza Búdica (todo es creado por la conciencia y se desarrolla la ley del Karma). El karma es una energía crativa y trascendente (invisible e inmensurable) que se genera a partir de nuestro actos. También conocido como un espíritu de justicia o equilibrio. Se interpreta como una “ley cósmica” de retribución, o de causa y efecto. Según el karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones, quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores.
Viviendo en el camino medio
Podemos vivir desde el camino medio, una manera de vivir donde somos libres de los extremos y dualidades. Algunas cosas que podemos hacer para vivir en este camino, son…
Contemplación interna: Cuando hablo de contemplación interna, me refiero a la introspección y reflexión. Para contemplar nuestro mundo interno, necesitamos ser pacientes y tomarnos unos minutos para observarnos. Podemos contemplar lo que hay fuera de nosotros, pero si no paramos y nos contemplamos antes desde dentro, la contemplación externa estará bañada por una mirada poco despierta. Por eso siempre digo que todo empieza dentro y luego se extiende fuera. Creo que la contemplación interna requiere de ciertas actitudes por nuestra parte…
- Paciencia: Un árbol sabe que necesita años de crecimiento y no se apresura en evolucionar, tan solo espera con calma, se nutre del agua, del sol y deja que el tiempo pase. Los árboles cambian, se transforman, pero lo hacen poco a poco, con calma, sin ansiar ese cambio que llega de manera natural. Esto me ayuda a comprender que debo ser paciente, que todo llega en el momento propicio.
- Flexibilidad: Ser flexible es adaptarnos a lo que llegue, a lo que la vida nos traiga, es abandonar la lucha y saber que todo pasa, nada es eterno, todo cambia. Podemos ser flexibles con nuestra mente y emociones, con nuestro cuerpo y también con los demás. Pero la flexibilidad nace de la seguridad.
- Conexión: Necesito conectar conmigo misma para contemplar lo que ocurre en mí… en mi mente y cuerpo. Esta conexión la logro a través de la meditación y de esos momentos que me reservo para mí, ya sea para hacer algo como acudir a la naturaleza, o para simplemente ser y estar aquí y ahora.
- Presencia consciente: Todo parte de aquí, de mi presencia en mí, de mi consciencia. Estar presente es hacerme consciente de cómo respiro, de la posición de mi cuerpo, del contenido de mi mente. Y consiste en observar todo esto sin participar en ello, observarlo como si fuera un testigo, desapegada de lo que siento y de los significados de mi mente da a cada sensación. Estar presente en mí, en mi cuerpo, en mi mente y en mis sentidos, refina mi presencia en otras situaciones de la vida, me ayuda a afrontar las adversidad con calma y serenidad.
Aceptación: Aceptar es unirnos a lo que ocurre en el presente, dejando a un lado juicios sobre esa situación. Aceptar no es engañarnos pensando que las cosas son menos graves de lo que sentimos, aceptar es quedarnos con el dolor y el sufrimiento para que éste se pueda transformar en aprendizaje y auto-conocimiento.
La aceptación de los sucesos de la vida tal y como son, más allá de nuestros deseos. Como indica Haemin Sunim, aceptar es el “arte de dejarlo estar”. Esto quiere decir que debemos aceptar plenamente las cosas como son, sin luchar ni resistirnos a ellas.
Ecuanimidad: La ecuanimidad es aceptar la realidad sin juzgarla, es decir, que una persona ecuánime, se queda en la alegría pero también en la tristeza, observa la calma pero también el sufrimiento. En el budismo, se entiende por ecuanimidad a la capacidad para fluir con nuestros pensamientos y emociones, manteniendo una actitud neutral e imparcial ante cualquier situación, emoción o pensamiento.
La ecuanimidad también es saber diferenciar entre ser y sentir, entre hacer y ser. Porque a veces sentimos cosas muy intensamente y nos fusionamos con esa emoción y lo mismo nos ocurre con lo que hacemos. En ocasiones hacemos cosas que no nos gustan y es importante saber que una sola conducta no dice quiénes somos, aunque es importante no repetirla en el tiempo para no convertirnos en alguien que detestamos.
Tu esencia es bondadosa, amable, amorosa, serena y profunda. La ecuanimidad nos permite volvernosimperturbables ante cualquier emoción, somos como ese acantilado que soporta el impacto de cada ola durante milenios. Puedes practicar la ecuanimidad…
- No apegándote al resultado de las cosas que haces.
- Haciéndote consciente de que la felicidad de los demás, no depende de ti.
- Manteniéndote presente en ti, en lo que sientes, piensas y haces.
- Uniéndote a la ola de la aceptación, porque lo que llega a ti, es necesario para tu evolución.
El eterno presente: Una de las cosas en las que el budismo más empeño hace, es en que aprendamos a vivir en el presente. La llegada de la atención plena a Occidente, ha hecho que este concepto del presente, ya no nos resulte tan extraño, especialmente porque en España tenemos un dicho popular… “Carpe Diem”, que significa “vive el momento”.
El presente es eterno, no tiene principio ni fin. Jack Kornfield dice que el presente es eterno, la eternidad, el tiempo infinito, se encarna en el presente… en este segundo que transcurre tras este segundo, creando una cadena infinita de momentos que podemos vivir plenamente… o no.
“Para ver el mundo en un grano de arena y el cielo en una flor silvestre, despliega el infinito en la palma de la mano y la eternidad en una hora”
– William Blake –