La espiritualidad es tan sutil como el vuelo de una mariposa… suave… natural… místico. 

En ocasiones sentimos que la espiritualidad va unida a la religiosidad y a su dogma. Es una confusión natural, pero la religiosidad y la espiritualidad, son entes separados… a veces van unidas y otras veces no. 

Para mí, la espiritualidad tiene que ver con mi relación con el mundo, la tierra, las estrellas, las personas y también conmigo misma. 

Y es que siento que la espiritualidad es pura conexión… conexión con la naturaleza y sus misterios, conexión con el cosmos y sus estrellas, conexión con otros seres sintientes y también conexión conmigo misma.

Y aunque la espiritualidad siempre está disponible para mí, yo no siempre estoy disponible para ella. 

Mi mente pensante me aleja de la sutileza de la conexión invisible con lo que me rodea. Los pensamientos me indican que lo que no veo, no existe. Y sin embargo, mi alma es consciente de que esto no es así…

Mi alma sabe que hay muchas cosas que no puedo ver ni oír porque mis sentidos están calibrados en ciertas bandas de energía, pero hay mucho más. 

Mi alma siente ese escalofrío que recorre mis brazos y piernas cuando la intuición me habla, cuando siento las reverberaciones de la música en mi cuerpo, emitida por un instrumento. 

Y a veces quisiera vivir más en ese mundo donde no doy nada por supuesto, esos estados de conciencia en los que me abro a todo lo que llega a mí.

Porque para mí la espiritualidad es eso… comprender que soy un ser que me puedo abrir a lo insondable, a lo desconocido, a lo profundo. 

Y en lugar de perderme en estas cosas… me re-encuentro, sale a flote mi verdadera esencia, más allá de obligaciones, responsabilidades, deseos o  pensamientos. 

Porque siento que estoy aquí, en este planeta, para aprender… a veces es un aprendizaje duro, pero incluso cuando es así, siento que todo es por mi mayor bien… el de seguir evolucionando. Porque el dolor es un catalizador, porque el sufrimiento me empuja a visitar lugares de mí misma que de otro modo nunca exploraría. 

En cuestiones de espiritualidad, todo se resume a cómo respondemos a una pregunta…

¿Soy un ser humano viviendo una experiencia espiritual o soy un ser espiritual viviendo una experiencia humana? 

Hace tiempo que yo sé cuál es la respuesta para mí… soy un ser espiritual viviendo una experiencia humana. 

Y tú, ¿cómo responderías a estas pregunta?

Más allá de creencias espirituales y el dilema de si tenemos o no un alma que vive más allá de esta existencia humana, la espiritualidad me permite relacionarme de una manera diferente con todo lo que me rodea.

Cómo me relaciono con el mundo

Quien está en contacto con su espiritualidad, se relaciona con el mundo desde una perspectiva diferente. En mi caso, se produjo una profunda transformación en la manera en que me relaciono con el mundo. 

Pasé de una visión negativa de la vida a una donde el objetivo es aprender, crecer y evolucionar. 

Antes de mi despertar espiritual, que fue promovido por mi paso como psicóloga por cuidados paliativos, acompañando a moribundos, sentía que el mundo era un lugar peligroso, donde todo lo malo acechaba por cualquier esquina, donde era difícil alcanzar mis sueños o casi imposible. 

Con esta visión, es normal que sintiera un profundo estancamiento. 

Mi despertar espiritual fue un tanto abrupto, aunque desde pequeña sentía una conexión especial con el universo, las estrellas y la madre tierra. Durante la carrera, mi mente racional tomó el control y me hizo olvidar que existe algo más profundo que la mente y los pensamientos, me hizo creer que aquello que la ciencia no demuestra, no existe. 

Afortunadamente desperté de ese letargo espiritual y durante más de diez años, he ido transformándome desde dentro, adquiriendo creencias que me ayudan en la vida y que guían mis pasos. Algunas de estas ideas que he ido incorporando, han sido…

• Yo tengo el poder de elegir lo que pienso y de regular lo que siento. 
• Aquello en lo que creo, se hace real. En lo que no creo, no se materializa (para bien y para mal). 
• Cuando me quedo a solas conmigo, me conecto a algo más profundo. 
• Estoy conectada a la madre tierra y al cosmos.
• La vida en la Tierra es una escuela pero cada ser humano elige lo que aprende. 
• La vida humana no acaba con la muerte, mi ser esencial solo está de paso. 
• La vida es frágil y los humanos somos vulnerables, esa es nuestra gran fortaleza. 
• La energía que emito hacia fuera, regresa a mí.
• Siento que mi vida tiene un propósito que no siempre comprendo. 
• No existen las causalidades, pero sí las sincronicidades y causalidades. 
• Yo tengo el poder de transformar mi vida. 

Estas creencias me ayudan a ser cuidadosa con lo que pienso, digo y hago. Porque sé que toda la energía que siento en mí, tiene el potencial de crear la realidad fuera de mí. Y saber esto, lo cambia todo. 

Cómo me relaciono conmigo misma

La relación conmigo misma no siempre ha sido fácil. 

He sentido un gran rechazo interior por partes de mí que no comprendía o porque no se adaptaban a lo que otras personas de mi entorno hacían o les gustaba. 

Desde pequeña he sido muy introvertida, tímida y sensible. Eso me llevó a esconderme y a no tener muchos amigos. Aunque en el colegio, formé grupo con personas que se sentían como yo… rechazadas. Durante la adolescencia no me gustaba lo mismo que a otras personas… odiaba las discotecas y los lugares con mucho ruido y aglomeraciones.

Y pasado un tiempo, decidí que no iba a hacer algo que no me gustaba y que me dejaba agotada… lo que supuso la pérdida de los pocos amigos que tenía. Pero nunca me he arrepentido de esa decisión. 

Hace unos años, descubrí que soy una persona altamente sensible (PAS) y sentí que esa era la pieza que me faltaba en mi puzzle personal. En ese momento empecé a comprenderlo todo y a valorarme tal y como soy… aunque no siempre encaje con otras personas. 

La relación conmigo misma ha cambiado mucho en esta última década de mi vida. Ahora me comprendo más, me consuelo cuando lo necesito, permito que mis emociones lleguen y las siento, limito a mi mente pensante cuando me agobia en exceso y estoy aprendiendo a soltar, a dejar que las cosas y las personas sean como son, incluida yo misma. Este proceso es liberador. 

La vida… ¿aliada o enemiga?

Para mí, la gran aportación de la espiritualidad, es el concepto que tengo acerca de la vida.   

Hace unos años, sentía que la vida era una enemiga. No es de extrañar dado que vivía acompañada por la ansiedad. 

Mi mente ansiosa anticipaba todo lo que podía ir mal y eso me mantenía cautiva de mis miedos. La ansiedad llega para protegernos pero en ocasiones, cuando es muy intensa y duradera, nos asfixia. He aprendido que la mejor manera de relacionarme con la ansiedad, es no creerme todo lo que me dice y exponerme a situaciones que temo… así aprendo a confiar en mí.

Ahora puedo decir que la vida es mi aliada. Y esto depende exclusivamente de mí, porque la vida es neutral, soy yo quien juzga y etiqueta a la vida como “buena o mala”. 

Y es que la vida solo trae hasta mí lo que necesito en cada momento de mi vida, para seguir aprendiendo y creciendo, evolucionando y cambiando. No se trata de culpar a la vida por lo que me arrebata o no trae hasta mí, se trata de saber en qué punto estoy en mi evolución interna y comprender que lo que llega, es lo que necesito. 

La espiritualidad es la manera en que vivo la vida