Parte de nuestra vida transcurre en las tinieblas.
Lo que no vemos nos da miedo porque es desconocido y tememos que esas tinieblas oculten lo peor de nosotros. Al fin y al cabo, nadie quiere mirar sus sombras de frente.
Sin embargo, la luz y las sombras conforman quienes somos.
Nuestra vida puede transcurrir en la oscuridad, inconscientes de quienes somos realmente. Tendemos a vagar en las tinieblas de la inconsciencia… sin saber quiénes somos realmente o qué queremos.
Pero en la vida de todo ser humano, se producen encrucijadas… momentos clave en los que podemos decidir continuar viviendo en “piloto automático”, o donde podemos elegir despertar a nuestra verdadera naturaleza, tomando nuestra consciencia como camino de autoconocimiento.
En ocasiones tenemos frente a nosotros todas las respuestas, pero somos incapaces de verlas… porque aún no ha llegado el momento de poder mirar de frente aquella información que tiene el poder de cambiarnos la vida.
No siempre es el momento propicio para adentrarse en las tinieblas… pero si sientes que estás en una encrucijada, entonces estás en el umbral del cambio.
Darte cuenta
El efecto “darte cuenta” no es otra cosa que hacerte consciente de los patrones de conducta repetidos, de las heridas profundamente arraigadas en ti que te hacen ser como eres.
Cuando nos damos cuenta de aquello que guía nuestra vida de manera inconsciente, deja de tener el poder que tenía… porque la consciencia todo lo puede.
Darnos cuenta de lo oculto en nosotros, es un proceso que debemos realizar lentamente, poco a poco, como quien se funde en un atardecer frente al mar… sin prisas… disfrutando.
La toma de consciencia requiere mucha presencia por nuestra parte… supone estar atentos, observar y quedarnos con el malestar y el sufrimiento. Cuando nos quedamos ahí, cobijados en el sufrimiento, estamos desarrollando nuestra tolerancia al dolor emocional y eso nos hace más fuertes, porque dejamos de huir.
Cuando nos damos cuenta de que lo que ha dirigido nuestra vida han sido creencias arraigadas en nosotros pero que no todas nos pertenecen, podemos atravesar un primer momento de enfado y angustia. Pero lo importante es lo que hacemos con esas creencias cuando nos hacemos conscientes de ellas… ¿las dejamos como están o las cambiamos?
Si no hacemos ningún cambio, la vida seguirá igual. Si queremos obtener un resultado diferente, tendremos que modificar algunos aspectos de nosotros y de nuestra vida. Tienes todo el poder… siempre lo has tenido.
Tal vez te parezca que la toma de consciencia es poca cosa… yo creo que es el paso más difícil porque supone mirar cara a cara aquello que nos duele, que nos desagrada, es mirar aquello que estaba oculto.
Todo pasa y todo llega… aunque en los momentos más oscuros no lo parezca, así es…
La palabra crea el mundo
Los seres humanos tenemos la capacidad de comunicarnos de una manera compleja a través de las palabras.
Creo que cuando ponemos en palabras lo que sentimos y pensamos, las cosas se hacen más reales. Por eso comunicar nuestro mundo interior, es el catalizador de este “efecto darme cuenta”.
Cuando traducimos una emoción a palabras y la comunicamos a otro ser humano, ocurre algo mágico… somos capaces de ver nuestra emoción desde fuera y es ahí cuando tomamos consciencia.
La terapia psicológica es eficaz por muchas cosas, pero una de ellas es porque al poner en palabras lo que llevamos dentro, nos liberamos, podemos trascender esa emoción puntual, ese pensamiento efímero. Por algo Freud se refería a “la cura a través de la palabra”.
La palabra es transformadora y creadora de la realidad. La palabra es una idea hecha símbolo, creando profundos significados que abren miles de puertas. Cómo hablamos determina cómo nos sentimos, cómo nos relacionamos y quiénes somos.
Hacernos conscientes de las palabras que usamos en nuestro día a día, nos ayudará también a comprender cómo es nuestra mente. Y si usamos palabras negativas o de baja vibración, estaremos promoviendo esa energía en nuestro interior y la estaremos expandiendo al mundo que existe más allá de nosotros.
Siento que la toma de consciencia y darnos cuenta de quiénes somos en realidad, es un proceso… es un camino lento pero lleno de aprendizajes.
La toma de consciencia ha de ser suave y lenta para comprendernos en toda nuestra complejidad. La toma de consciencia es como rozar suavemente una bella flor… sin deseos de arrancarla, anhelando observar su transformación natural. Así somos nosotros, así eres tú.
El amor hacia uno mismo es inquebrantable e incondicional