Gran parte de la humanidad vivimos rodeados de grandes edificios, inmersos en el tráfico y su contaminación, las zonas verdes han quedado relegadas a parques hechos por el hombre.
Las propias ciudades han olvidado que su origen fue el mismo que el de las grandes montañas y los árboles centenarios.
Y así, poco a poco, los humanos hemos dejado de comprender las profundas conexiones que se producen en la naturaleza y en nosotros mismos cuando estamos rodeados de bosques, montañas, del mar y el cielo azul libre de contaminación.
Nuestra mente humana lo ha olvidado, pero nuestro cuerpo aún recuerda. Nuestros ojos recuerdan el espesor verde de los bosques, nuestros oídos recuerdan la profunda serenidad que sentimos cuando escuchamos el canto de los pájaros o el sonido de las olas del mar. Nuestra piel recuerda el frescor que produce la naturaleza a nuestro alrededor y también los rayos de sol que nos llenan de calma.
Nuestra mente y cuerpo se han acostumbrado a vivir en un mundo alejado de la naturaleza, porque somos maestros en adaptarnos a lo que la vida trae hasta nosotros, pero añora su vida natural, por eso debemos acudir regularmente a espacios verdes para recordar… para recordar quienes somos y de dónde venimos, porque solo así podremos vivir plenamente.
La práctica ancestral del “Shinrin-yoku”
En Japón, practican el llamado “Shinrin-yoku” o “baño forestal”.
Este baño natural es una inmersión completa en la naturaleza, que consiste en pasear por el bosque siendo conscientes de la experiencia en sí misma, dejando a un lado nuestras preocupaciones y centrándonos en disfrutar de nuestro paseo, respirando el aire fresco, sintiendo la luz del sol sobre nuestra piel, oliendo los aromas de la naturaleza, escuchando el sutil sonido de la naturaleza, viviendo en el presente.
Múltiples estudios han demostrado que el contacto con la naturaleza reduce nuestro estrés, ansiedad y depresión, nos permite relajarnos, reduce nuestras preocupaciones y nos ayuda a pensar con más claridad. También puede hacer desaparecer el mal humor que en ocasiones nos embarga y nos devuelve la energía y vitalidad desgastadas, rejuveneciéndonos.
Podríamos incluir esta práctica como parte de la atención plena, porque supone vivir conscientemente ese paseo, atendiendo a lo que hay fuera de nosotros y también a nuestro cuerpo.
Beneficios de acudir a bosques
La naturaleza es nuestra amiga, nuestra madre, nos ha acompañado en cada paso de nuestra evolución y lo sigue haciendo, tan solo debemos acudir a ella.
Los beneficios de acudir a entornos naturales, especialmente a los bosques, son muchos, entre ellos:
- Equilibra nuestras emociones y energía. Prueba a caminar al menos 1 hora por un lugar lleno de árboles, siente el silencio a tu alrededor, el suave sonido de los pájaros o del viento colándose entre las ramas y experimenta cómo tu energía se equilibra.
- Más serotonina, más calma y equilibrio. La naturaleza y la exposición al sol, aumentan nuestros niveles de serotonina, un neurotransmisor clave para nuestra salud emocional. Además, la luz del sol nos ayuda a secretar serotonina y permite que nuestro cuerpo pueda sintetizar la vitamina D.
- Más vitamina D. Esta vitamina es clave para poder descansar bien por la noche, ya que equilibra los niveles de melatonina, la hormona que marca el ciclo circadiano en nuestro cuerpo. También está implicada en el óptimo funcionamiento de nuestro sistema inmune.
- Refuerza nuestro sistema inmune. Los árboles emiten unas sustancias químicas llamadas fitoncidas, aceites esenciales con capacidad anti-microbiana que impactan en todo nuestro cuerpo (son liberados para comunicarse entre los propios árboles pero también nos benefician a nosotros), reforzando el sistema inmune, calmándonos y atenuando el dolor.
- Mejor salud cardiovascular. Cuando acudimos a la naturaleza y a espacios verdes, disminuye nuestra frecuencia cardiaca y se eleva la variabilidad de la frecuencia cardiaca (el tiempo que transcurre de un latido al siguiente), se reducen también las pulsaciones, lo que indica que el corazón funciona de manera más sana y equilibrada.
- El cerebro en calma. En un estudio realizado en Japón, observaron que una caminata por el bosque de tan solo 15 minutos, aumenta las ondas cerebrales alfa, ondas asociadas a estados de relajación profunda. Estas ondas alfa, se asocian también a un estado de alerta relajado, de calma, de aprendizaje e indican que nuestro cerebro funciona de manera coordinada y equilibrada.
- Nos ayuda a estar en contacto con nosotros mismos. El tiempo que inviertes acudiendo a la naturaleza, es un tiempo dedicado a ti, a desconectar de tus responsabilidades y preocupaciones, por ello es un factor protector para tu salud mental.
Comprendiendo la comunicación de los bosques
Los bosques siempre me han parecido mágicos. Siempre me ha gustado que los árboles están conectados a la tierra, pero también con el cielo. Recordándome así que debo vivir plenamente con los pies en el suelo pero sin olvidar mi espiritualidad.
Explorando este tema, he comprendido que los árboles son muy sensibles, ya que toman decisiones y son compasivos.
Los árboles y plantas, tienen la capacidad de adaptar su crecimiento a las condiciones externas… como hacemos los humanos.
Los árboles se ayudan entre sí, enviando más nutrientes a aquellos árboles que las necesitan más para crecer (es una decisión altruista y empática) y son capaces de ajustar su crecimiento a la cantidad de luz solar a la que están expuestas (creciendo más o menos).
Los árboles se comunican entre sí a través de sus raíces, con señales eléctricas (como nuestro cerebro) pero también a través de sustancias químicas y olores que se extienden a su alrededor.
Creo que los árboles son un ejemplo esencial para aprender a vivir conscientemente…
Los árboles respiran, al igual que nosotros.
Tienen paciencia (los árboles no se presionan para crecer más, saben esperar).
Los árboles cooperan porque la cooperación les ha ayudado a sobrevivir… esta es una lección que aún debemos aprender los humanos.
Los árboles también nos recuerdan la impermanencia y el cambio eterno que se produce en la vida. Pasan por diferentes etapas según la estación del año y nos muestran que el crecimiento puede ser silencioso y lento, pero aún así majestuoso y mágico.
Acude a la naturaleza, observa, siente. Conecta con el bosque y contigo mismo