En el post de la semana pasada, te hablé del rasgo de la personalidad altamente sensible.
No solo te mostré qué es, sino que compartí contigo cómo he vivido yo siendo una persona altamente sensible (PAS). Si te has perdido este post y quiere leerlo, puedes volver a él haciendo click aquí
Hoy quiero mostrarte algunas de las cosas que hago para cuidarme. Quiero que sepas que aunque no seas una PAS, estas herramientas que hoy comparto contigo, te serán igual de útiles para volver a ti mismo.
¡Acompáñame por este recorrido que lleva a tu interior!
¿Por qué debo cuidarme emocionalmente?
Seas una persona sociable, introvertida o altamente sensible, debes saber que es fundamental que te cuides y dediques tiempo.
El por qué es muy sencillo… porque tu mente y tu cuerpo lo necesitan. Y te avisan de esta necesidad de diferentes maneras, entre ellas…
- Te sientes agotado y sin energía.
- Tienes mucho sueño y cansancio. Estás tan cansado que te cuesta dormir.
- Comes más alimentos dulces.
- Sientes tu mente acelerada o perdida en un bucle de pensamientos.
- Sientes que la vida ha perdido el sentido.
- Te has perdido a ti mismo y no sabes lo que quieres o necesitas.
- Sientes que la ansiedad o la depresión te visitan o viven contigo.
- Tienes la sensación de que tu cuerpo está contraído.
Como verás, las señales de que debes cuidarte las sientes como algo malo o poco deseable. Pero sin estas señales te costaría mucho más cuidarte. Cuando sientes bienestar, te sientes expansivo porque tu energía fluye. Y eso es lo que queremos conseguir con el auto-cuidado.
Pautas de auto-cuidado
Al ser una PAS, las cosas me afectan más intensamente que a otras personas, por eso debo cuidarme, especialmente de las situaciones que me agotan y saturan. Eso no quiere decir que me convierta en un ermitaño… tan solo tengo que cuidarme un poco más.
Algunas de las cosas que hago para cuidarme y que también puedes hacer tú, son…
Escucharme: Este es el primer paso y fundamental. Yo me escucho de muchas maneras: observando mi cuerpo, observando mi mente, comprendiendo los pensamientos que hay en mí pero sin juzgarlos o conectándome a mis emociones.
Para poder escucharme, necesito dedicarme tiempo, porque de otro modo la vida me llevará a lugares lejanos, al futuro y a sus miles de posibilidades. Y cuando estoy en el futuro, no me escucho, de hecho me alejo con rapidez.
Puedo escucharme y observarme, cuando paro un poco, cuando me tomo 10 minutos para entrar en mí, cuando me relajo y dejo que las cosas sean como son, sin hacer nada, sin cambiar nada porque todo es perfecto tal y como es (incluso lo que no me gusta). Aprender a vivir la vida desde esta perspectiva mindful, no es fácil, pero es mi gran aliado porque me aporta calma y serenidad… y las necesito a ambas cada día para vivir en el siglo XXI.
Respirar: La respiración consciente me aporta calma, me permite crear mi propia burbuja de serenidad que me ayuda a conectar más profundamente conmigo, me permite trascender los pensamientos y preocupaciones, me ayuda a vivir en el presente.
Es cierto que a veces, cuando me paro y respiro, me doy cuenta del mono chillón que habita en mi mente, que va dando saltos de un pensamiento a otro. Pero he aprendido a convivir con ese pequeño mono hiperactivo y cuando menos lo persigo, más se calma, y por tanto, yo también me sereno.
La respiración consciente también me ayuda cuando tengo que enfrentarme a alguna situación que me pone nerviosa o me estresa (y créeme, siendo PAS, hay muchas situaciones que me ponen nerviosa). En esas ocasiones, me centro en mi respiración y siento que mi cuerpo se relaja y mi mente se despeja. ¡Pruébalo tú también!
Meditar: Hace alrededor de 4 años descubrí esta gran manera de cuidarme y cada día me gusta más. Meditar no es más que reservarme tiempo para mí, escucharme, atenderme y observar mi mente y cuerpo. Es decir, que la meditación puede convertirse en el medio para cuidarte más.
Una de las cosas que he descubierto de mi mente, es que no siempre está igual de centrada. Hay días que está llena de calma y hay otros días que es como un mar embravecido, lleno de pensamientos, preocupaciones y distracciones. He aprendido que ambos estados son naturales en mi mente y que puedo vivir desde ellos cada día… y no pasa nada.
La clave está en adaptarme a mi mente, sin huir ni intentar cambiarla… así me convierto en observadora y desde esa posición, vivo con más calma y serenidad… incluso cuando en mi mente pueda aparecer alguna tormenta temporal.
Acudir a la naturaleza: Para mí la naturaleza siempre ha sido el lugar en el que puedo recargar mis baterías internas. Pasear entre árboles, escuchar los pájaros, sentir el frescor que produce el aire al pasar entre las hojas de los árboles y sentir también el calor del sol en mi piel, siempre me ayuda a desconectar de mis preocupaciones y a re-conectar conmigo.
Siempre me ha gustado el tiempo otoñal, por eso la lluvia, la niebla y el clima más fresco, me nutren. Disfruto al observar cómo cae la lluvia o al sentirla en mi piel, disfruto escuchando el sonido relajante de las gotas de agua que caen. Y más recientemente, he disfrutado también del silencio extraño y acogedor que se produce cuando nieva.
La naturaleza es mi refugio y por eso, cuando me siento muy saturada, agobiada o me falta energía, me voy a ella, a mi madre ancestral, para que repare mis heridas, para que me sane.
Socializar… pero con límites: Pasé gran parte de mi vida pensando que era poco sociable. En el último año de carrera (mucho antes de saber que era una PAS), descubrí que no era así. Me gusta socializar, pero debe ocurrir en un entorno concreto.
Me siento cómoda en un entorno tranquilo, donde no hay mucho ruido ni un exceso de estimulación, me gustan las reuniones donde no hay demasiada gente, me gusta hablar con calma con otra persona para poder escucharla plenamente y responder de manera calmada.
Las reuniones donde hay mucha gente, gran parte de ella que no conozco, las reuniones en lugares muy concurridos, donde hay mucho ruido y no puedo escuchar bien a mi interlocutor y las reuniones que se prolongan mucho en el tiempo, me agobian.
Por eso sé que puedo socializar, pero con algunas limitaciones. Algunas de las cosas que tengo en cuenta al socializar, son:
- Reuniones donde no haya mucha gente.
- Buscar un lugar tranquilo donde pueda hablar.
- Hacer actividades que me conecten conmigo y con otras personas.
- Poner límites a las horas que dedico a socializar. Si me excedo, me quedo agotada y sin energía.
- Compensar descanso y salidas. De otro modo, me desgasto.
- Si un día no me apetece socializar, simplemente no lo hago. Esa es mi decisión consciente para cuidarme.
Retirarme y descansar cuando lo necesito: Esto es muy importante, pero no siempre puede hacerlo. En ocasiones siento algunos síntomas de cansancio e incluso de estrés, pero el trabajo y otras responsabilidades, me impiden descansar todo lo que me gustaría.
¿Qué hago en esos casos?
Muy fácil… si no puedo descansar un Sábado entero, lo que hago es trabajar un poco pero me dejo huecos para mí. Puede ser un par de horas para ver una película, tal vez 25 minutos para meditar o una hora para ver un documental que me interesa.
No siempre puedo retirarme a la soledad de mi propio cuerpo, no todos los fines de semana puedo dejar de trabajar, pero alcanzo el equilibrio al reservarme algo de tiempo para desconectar y disfrutar un poco más de la vida. Te animo a probar esto y observa los resultados.
Seas como seas, debes cuidarte desde dentro… empieza hoy y vive conscientemente