Todo en la vida es abundancia, pero se nos ha olvidado y por eso vivimos en un mundo de escasez. Pero esto es solo una manera de ver las cosas… hoy te mostraré una manera alternativa.
Hemos crecido con la idea de que la abundancia se refiere únicamente a nuestra economía y a la cantidad de ceros que hay en nuestra cuenta bancaria. Y de ahí nace nuestro gran error.
Si solo somos abundantes cuando tenemos dinero, entonces ¿qué pasa cuando el dinero fluye menos hacia nosotros?
¿Dejamos de ser abundantes?
Yo te digo que no… porque tú eres abundancia personificada.
La abundancia que hay en ti
Cuando ampliamos un poco nuestra visión interna, despertando a realidades sutiles de las que nadie habla, nos damos cuenta de que la abundancia es un concepto profundo y maravilloso.
Somos abundantes cuando podemos observar la belleza que nos rodea a través de la naturaleza, a través de la risa de un ser amado o al observar cómo explora con total libertad, un niño pequeño.
Somos abundantes cuando no nos dejamos atrapar por la negatividad o el miedo, cuando decidimos vivir desde el amor en lugar desde el odio, cuando elegimos cada día ser conscientes de lo que sentimos y pensamos.
La mayor abundancia de todas, se esconde en la compasión, en nuestra capacidad para ayudar a otra persona que sufre o que necesita nuestra ayuda.
Creo que la abundancia tiene dos fuentes esenciales: la compasión y la gratitud.
Para el budismo, la compasión es mucho más que un sentimiento o emoción, es el vehículo a través del cual crecemos toda la humanidad, es la energía más poderosa de todo el universo, es de lo que está hecho todo… las estrellas y nosotros.
La segunda fuente de abundancia, es la gratitud. Y es que cuando desarrollamos nuestra gratitud por cada cosa que llega a nuestra vida, comprendemos mejor a qué hemos venido aquí. Y cuanto más agradecemos, más abundancia llega a nosotros.
Creo que la compasión tiene mucho de amor y mucho de gratitud en su interior, porque si podemos ayudar a otra persona, es porque tenemos la capacidad de darle la mano a aquel que se ha quedado atascado en el camino. Y el mero hecho de poder ayudar, ya es motivo de gratitud.
Por eso la abundancia la podemos alimentar a través de nuestro amor, compasión y gratitud.
La abundancia de tu mente
Creo que la abundancia nace y vive en nuestra mente, más que en el mundo que nos rodea.
Los pensamientos cotidianos que tenemos, pueden ser llenos de abundancia y esperanza, o llenos de temor y escasez. A veces, los pensamientos de escasez, son tan sutiles que no los podemos ver. Otras veces hemos crecido con personas que creían que la abundancia no existía o que no era algo que estuviera a nuestro alcance, creando en nosotros esa idea de limitación que guía nuestra vida.
Lo que poca gente sabe, es que por el mero hecho de vivir, ya somos abundantes.
La posibilidad de vivir en este mundo tridimensional, es una oportunidad enorme para aprender. Y si podemos aprender, hay abundancia, porque el conocimiento genera curiosidad y la curiosidad nos provoca más ganas de aprender.
Las emociones también crean la abundancia en nosotros. Aunque depende de con qué emociones convivamos.
Si vivimos rodeados de miedo, inseguridad, abandono o rencor, sentiremos que vivimos en un mundo escaso, donde solo hay limitaciones y en el que no podemos mejorar o cambiar.
Pero si vivimos en un mundo lleno de amor, compasión, gratitud, esperanza y ayuda, entonces estamos viviendo en la abundancia. Como verás, esto tiene menos que ver con tu cuenta corriente y más con tu mentalidad, con tu manera de percibir y vivir en el mundo.
Si creemos que los retos son amenazas, vivimos en un mundo de escasez porque todo nuestro cuerpo y mundo emocional, se contrae, esperando el golpe de la vida. Pero si percibimos los retos como un medio para aprender más y evolucionar, nos expandimos y nos abrimos a todo lo que la vida puede traer hasta nosotros.
La práctica de atención plena me ha ayudado mucho a ver la abundancia por todas partes, incluso cuando las cosas no salen como yo quiero. Ahora sé que yo decido en qué mundo vivo… y eso depende solo de mí.
Cada día construyes el mundo en que vives, por eso debes asegurarte de vivir en el mundo que de verdad quieres.
Creando abundancia
Quiero que sepas que da igual tu situación actual, es igual en qué familia hayas nacido o en el barrio en que te criaste, no importa si tienes estudios o estás desempleado. Nada de eso importa, porque la abundancia vive en ti… solo tienes que hacerte consciente de ella, solo tienes que alimentarla desde tu mente y corazón.
Y a continuación te dejo una lista de cosas que puedes observar, para saber si vives en la escasez o en la abundancia…
- Observa si tus pensamientos hablan de escasez (“Jamás lograré esa meta”) o de abundancia (“todo es posible”).
- Observa si sientes tu cuerpo contraído, esperando el golpe de la vida, o si te sientes expansivo.
- Sé consciente de las emociones que experimentas. Recuerda, el miedo, la inseguridad o el rencor, nos hacen vivir en la escasez. El amor, la gratitud y la compasión, nos ayudan a vivir en la abundancia.
- Observa si tus pensamientos fluyen o si se quedan atrapados en ciertos temas.
- Espera lo mejor de la vida y esfuérzate para alcanzar tus metas. Todo es posible.
Cuando vives sabiendo que el universo es abundante, que trae hasta ti lo que necesitas en cada momento y que te da aquello que vibra en tu misma frecuencia, empiezas a comprender el funcionamiento de todo. Comienzas a darte cuenta del enorme poder que hay dormido en ti.
Y para empezar, no viajes al futuro. Mejor comienza aquí y ahora, haz una lista de toda la abundancia que ya hay en tu vida. Comienza por las pequeñas cosas como poder caminar, respirar, amar y continúa con cosas más profundas como la capacidad para reflexionar, aprender y conectarte a la fuente de sabiduría que hay en ti.
Tu mente es un imán… cuídala. El universo te escucha