Los seres humanos somos seres sociales y emocionales que necesitamos vincularnos para experimentar una sensación de pertenencia… ya sea a nuestra familia, amigos, pareja o a la sociedad.
El apego es el vínculo emocional que establecemos con otras personas. Y el primer vínculo (y más importante), lo establecemos con nuestros padres y/o cuidadores.
En el embarazo, la madre ya comienza a crear estos lazos afectivos con su bebé. Desde el útero, el bebé siente las emociones de la madre y puede comenzar a sentirse aceptado o rechazado por ella.
Una vez que el bebé nace, el vínculo emocional y de apego, se consolida con la madre y con el padre. El tipo de vínculo emocional que establezcamos con quienes nos cuidan, determinará cómo nos relacionaremos en el futuro con las personas significativas para nosotros.
Del apego que tengamos, también depende cómo regulamos nuestras emociones, cómo nos relacionamos con otras personas y también influirá en cómo reflexionamos y pensamos de nosotros mismos.
Tipos de apego
Podemos decir que existen dos grandes categorías de apego: apego seguro y apego inseguro. El apego inseguro está formado por tres subtipos de apego.
APEGO SEGURO: Se desarrolla cuando las madres son sensibles a su bebé y responden a las necesidades de éste. Los bebés lloran o protestan cuando la madre se aleja, alegrándose cuando vuelve. La figura de apego aporta seguridad al bebé para que pueda explorar su entorno, regresando de vez en cuando para asegurarse de la presencia de esta figura tan importante. Los niños con este tipo de apego, cooperan y no suelen enfadarse. Se estima que está presente en un 65-75% de los bebés.
APEGOS INSEGUROS: Son aquellos apegos donde el vínculo con la madre o cuidador principal, se desarrolla en torno a la ansiedad, el llanto y el sentimiento de inseguridad ante la presencia y ausencia del cuidador. Podemos hablar de tres tipos de apegos inseguros…
- Apego de evitación: La figura de apego no sabe responder a las necesidades del bebé, éste no muestra enfado ni llanto ante la separación e ignora y evita a dicha figura de apego al regresar (mira o se gira hacia otra dirección). Suelen enfadarse con facilidad y no buscan el acercamiento cuando lo necesitan. Los bebés que han desarrollado este tipo de apego, no les gustan que los tomen en brazos y se quejan y lloran aún más cuando se les deja libres. Este apego lo presenta alrededor de un 15-25% de bebés.
- Apego ambivalente – resistente: La figura de apego no es sensible a las necesidades del bebé de manera consistente (atiende al bebé de manera intermitente), los bebés muestran ansiedad antes de que se aleje esta figura de apego y cuando regresa, busca el contacto aunque es difícil calmarlo. Exploran poco su entorno y aunque desean ser abrazados, están muy angustiados para acercarse o muestran rabietas. Este apego está presente en el 10-15% de los casos.
- Apego desordenado y desorientado: El bebé carece de estrategias para afrontar el estrés de situaciones nuevas o extrañas que requieren protección y búsqueda de confort. Parecen temerosos y confusos, expresan miedo y conflictos respecto de la figura de apego. Este tipo de apego es más común cuando las madres so insensibles, abusivas o han sufrido pérdidas que no han sabido resolver. Este es el apego menos común, estando presente alrededor del 10% de los bebés.
Teniendo en cuenta estos tipos de apego, puedes comprender mejor cómo nos marca el vínculo emocional que establecemos con otras personas y también cómo nos relacionamos con nosotros mismos.
De este vínculo inicial depende…. nuestro auto-concepto, autonomía e independencia, la manera en que regulamos nuestras emociones y cómo socializamos.
Apego y relaciones de pareja
Los primeros vínculos emocionales que establecemos, marcan el resto de relaciones que tendremos, especialmente las relaciones de pareja.
Dependiendo del tipo de apego que tenemos, nuestra relación de pareja puede ser…
- Apego seguro: Se suelen desarrollar relaciones estables, de cercanía y confianza. Estas personas experimentan una mayor satisfacción sexual.
- Apego de evitación: Al tener una imagen negativa de sí mismo, sus relaciones estarán llenas de desconfianza y las relaciones pueden ser fuentes de frustración y profunda insatisfacción. Pueden sentirse incómodos con la intimidad y son distantes emocionalmente. Este tipo de apego se asocia a mayor desapego emocional en las relaciones sexuales y a tener relaciones superficiales y de corta duración.
- Apego ambivalente – resistente: Estas personas suelen tener relaciones conflictivas y son dependientes de otras personas. Sus relaciones se desarrollan en torno al sentimiento del miedo a ser abandonado y no ser amado.
Tomando consciencia
El apego establecido en la infancia, extiende su influencia en la vida adulta. Podemos tener la sensación de que algo más allá de nosotros mismos, nos dirige en nuestras relaciones de pareja y relaciones de amistad.
Esta “mano invisible” es el apego que hemos establecido en edades tempranas de nuestra vida. Tal vez te preguntes si podemos vincularnos de otra manera, superando el apego creado por nuestros padres y/o cuidadores.
La clave en esto (como en todo), es la toma de consciencia
Te animo a que leas bien los tipos de apego que he descrito en este post y te encuadres en alguno de ellos. Si te cuesta mucho identificarte en alguno de ellos, explora las relaciones de pareja que has tenido y observa si encaja en alguna de las categorías que te he indicado un poco más arriba en este post.
Cuando tomamos consciencia de qué es lo que nos mantiene presos en relaciones que no nos satisfacen o que nos hacen sentir una gran desconfianza o dependencia, nos empezamos a liberar un poco de esas cadenas invisibles que nos unen a personas que confirman nuestros miedos o nuestra desconfianza.
Una vez que hayas tomado consciencia, no entres en el rencor hacia tus progenitores y/o cuidadores. Lleva tu mirada adulta y amable a tu interior y comprende que tus cuidadores hicieron lo que pudieron y supieron, pero tú puedes cambiar la manera en que te vinculas con otras personas.
Esta transformación requiere mucha valentía porque supone entrar en tus profundidades, en tus miedos, en tus heridas y sombras. Solo cuando sanamos internamente, podremos vincularnos de manera saludable con otras personas.
La toma de consciencia te da poder, iluminando lo que actuaba en las sombras