La vida es un equilibrio constante entre la energía que desgastamos y la que reponemos. 

Esto es tan cierto para nuestro cuerpo como para nuestra mente y emociones. 

Lo que suele ocurrir, es que estamos ciegos ante las señales de nuestro cuerpo y mente. El temor a sentir demasiado, el miedo a no saber qué hacer con emociones que nadie nos ha enseñado a regular, hace que nos distanciemos de las señales del cuerpo, lo que nos termina alejando de nosotros mismos. 

Y cuando estamos ciegos y sordos a las señales que nos envía nuestra energía vital, contenida en cada célula del cuerpo, acabamos por forzar demasiado esta máquina perfecta que es el cuerpo. 

Es en esos momentos donde nos quedamos demasiado tiempo en el estrés, en la sensación de amenaza y comenzamos a vivir en un mundo inseguro donde todo es potencialmente peligroso para nuestra supervivencia. Y en esos momentos, desgastamos las pocas reservas de energía que teníamos. 

Y cuando llega ese momento culmen de desgaste energético excesivo, llega la enfermedad, la somatización. Y solo cuando el cuerpo ya no es capaz de continuar con nuestro ritmo frenético de vida, es cuando paramos. 

Este ciclo que acabo de describir, es la realidad de buena parte de la humanidad. A mí me ha ocurrido de manera cíclica a lo largo de los años, especialmente cuando me fuerzo demasiado o me exijo más de lo que puedo dar en cada momento.

Y no se trata de tener menos metas, sino de adaptarlas a mi nivel de energía diaria. Porque no todos los días tengo la misma energía ni todos los días me desgasto igual… pero cuando me hago consciente del nivel de mi “batería interna” y adapto mis actividades y exigencias, estoy empezando a cuidarme. 

Hay un ejercicio que suelo enviar a mis pacientes que se exigen demasiado, lo llamo “el diario energético”. Consiste en apuntar en una libreta o en el móvil varias cosas…

• Tomar una medida del porcentaje de batería interna en la mañana.
• Tomar una medida del porcentaje de batería interna en la tarde.
• Apuntar 3 emociones que hayamos sentido a lo largo del día. 

Estos tres parámetros me ayudan a comprender mi nivel de energía matutina, lo que me ayudará a adaptar mis metas para no desgastarme del todo. También me ayudará a comprender cómo me he desgastado a lo largo de la jornada al hacer esa medida en la tarde. Por último, las 3 emociones me permitirán conocer si tengo fugas energéticas por cuestiones emocionales. 

Te invito que al menos durante una semana, hagas este sencillo ejercicio… los resultados te sorprenderán. 

La clave está en conocerte profundamente y adaptar tus exigencias y metas diarias en base a la energía de tu cuerpo y mente y no solo por lo que te marca el calendario o la planificación. 

Nos desgastamos tanto, que en la semana debemos tener espacios de reparación, como yo digo, es acudir al “taller” para reponer la energía perdida. 

PAS y lugares de reparación

Hace unos meses, escuché un podcast de Marian Rojas Estapé donde hablaba de las personas altamente sensibles (PAS) y de la necesidad de tener “lugares de reparación”. 

Esta autora, se refería a estos lugares de reparación como espacios y actividades diarias que nos ayuden a reponer la energía desgastada. 

Las personas altamente sensibles (PAS), captamos mucha información que procesa en grandes cantidades nuestro cerebro. Esto, unido a nuestra sensibilidad emocional y alta empatía, nos hace especialmente vulnerables al desgaste energético. 

A las PAS nos desgastan cosas diferentes que a otras personas…

• Los lugares muy concurridos, con mucha gente. 
• Los lugares con sonidos fuertes o multitud de conversaciones a la vez.
• Las interacciones sociales son un reto por el alto procesamiento de información. 
• Las relaciones sociales nos agotan emocionalmente por la alta empatía. 
• El exceso de pensamientos y nuestra parte analítica, nos desgastan mucho. 
• Nuestros sentidos hiper-estimulados, quecaptan más información. 
• La capacidad intuitiva que poseemos, capaces de captar lo que no se dice, emociones ocultas. 

Por todo ello, cualquier interacción cotidiana, es potencialmente desgastante para las PAS, por eso necesitamos un extra de cuidados. Porque sin energía, llega el agotamiento, la tristeza, la ansiedad, las rumiaciones, la negatividad, podemos sentirnos víctimas de la vida y nuestra sensibilidad emocional se amplifica. 

Seas o no PAS, tú también necesitas tus lugares de reparación, necesitas hacerte consciente del desgaste energético diario e incluir actividades diarias y semanales que te ayuden a reponer esa energía física, emocional y mental desgastada. 

Lugares de reparación

Podemos hablar de lugares de reparación para hacer referencia a espacios físicos, espacios internos o actividades a las que acudimos para conectar con nosotros y equilibrarnos. Mis lugares de reparación son…

• La naturaleza: Para mí es el lugar donde mis baterías internas se recargan. Es suficiente con hacer una caminata de 1 o 2 horas en un bosque, por la playa, conectando con la luz del sol o con la niebla, conectando con los sonidos naturales como el canto de los pájaros o el sonido del viento y voy sintiendo cómo me recargo poco a poco. La señal de este equilibrio energético, es que siento una profunda paz y una relajación tan profunda a nivel mental, que las rumiaciones se disuelven y puedo vivir en el presente, señal de que la serotonina está haciendo su efecto en mi equilibrio emocional y mental. 

• Escuchar música: Cada PAS tenemos un sentido magnificado, un canal por el que captamos más información y al mismo tiempo, el sentido que más nos puede saturar. Lo importante de conocer nuestro sentido más desarrollado, es que podemos equilibrarnos también a través de él, porque es el que más nos desgasta, pero también el que más nos equilibra. En mi caso, mi sentido más desarrollado es la audición… lo que no es de extrañar porque siempre me ha gustado escuchar y para mi trabajo, es el sentido más importante. Cuando me siento saturada de emociones por un día donde he usado demasiado mi empatía, no hay nada como ponerme música para re-equilibrarme. Cada día necesito una música distinta… a veces es música instrumental, otras veces sonidos de naturaleza, otros necesito música triste y otros más prefiero la música que trae ritmo a mi vida. 

• Dormir: Aunque te suene raro, dormir también es un espacio de reparación. Tras un día intenso emocional o mentalmente, no hay nada como dormir para repararme y reponer la energía perdida. Tengo varios pacientes PAS que indican que dormir les ayuda a reiniciarse emocionalmente y ver las cosas con perspectiva. 

• Hablar con alguien de confianza: Con tantas emociones contenidas en mi piel, con tantos pensamientos bullendo en mi cabeza, hablar con alguien de confianza, alguien que sé que no me va a juzgar y que no quiere solucionar mis problemas sino tan solo estar presente y escucharme mientras pongo en palabras mi complejo mundo emocional, es un antídoto ideal cuando me siento desbordada emocionalmente.

• Escribir: Poner en palabras lo que siento y cómo veo la vida, siempre ha sido para mí un gran recurso. Como PAS, a veces tengo un pensamiento demasiado profundo o melancólico y cuando escribo, siento que mis emociones encuentran una salida y siento un alivio rápido de la presión emocional. Si tuviera que elegir una sola cosa que hacer el resto de mi vida, sin duda sería escribir. 

• Leer: El gran compañero de la escritura es la lectura. Reservarme un tiempo semanal para ampliar mis conocimientos en un entorno tranquilo, silencioso, donde puedo dar rienda suelta a mi mente para que conecte información nueva y otra que ya tenía acumulada, es un momento de renovación profundo para mí. 

• La soledad: Creo que una de las cosas que más nos caracteriza a las PAS, es nuestra necesidad de soledad. La necesitamos porque anhelamos retirarnos del mundo y de la vida social, porque solo así podemos repararnos energéticamente de la forma adecuada. A veces me gusta tanto la soledad y el silencio, que debo obligarme a salir de ella porque la soledad en pequeñas dosis me equilibra, pero en dosis demasiado grandes, me desgasta… todo es cuestión de equilibrio. 

• Meditar: Hace unos seis años que me introduje en la meditación y desde entonces, se ha convertido en mi lugar favorito del mundo. Porque cuando medito, entro en mí, me permito ser como soy, me acepto en todas las formas y ámbitos. Me permite calmar mi cuerpo agitado, me permite serenar mi mente, llena de pensamientos, me conecta con lo simple… la respiración, sentir mis pies sobre el suelo, el latido de mi corazón, mi cansancio físico y mental. Cuando medito, me convierto en alguien capaz de aceptarlo todo tal y como es, más allá de juicios y críticas. 

Espero que mis lugares de reparación hayan contactado con lo que tu mente y cuerpo necesitan. 

Te dejo ya con una última pregunta… ¿Cuáles son tus lugares de reparación?

“El equilibrio no se encuentra, se crea”

– Jana Kindsford –