La práctica de la psicología tiene mucho de escucha, aunque también de hablar, comunicar.
Los psicólogos comunicamos de diferentes maneras… a través de palabras y de gestos, a través del silencio y de breves sonidos de asentimiento. A veces comunicamos a través de pequeños aprendizajes.
Pero creo que mi manera favorita de comunicación en terapia, es a través de las preguntas.
Sí… las preguntas.
Una de las cosas que aprendes en la práctica terapéutica, es que las preguntas son una manera perfecta de comunicación… siempre y cuando no se convierta en un interrogatorio.
Las preguntas muestran interés en el otro, es una invitación en la otra persona a que reflexione o mire en lugares que antes no había mirado. Las preguntas nos ayudan a conectar con nosotros, las preguntas son reveladoras.
No es tan importante hacer muchas o pocas preguntas, como hacer las preguntas adecuadas a cada momento del proceso terapéutico.
Y saber eso es un arte que adquirimos al tener horas y horas de terapia con pacientes. Porque saber qué preguntar en cada momento, requiere mucho de la presencia terapéutica, de la conexión con el paciente y de la empatía y compasión que todo psicoterapeuta ha de desarrollar.
Me gustan las preguntas… siento que dan espacio a la otra persona, están fuera de todo juicio y crítica, creo que las preguntas dan libertad. Y sentirnos libres en el entorno terapéutico, es la base para continuar y finalizar un proceso de terapia psicológica.
Aunque pueda parecer sencillo, el psicólogo ha de estar conectado al paciente y a sí mismo, pero sobre todo, debe tener un esquema mental de dónde se está en cada momento de las sesiones terapéutica y a dónde queremos llegar. Porque necesitamos ver en perspectiva el punto de origen y el de destino, para poder guiar al paciente a través de este camino de autoconocimiento.
He de confesarte que con los años de experiencia, este esquema mental surge por sí solo y tu mente simplemente te va indicando el momento adecuado de hacer tal o cual pregunta. Me encanta tener esa sensación de saber dónde estoy y a dónde me dirijo en ese espacio sagrado de la terapia. Me habla de intuición, de experiencia, de capacidad analítica… y todo eso me encanta.
Tal vez te sorprenda que te hable tanto de este proceso interno que todo psicólogo cognitivo suele realizar. Tal vez te sorprenda aún más que te hable tanto de las preguntas y de su importancia en la terapia.
Pero es que el método del que te voy a hablar hoy, el diálogo socrático, tiene que ver con todo esto. Antes de hablarte algo más de esta técnica, quiero presentarte a Sócrates… aunque tengamos que viajar en el tiempo y el espacio, hasta la Grecia del siglo V a.C.
Sócrates
Sócrates fue un filósofo griego que vivió en Atenas del 470-399 a.C. Maestro de Platón, fue condenado por la asamblea de Atenas y murió pasados 30 días, con 70 años, tras beber una copa de cicuta.
La razón por la que le condenaron, tuvo que ver con lo que hizo toda su vida… las preguntas. Muchos le acusaron en ese juicio, pero se sabe que especialmente importante fue la acusación de un curtidor que afirmaba que Sócrates, con sus preguntas, había persuadido a su hijo para que dejara el negocio familiar y se hiciera filósofo.
La psicología es una disciplina joven, tiene apenas 300 años de antigüedad, pero considero que las bases sólidas de la psicología, se encuentran lejos… en la filosofía.
Siempre me ha gustado la filosofía, creo que es una manera de aproximarnos a una comprensión más profunda de la vida y del ser humano. Platón siempre me ha atraído por sus interesantes reflexiones, decía cosas como que en realidad nunca aprendemos nada nuevo, tan solo recordamos.
Volviendo a Sócrates, pagó un alto precio por hacer más libres las mentes de aquellas personas que se topaban con él. Pero se dice que incluso en el momento de su muerte, continuaba hablando, compartiendo con sus discípulos aquello que había aprendido en su longeva vida.
En esos momentos, Sócrates vivió la muerte más como una liberación que como un castigo, él sabía que su alma inmortal estaba encerrada en el cuerpo, pero su alma se liberaría cuando su cuerpo dejara de respirar y de latir. Incluso en su lecho de muerte, estaba orgulloso de haber dedicado su vida a la noble virtud del conocimiento.
El diálogo Socrático
Los psicólogos que hemos aprendido el enfoque cognitivo, le debemos mucho a Sócrates. Esta técnica y enfoque me gusta porque me convierte en una guía del paciente, me permite tomar la mano de la persona que está frente a mí y aventurarnos juntos en los recovecos de su mente, de su corazón e incluso de su alma.
Y es que cuando vamos acompañados por otro, esta exploración interior es menos aterradora.
Una de las cosas que más me gustan del diálogo Socrático, es que está más allá de la crítica y de los juicios. El terapeuta, al ser neutral en sus preguntas, enseña al paciente a serlo también consigo mismo. Y ese es uno de los aprendizajes más importantes que hacemos en terapia… a ser amables con nosotros, a consolarnos y comprendernos.
Hay pacientes que tienen una gran capacidad introspectiva, para quienes las preguntas son un desafío, algo que les llena de curiosidad. Otros pacientes, aprenden en terapia a profundizar en sí mismos, a hacerse preguntas y ellos mismos a responderlas.
Sea como sea, en el diálogo socrático, los terapeutas ponemos a prueba todo lo que se dice, incluso lo que el paciente cree saber de sí mismo. Así, recogemos evidencias y confrontamos al paciente con sus propias creencias… algunas racionales, otras irracionales y dolorosas.
A través de estas preguntas, también profundizamos en las experiencias internas (físicas o mentales) que está teniendo ante una experiencia concreta. En ocasiones, el nivel de consciencia es tan bajo, que necesitamos preguntar cómo ha sentido una emoción. Y es en ese momento donde empezamos a hacer magia… estamos aumentando el nivel de consciencia del paciente.
Al final, este método, nos ayuda a introducirnos en el razonamiento y la lógica subyacente de los pensamientos y creencias que posee el paciente sobre la vida, el mundo, sobre sí mismo y los demás. Porque esa es la cosmología de esa persona, las gafas a través de las cuales ve todo lo que hay a su alrededor.
Me gusta pensar en el diálogo socrático, como en un descubrimiento guiado… dando luz en algunos rincones de la mente del paciente, que no sabía que existían, pero que estaban dirigiendo su vida. Todo lo que está en la oscuridad, todo aquello de lo que no somos conscientes, está arraigado en el subconsciente y es así como vivimos atrapados en patrones repetitivos.
Se suele pensar que los psicólogos tenemos todas las respuestas…
Te diré un secreto… los psicólogos aprendemos con cada persona que llega a nosotros. Pero lo más importante es que tú eres quien más sabes de ti mismo… solo que hay sitios internos a los que nunca has llegado… tal vez por miedo o tal vez porque no sabías que existían.
Siento que cada conocimiento que he adquirido de la mente humana, se lo debo a mis pacientes… por eso estoy llena de gratitud hacia ellos, porque me dan tanto sin saberlo.
Al final, el diálogo socrático consiste en la toma de consciencia… y de alguna manera extraña, la filosofía de la antigua Grecia, se toca con la filosofía oriental del budismo.
Hazte preguntas, desgrana cada cosa que das por sabida, mantén tu curiosidad y conócete profundamente.
Y si sientes que necesitas ayuda para este bello proceso de autoconocimiento, te recuerdo que yo siempre estoy disponible para ti.
“Solo el conocimiento que llega desde el interior es verdadero conocimiento”
– Sócrates –