La resaca emocional

Las emociones humanas son las que nos hacen tan especiales y únicos. 

Son las emociones las que nos hacen vivir la vida plenamente, las que nos conectan más profundamente con nosotros mismos y eso es lo que posibilita la interconexión humana. 

Cuando no hemos aprendido a regular nuestras emociones, éstas llegan con gran ímpetu, con mucha fuerza y ponen patas arriba nuestro mundo interno.

Con emociones intensas que llegan y descargan toda su energía sobre nuestro cuerpo, mente y conducta, perdemos mucha energía, se producen fugas energéticas con las que cargamos por mucho tiempo. 

Cuando abusamos del alcohol, se produce lo que llamamos “resaca”. Son las consecuencias físicas, mentales y energéticas de haber introducido en nuestro cuerpo y torrente sanguíneo, una sustancia que nos ayuda a desinhibirnos pero que tiene un efecto depresor pasadas unas horas. 

Los síntomas habituales de las “resacas alcohólicas”, son: cansancio, dolor de cabeza, sed, dolor de estómago, mayor sensibilidad a luces, olores y/o sonidos, irritabilidad, sudoración y posiblemente presión arterial alta. Estos son síntomas de un cuerpo que trata de expulsar una sustancia ajena a sí mismo que cambia el funcionamiento de todo el cuerpo.

Aunque este término no es científico ni se habla de ello en las clases de psicología, yo misma he experimentado muchas veces la “resaca emocional”.

Cuando hablo de “resaca emocional”, me refiero al desequilibrio que deja una emoción intensa no regulada, en el cuerpo y la mente. En terapia transpersonal solemos hablar del “psico-cuerpo” para referirnos a esta unión de la mente y el cuerpo. Ambos están conectados de manera tan intrincada, que es casi imposible diferenciar cuándo empieza el cuerpo y cuándo la mente. 

Comprender que toda emoción supone un cambio energético en el cuerpo físico y un desequilibrio en el mundo mental, es el primer paso para entender mejor las consecuencias de las emociones no reguladas. 

Identificando la resaca emocional

Este tipo de resaca, se produce cuando hemos experimentado una emoción muy fuerte que ha conllevado una expresión de la misma o cuando hemos tenido que reprimirla, esconderla en los recovecos de la mente… con el gasto energético que eso supone para nosotros. 

La represión habla de tapar la emoción, de hacerla “desaparecer”, en todo caso solo podemos ocultar o esconder la emoción, pero ésta seguirá activa en segundo plano y gastando nuestros recursos internos. 

La resaca emocional puede estar presente cuando expresamos una emoción o cuando la reprimimos. Porque el desgaste interno, persiste. Los pasos habituales en el desarrollo de toda “resaca emocional”, son…

Movimientos internos de la emoción: Las emociones, al ser energía en movimiento, nos van a generar una serie de sensaciones físicas. Si nos hemos desconectado mucho del cuerpo, no sentiremos nada. Si ese es tu caso, te animo a que empieces a re-conectar con tu cuerpo a través de tus cinco sentidos. Las emociones se expresan a través de nudos (en el estómago, en la garganta), vacíos (en el estómago, en el pecho), presiones (en el pecho, en la cabeza), dolores, temblores, etc. Observar y ser conscientes de los movimientos de la emoción en el cuerpo, nos ayudará a regularla. 

Movimientos mentales de la emoción: Toda emoción, determina los contenidos de nuestra mente. Esos movimientos mentales de la emoción surgen en forma de pensamientos, el diálogo que tenemos con nosotros mismos, cómo nos hablamos y cómo interpretamos las cosas. Si la emoción es intensa, es probable que interpretemos las cosas desde nuestra heridas y sombras (lo rechazado). 

Expresión o represión emocional: Después de sentir la emoción en el cuerpo y/o en la mente, podemos expresar o reprimir la emoción. Hay emociones tan intensas y rápidas, que salen rápidamente en forma de conductas (llanto, gritos, golpes), sin capacidad alguna para regularnos. Esas son las “explosiones emocionales”. Cuando reprimimos una emoción, es probable que necesitemos incluso más energía y fuerza para mantenerla oculta que si la expresáramos. 

Fase de desgaste energético: Esta es la fase de la “resaca emocional” en sí misma. Tras sentir una emoción intensa (ya sea expresada o reprimida), solemos sentir ciertas cosas… 

  • Agotamiento profundo.Cansancio y falta de energía.
  • Dolor de cabeza, aparición de migraña o jaqueca. 
  • Pérdida de apetito. 
  • Infecciones: 5 minutos de una emoción intensa, deprime nuestro sistema inmune al menos por 6 horas. 
  • Incapacidad para pensar con claridad.
  • Exceso de pensamientos negativos sobre uno mismo, los demás o la vida. 
  • Necesidad de dormir.
  • Alejamiento de otras personas, buscando la soledad.
  • Incomodidad con uno mismo (especialmente si hemos actuado de manera impulsiva).
  • Dificultad para tomar decisiones. 
  • Sentir tristeza, culpa, vergüenza, angustia o inseguridad. 
  • Cierta anestesia emocional temporal. 
  • Apatía, desmotivación y procrastinación. 

Seguramente hayas sentido varios o todos estos signos tras haber experimentado una emoción demasiado intensa. Esta “resaca” puede durar desde horas a días, dependerá de cada persona y de su capacidad para volver a su centro emocional. Las personas altamente sensibles (PAS), solemos necesitar días para volver al equilibrio porque se quedan residuos emocionales en mente y cuerpo. 

Y es que toda emoción que requiere de mucha energía para expresarse, acabará equilibrándose en sentido contrario. De ahí que un exceso de energía emocional, nos lleve a una “resaca emocional”. Todo trata de replegarnos en nuestro interior para volver al equilibrio. 

Conviviendo con la resaca emocional

Toda emoción es potencialmente creadora de “resaca emocional”, aunque en mi experiencia, hay algunas emociones que son especialistas en dejarnos sin energía: la ira, la tristeza, la culpa, la alegría que roza la euforia… Por mi experiencia, las “explosiones emocionales” (en positivo o en negativo) tienen una mayor capacidad para generar la “resaca emocional”. 

Lo cierto es que no siempre podremos regular adecuadamente nuestras emociones y esta resaca será inevitable. Lo importante es lo que hacemos una vez que está con nosotros. Te propongo algunas pautas para convivir con ella…

  • Hacerte consciente de tus emociones: Conéctate a tu cuerpo al menos una vez al día, dedícate 5 minutos diarios para cerrar los ojos y seguir el ritmo de la respiración, el latir de vida de tu cuerpo. 
  • Respirar:La respiración nos conecta a la vida y al presente. Es la mejor manera de regular una emoción y de sentirnos conectados a la vida. Si quieres que te ayude a respirar conscientemente, puedes descargar una meditación de cinco minutos guiada por mí, haciendo click aquí
  • Acudir a la naturaleza: Los entornos naturales nos ayudan a equilibrar las hormonas en el cuerpo, refuerzan nuestro sistema inmune. Respirar el aire fresco nos renueva, nos conecta a la Tierra, sentir el sol en la piel nos relaja, escuchar los pájaros nos mece y observar el horizonte ayuda a tomar perspectiva, liberándonos de los pensamientos que nos aprisionan. 
  • Darte una ducha consciente: Es una técnica de auto-cuidado básica. Siente el agua en tu cuerpo, el olor del jabón, siente la relajación que se extiende por tu cuerpo y mente. 
  • Ser amable contigo mismo: No te maltrates, háblate con amor, háblate con empatía y compasión, consuélate cuando sientas una emoción intensa y deja de culparte. Lo importante es aprender con cada situación y evitar repetir aquello que nos hace sentir mal. De esta manera sacarás el máximo provecho de la “resaca emocional“. 

“Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción causa dolor”

– Frederick Dodson –

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