El bambú es una planta curiosa.. es fuerte y flexible al mismo tiempo. Y estas dos características son las que les hace tan únicos. El bambú es tan fuerte, que es más resistente que el acero.
El bambú suele crecer rápido y lo hace por etapas… poco a poco. Los nudos del bambú nos hablan de crecimiento, espera y crecer de nuevo. Sus nudos son una especie de cicatriz que marca los ciclos de vida de esta planta.
Y precisamente estas cicatrices o heridas, son las que hacen tan fuertes y flexibles al bambú. Son estos nudos los que permiten un mayor crecimiento de la planta.
Observar el bambú, nos enseña muchas cosas de la vida…
- La fortaleza se desarrolla a través de las heridas.
- Las heridas o nudos del bambú, lo que parece vulnerabilidad, es en realidad su fortaleza.
- El bambú suele ser hueco por dentro, lo que nos habla de la importancia de dejar espacio interior.
- En ese espacio es donde podemos observar, estar presentes y crecer.
- Tener heridas o nudos vitales, no es indicio de fracaso. Indica un mayor potencial de crecimiento.
- Los nudos o cicatrices, nos hablan de sanación, del descanso previo a seguir creciendo.
Y es que en nuestra vida, como le ocurre al bambú, experimentamos nudos, adversidades y heridas que nos van conformando. Lo importante no es la herida, el nudo o la adversidad, sino más bien lo que hacemos con esa herida o dolor.
Con su crecimiento lento y paulatino, el bambú puede llegar a vivir hasta 120 años. Otra cosa curiosa del bambú, es que se toma tiempo en desarrollar sus raíces, invierte siete años de su vida en crecer en la oscuridad antes de comenzar a salir al mundo.
Me siento bambú… me tomo tiempo para cuidar y hacer crecer mis raíces porque sé que son las que me sostendrán cuando las tormentas lleguen.
Adversidades que nos transforman
El proceso de creación del nudo del bambú es curioso… tiene varias etapas…
- Crecimiento: Esta fase está llena de expansión y energía.
- Parada: Se paraliza su crecimiento, tomándose un tiempo para asimilar los cambios producidos.
- Contracción: Tras esta parada, se produce una contracción interna que promueve sus nudos y más crecimiento.
Estos pasos me recuerdan al proceso de creación que realiza el Dios hindú Shiva. Este dios nos muestra cómo podemos dirigir nuestra energía para crear. En primer lugar se produce una expansión de la energía para crear la materia física, después se produce un descanso para reponer fuerzas y después llega un movimiento de contracción, donde todo se repara y se sana. Tras estas tres etapas (expansión, descanso y contracción), llega un nuevo crecimiento. Si quieres saber más de Shiva, puedes leer un artículo que escribí, haciendo click aquí
Siento que la naturaleza nos susurra en silencio el camino que podemos seguir para nuestra sanación y crecimiento.
La vida de todo ser humano, está llena de adversidades, problemas y conflictos. Cada situación genera en nosotros unas heridas u otras, pero todas ellas son potencialmente transformadoras.
Las crisis son oportunidades para crecer, evolucionar y dejar de hacer lo de siempre, para lo que nos hemos programado a lo largo de nuestra vida. Son oportunidades para salir de esa zona de confort que nos es familiar pero que nos mantiene presos del pasado, de lo que hemos hecho y aprendido hace mucho tiempo y que ya no encaja con la persona que somos ahora y la que queremos ser en el futuro.
Al hablar de crecimiento, hablamos de resiliencia. La resiliencia nos ayuda a no quedarnos atrapados en las experiencias negativas y en los estados anímicos desagradables. Cuando aprendemos a ser flexibles y resilientes, nos damos cuenta de que nuestras emociones son dinámicas, cambian constantemente y siempre vamos a regresar a la serenidad y al equilibrio. La resiliencia consiste en dos grandes fuerzas: sobrevivir y prosperar, que es lo mismo que hace el bambú en sus tres fases de crecimiento, parada y contracción.
Crecemos en las adversidades pero también en la prosperidad. Mi experiencia, es que el inicio de este camino de crecimiento interior, suele venir a través de un golpe, de un dolor, a través de la herida emocional que nos hace sentir vulnerables. Pero tras este primer golpe, crecer y conocernos, es una decisión consciente que tomamos cada día y lo podemos hacer desde la curiosidad y el amor, no solo desde el dolor.
Las claves del bambú
Esta planta oriental nos marca un camino en nuestra vida y nos invita a desarrollar tres actitudes fundamentales…
- Paciencia: Ser paciente es no temer al tiempo, requiere mucha observación, quietud y silencio. Nos ayuda a quedarnos en el dolor y en la alegría, siendo conscientes de que nada dura para siempre. El bambú no teme el momento de la contracción que dará lugar a sus nudos, simplemente espera pacientemente y confía en que ese nudo dé lugar a más crecimiento. Así es como siento que es la paciencia. No se trata de “aguantar“, sino de mantenerme presente en mí en todo momento.
- Flexibilidad: Esta virtud nos permite adaptarnos a cualquier entorno. A veces confundimos la flexibilidad con ser complacientes, cuando en realidad tiene más que ver con la escucha, la observación, la ausencia de rigidez, la mente abierta y la curiosidad. Cuando somos flexibles, lo aceptamos todo, estemos o no de acuerdo. La flexibilidad nos da la libertad de seguir aprendiendo y creciendo cada día, al tiempo que nos conocemos más profundamente.
- Fortaleza: De la paciencia y la flexibilidad, nace la fortaleza. La verdadera fortaleza, crece a través del dolor, de la adversidad, de la alegría y la prosperidad. La fortaleza todo lo admite porque todo forma parte de la vida. Solemos asociar esta actitud con rigidez, pero la verdadera fortaleza es inclusiva, lo acepta todo, es flexible, paciente, observadora y llena de equilibrio. La verdadera fortaleza admite todo porque es la dualidad la que nos hace rígidos.
Observa tus “nudos del bambú”, esas experiencias que te han hecho crecer, contraerte y volver a crecer. Estás vivo, siéntelo a través de tus heridas y de tus cicatrices, siéntelo a través de tu paciencia y amabilidad.
“El bambú que se dobla, es más fuerte que el roble que resiste”
– Proverbio Japonés –