El consuelo es un tema que trato mucho en terapia… tal vez no utilizo siempre este nombre… pero siempre es un recurso que utilizo.
Buscando el significado etimológico de“consuelo”, me he topado con la siguiente definición… “Descanso y alivio de la pena”.
Qué bonitas palabras para definir una sola palabra… no habla de lucha sino de descansar en la pena y en el dolor… y ese descanso es sanador en sí mismo porque nos alivia la carga emocional.
Párate a sentir unos minutos la fuerza de “descansar en la pena”… es liberador, supone aceptar esas emociones de baja frecuencia energética, es abrazar el dolor, la tristeza, la pena… es abrazarnos a nosotros mismos.
El consuelo es suave, amable… lo siento como cuando en invierno, echo una manta alrededor de mis hombros… como en la fotografía que acompaña este post.
Gran parte del consuelo emocional, es simplemente quedarme con mi dolor, con mi angustia, es sostener a esa emoción que trae sensaciones desagradables.
Solemos rechazar esas emociones que nos hacen sentir vulnerables, vacíos, frágiles… cuando son las emociones que mayor presencia y amabilidad requieren de nosotros.
Solo nos conoceremos realmente, cuando seamos capaces de sostener esas emociones que más tememos… ese es nuestro mayor trabajo emocional.
He aprendido que hay varios tipos de consuelo… y de eso te hablaré a continuación.
El consuelo inconsciente
Existe un tipo de consuelo que es inconsciente, es decir, que llevamos a cabo sin pensarlo, ocurre de manera automática, más allá de la mente consciente.
Creo que este tipo de consuelo, es un mecanismo de regulación de nuestra psique, que trata de aplicar hoy los mismos recursos de regulación emocional que nos ayudaron en el pasado.
Y he observado en mis pacientes y en mí, que este consuelo insconsciente, puede tener dos objetivos esenciales…
- Llenar vacíos emocionales: El vacío emocional es doloroso en el cuerpo y en la mente. Solemos evitar el dolor, por lo que podemos poner en marcha algunas cosas para reducir el impacto de sucesos o emociones que nos duelen. Este consuelo emocional, lo hacemos volviendo a aquello que nos ayudó en el pasado. Normalmente acudimos a aquello que consolaba a nuestro niño o niña… la comida, los dulces, los juegos, socializar, ver películas.
- Evadirnos del dolor emocional: Los adultos somos expertos en tratar de evadirnos y no mirar al dolor emocional. En realidad, este tipo de consuelo inconsciente, es una manera poco adecuada para regular nuestras emociones, porque a la larga, puede generarnos muchos problemas. Podemos hacer un consuelo inconsciente a través del alcohol, las drogas, las relaciones esporádicas o los deportes de riesgo, entre otras.
Observa de qué manera inconsciente, te consuelas. Y si sientes que es dañino para ti… sé consciente y abraza tu manera actual de regular lo que sientes… puedes cambiarlo si de verdad lo deseas.
El consuelo consciente
Existe otra manera de consolarme… pero requiere un mayor esfuerzo. Especialmente porque supone aceptar todo lo que hay en mí… mi emoción, mi dolor, mi vacío emocional, mi manera de evadirme.
Creo que rechazamos el consuelo consciente porque supone mirar de frente a las emociones que más tememos.
Consiste en ser conscientes de nuestra emoción y decidir regularla. En mi caso, creo que me consuelo en 3 etapas…
- Etapa 1 – Abrazo la emoción: Es el primer paso y el más difícil. Supone desconectarme de la mente pensante que juzga y critica, para conectarme plenamente a la emoción. Me permito sentirla en el cuerpo, dejo que me cuente la historia que carga consigo, el dolor que lleva a cuestas.La escucho como escucho en terapia con mis pacientes… me mantengo presente, conectada, me dejo impactar por lo que trae hasta mí. Así, la emoción se siente aceptada, amada. Y es que he aprendido que solo me puedo amar a mí misma, cuando amo a mis emociones y les doy espacio.
- Etapa 2 – Regulo mi emoción: Tras convivir un tiempo con la emoción, lo que una vez una paciente llamó “atravesar la emoción”, comienzo a regularla poco a poco… lo hago a través del llanto, hablando con alguien de confianza, escribiendo, respirando conscientemente, meditando. La música es también para mí un consuelo, suelo sentir que ciertas canciones, me abrazan, me ayudan a ser más amable y amorosa conmigo. Se trata de respirar junto a mis emociones, hacerlas partícipes de la vida que vivo.
- Etapa 3 – Me separo de la emoción: Dejo de aferrarme a la emoción, reconozco que yo no soy la emoción y la dejo seguir su camino. Este paso es importante porque ya no uso la emoción en mi contra, la acepto, la reconozco y la dejo ir, soltando esos hilos invisibles que me unen a ella. Siento que es algo parecido a lo que hago en un duelo cuando algo en mi vida acaba (una etapa vital, una relación, un proyecto) o cuando un ser amado fallece.
Yo siento que cada día, hago más un consuelo consciente, aunque eso suponga sentirme mal, llorar y dejar que la emoción salga de mí.
El mundo emocional me parece enigmático y siento que aún tengo mucho que aprender… me mantengo abierta a experimentar cada emoción… aunque duela.
La compasión NO es lástima
Creo que el consuelo es una expresión de la compasión. Y la compasión, es amor.
Hay muchas personas que malinterpretan el sentido de la compasión y la auto-compasión, lo ven como algo negativo, como algo que nos sitúa en el papel de víctimas.
Para aclarar esta duda, hay una frase de Stephen Levine que me encanta…
“Cuando tu miedo toca el dolor de otro, se convierte en lástima y cuando tu amor toca el dolor del otro, se convierte en compasión”
La clave está en ti… en la emoción que te moviliza hacia la persona que sufre (otros o tú mismo).
El miedo… nos bloquea, nos invita a huir. La lástima es un disfraz del miedo… se disfraza de amor y compasión, pero en realidad es un miedo a atravesar el mismo dolor y sufrimiento que la otra persona.
El amor… es lo que transforma nuestra vida. La compasión es el amor hecho presencia, escucha, aceptación.
La compasión y el consuelo, son las bases de la aceptación plena de quiénes somos… y solo cuando nos aceptamos plenamente, estamos en disposición de acompañar y aceptar a los demás.
Yo lo tengo claro… vivo desde el amor y la compasión con otros y conmigo misma.. ¿y tú?
“No pienso en toda la miseria, si no en toda la belleza que aún permanece”
– Ana Frank –


