El budismo es considerado una religión, pero también una filosofía de vida.
Una de las cosas que más me gustan del budismo, es que no es tan dogmática como otras religiones de occidente. De hecho, Buda decía que no debíamos creer sus palabras a ciegas, que debíamos descubrir por nosotros mismos la verdad subyacente en sus enseñanzas.
Y esa libertad que siento cuando me sumerjo en las sabias lecciones de Buda y de otros textos védicos de la India, me ayudan a avanzar más, porque sé que lo que aprendo no es fijo, que debo buscar pruebas para comprobar si esas enseñanzas son así para mí.
La clave del aprendizaje está en mantener la mente abierta, no juzgar ni rechazar ideas que en un principio parecen no encajar con nosotros. Al fin y al cabo, supone mantener la mente del principiante, de ese aprendiz eterno que en realidad somos.
El budismo se basa en el estudio de la mente humana y por tanto, sus aportaciones a la psicología, son muy valiosas. De hecho, para el budismo, la mente es nuestro sexto sentido… y esta concepción de la mente, lo cambia todo.
Llevo ente 2 y 3 años sumergiéndome en las enseñanzas de Buda y en otras tantas tradiciones orientales. Y desde entonces, he comenzado a ver la psicología de otra manera, he comenzado a comprender mejor la mente humana y eso cambia la manera en que trabajo con mis pacientes y el modo en que enseño.
En este artículo, quiero hacerte un resumen de algunas de las cosas que he aprendido del budismo y de las culturas orientales…
Conociendo la mente humana
Las emociones son olas: Siempre me han interesado las emociones y he querido comprender mejor estas sensaciones y este afecto que nos hace humanos. En la carrera de psicología no me hablaron de las emociones, solo de trastornos psicológicos.
No fue hasta que comencé a ejercer por mi cuenta, que comencé a adentrarme en el misterioso mundo de las emociones. Y cuando llegó a mí el mindfulness y el budismo, comencé a comprender realmente lo que son las emociones.
He entendido que las emociones son energía que nacen en nuestra mente (y no solo en nuestro cerebro, porque la mente humana se distribuye por cada órgano y célula del organismo).
También he aprendido que la energía adora moverse y fluir, por eso sufrimos cuando llevamos mucho tiempo estancados en la misma emoción, porque alimentamos la emoción en lugar de liberarla.
Y para mí, la mejor manera de entender las emociones, es verlas como las olas del mar. Y tomando esta metáfora tan usada en el budismo y en atención plena, he comprendido que las emociones siguen las mismas fases que una ola: nacen, crecen y se expresan, alcanzan su cresta y finalmente se deshacen. Es una manera sencilla de observar y comprender mejor tus emociones.
Los pensamientos son nubes: Los pensamientos invaden nuestra mente hasta tal punto, que terminamos fusionándonos con ellos. Nuestra mente se pierde en esos pensamientos y comenzamos a rumiar sin parar, lo que nos hace sentir realmente mal.
Este escenario que te acabo de describir, lo experimentamos todos los humanos. Algunas personas más que otras, pero es una de las maneras en que funciona nuestra mente. Y sufrimos por nuestros pensamientos, porque nos creemos todo lo que nos dice la mente, cuando ella está encerrada y solo puede ver el mundo exterior a través de nuestros sentidos.
Los budistas nos dicen que los pensamientos son nubes y por ello, debemos dejar que fluyan, que recorran el cielo azul (nuestra mente), sin aferrarnos a ellos. Si no podemos abrazarnos a una nube, ¿entonces, por qué hacemos esto con un pensamiento que es tan insustancial como una nube?
Cuando sientas que tus pensamientos te secuestran, imagina que son nubes que recorren el cielo azul y siente cómo poco a poco desaparecen a su ritmo.
La mente es un vacío profundo: Una de las cosas que más me sorprenden, es que el budismo nos indica que la mente es un vacío que nosotros llenamos cada día. Por eso debemos ser cuidadosos con qué pensamientos, emociones y creencias llenamos cada día nuestra mente, porque de eso depende la vida que vivimos.
También nos dicen que el “yo”, este personaje que hemos creado en esta vida, es solo una proyección de la mente y que sin la mente, el “yo o ego” deja de existir.
“Lo que somos hoy, viene de nuestros pensamientos de ayer y nuestros pensamientos actuales, construyen la vida de mañana. Nuestra vida es la creación de nuestra mente”
– Buda –
Comprendiendo la vida
Todo cambia: El budismo no solo me ha ayudado a comprenderme mejor a mí misma, también me ha ayudado a comprender mejor la vida. Y una de las cosas que más temor me ha provocado siempre, han sido los cambios. Desde pequeña recuerdo que la estabilidad y la ausencia de sorpresas, me hacía sentir feliz, deseaba que nada cambiara (algo típico en las Personas Altamente Sensibles).
Sin embargo la vida es puro cambio. El budismo y la atención plena, me han ayudado a aceptar que el cambio es algo natural en la vida y en mí misma. Puedo observar el cambio en mi respiración a cada instante, en el latido de mi corazón, en los cambios hormonales. Y también siento el cambio fuera de mí… en las estaciones, en la noche y el día.
Ahora ya no siento temor ante el cambio, creo que es natural y que es precisamente el cambio el que me permite adaptarme mejor al mundo en que vivo y me ayuda también a conocerme mejor.
Liberarnos de los juicios: En occidente hemos aprendido a juzgarlo todo y a ver el mundo a través de extremos, porque la vida es “buena” o es “mala”. El caso es que liberarnos de los juicios, es un proceso que lleva tiempo porque supone cambiar nuestra mentalidad, nuestra manera de ver el mundo y la vida.
El budismo y la atención plena, nos ayudan a liberarnos de los juicios y críticas, porque no hay cosas buenas o malas, solo hay cosas que nos hacen sentir bien, y cosas que nos hacen sentir mal. Todo depende de cómo interpretamos lo que nos ocurre.
Alcanzando la ecuanimidad: La ecuanimidad es un estado de conciencia en el que somos capaces de liberarnos de los juicios y aceptar las cosas tal y como son. En realidad, supone ser neutrales ante cualquier suceso, pensamiento o emoción, observándolos, identificando su presencia, pero sin juzgar.
Cuando somos ecuánimes, vivimos con neutralidad la alegría y la tristeza, el bienestar y el sufrimiento. No quiere decir que las cosas nos gusten o dejen de gustarnos, simplemente aceptamos las cosas como son. Es en este momento en que dejamos de luchar y resistirnos y empezamos a observar las lecciones detrás de cada situación.
Te invito a crear un espacio de calma dentro de ti, abandona los juicios y observa las situaciones tal y como son. Lo que te hace sufrir es tu reacción a esas situaciones, es tu deseo de prolongar lo que te gusta y de evitar lo que no te gusta.
De todas estas cosas y muchas más, estoy enseñando y aprendiendo en el “Acompañamiento Consciente”. Quienes forman parte de este aprendizaje consciente, están accediendo a la sabiduría milenaria de Buda y de los textos hindúes antiguos, que nos señalan el camino a seguir para vivir plenamente.
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