Yo te hablo mucho de la importancia de conectarte a ti mismo, de ser consciente de lo que ocurre dentro de ti… de tus pensamientos, emociones y energía.
Pero hoy quiero explorar contigo la conexión que nace de ti y va más allá de tu cuerpo físico, conectándote con el mundo natural que te rodea.
Nuestros ancestros caminaban descalzos por la tierra, en contacto directo con las energías sutiles que viven en las profundidades de la tierra.
La humanidad en ciernes respiraba aire puro, conectándose más profundamente con las energías cósmicas que llegaban del infinito universo y que han ido modelando nuestro cuerpo, nuestro cerebro e incluso nuestras ondas cerebrales.
Tú y yo hemos vivido esa realidad… solo que no lo recordamos… nuestros antepasados nos legaron este cuerpo lleno de sabiduría en el que debemos zambullirnos para comprender… para recordar…
Escuchando el latido de la Tierra
Tal vez no lo sabes, pero nuestro planeta tiene un latido, solo que es tan sutil que no lo escuchamos.
Su latido se llama “Resonancia Schumann” y sin ella no podríamos vivir porque nos ha acompañado en nuestra evolución, desde que fuimos una bacteria pequeña hasta el complejo ser humano que somos ahora.
La resonancia Schumann es un campo electromagnético presente en la atmósfera de la Tierra y su patrón rítmico es de 7,83 Hz, es decir, que vibra 7,83 veces por segundo.
Nuestros oídos no lo perciben, pero siempre nos acompaña, siempre está con nosotros.
En el mundo moderno tenemos una gran contaminación energética, estamos rodeados de ondas de radio, ondas electromagnéticas, 3G, 4G y ahora el nuevo 5G. Todo esto hace que el poder de la resonancia Schumann sea un poco menos intensa, pero continúa acompañándonos.
Aquellos lugares en los que la naturaleza apenas ha cambiado en siglos, conservan una comunicación más profunda con esta resonancia que ha promovido nuestra evolución.
Por eso acudir a pueblos, aldeas o lugares naturales, tiene un efecto tan positivo en nosotros, porque la resonancia Schumann es capaz de penetrar más fácilmente en nuestras células y promover la salud.
En cuanto a nuestra evolución cerebral, se cree que las ondas cerebrales superiores y más evolucionadas, se desarrollaron gracias a esta energía sutil, de modo que la actividad de nuestras neuronas interaccionó con esta resonancia y juntos crearon algo nuevo, una actividad cerebral que nos permite ir más allá de nosotros mismos, hasta llegar a conectarnos con el universo al completo.
Debes saber que la resonancia Schumann solo existe en la Tierra (por lo que se sabe hasta ahora), lo que nos indica la importancia que tiene en nuestra evolución como especie.
Ya te he hablado de nuestro corazón y cómo crea un campo electromagnético a nuestro alrededor. Pues debes saber también que nuestro corazón se sincroniza con la resonancia Schumann, lo que nos ayuda a adaptarnos a los ciclos de la Tierra y del cosmos al completo.
Cuando estamos estresados, además de activar la respuesta de “lucha-huida” en nuestro cuerpo, también impedimos que nuestro cerebro y cuerpo se coordinen con la resonancia Schumann, desconectándonos de aquello que nos ayuda a seguir evolucionando y a mantenernos conectados al planeta.
Por eso debes acudir a la naturaleza, para conectar más profundamente con esta energía que nos ha apoyado en cada paso de la evolución. Y si no puedes ir a estos lugares, puedes buscar pistas de audio o aplicaciones para móvil que transmiten esta frecuencia para que tu cuerpo lo sienta, para que tu mente no olvide sus orígenes.
La resonancia Schumann es una energía viva que nos ayuda a adaptarnos
Conectando con los bosques y su sabiduría
Los bosques son mágicos… solo tienes que acudir a uno de ellos para darte cuenta.
En el bosque los ruidos se atenúan, los sonidos se amplifican y te haces consciente de la vida que hay en ellos. La luz del sol toma otro brillo… se convierte en una luz viva que cambia constantemente, que se filtra entre las ramas y crea imágenes llenas de magia y espiritualidad.
En los bosques me siento más cerca de la divinidad porque me doy cuenta de que habita en cada hoja, en cada rama, en cada ser que lo habita. Y eso me recuerda que yo también procedo de esa energía creadora, que yo también soy luz cuando decido serlo.
Más allá de esta experiencia subjetiva que tengo cuando acudo a un bosque, me gusta conocer lo que ocurre donde mis ojos no pueden ver, donde mis sentidos no llegan y por eso me fascina leer sobre el maravilloso mundo de los árboles y su sabiduría profunda.
Tendemos a creer que un árbol es pasivo, que se pasa decenas, cientos o miles de años quieto, incapaz de moverse, incapaz de comunicarse. Pero recuerda que existen cosas más allá de tus sentidos, de hecho existe una realidad asombrosa en torno al mundo vegetal.
Los árboles, plantas y flores, están tan vivos que se adaptan a su entorno, lo perciben, sienten lo que ocurre a su alrededor e incluso modifican su conducta para adaptarse al mundo cambiante en el que viven.
Las plantas y árboles toman decisiones y sienten emociones como la compasión, pues cuando un árbol está enfermo, el resto de árboles envían más nutrientes por sus raíces para fortalecerlo… si eso no es amor, no sé qué podrá ser.
Los árboles crean comunidades y velan por el bienestar de todos sus miembros, de hecho, los árboles moribundos deciden voluntariamente enviar sus nutrientes a los árboles más jóvenes antes de desfallecer, para que sigan creciendo aunque ellos ya no estén aquí.
En los bosques se produce un magnífico intercambio de información y si pudiéramos verlo, nos daríamos cuenta de la comunicación profunda que se produce entre sus raíces, avisándose de peligros.
Para comunicarse con aquellos árboles que se encuentran lejos, se aseguran de que el mensaje llegue por medio de mensajes olfativos, liberando sustancias químicas que el viento transportará para asegurarse la supervivencia de toda la comunidad.
De modo que los árboles se mueven porque el aire y los animales transportan sus semillas a cientos de kilómetros de distancia, se comunican pero en silencio, sin crear alborotos, a través del aire y entre sus raíces.
Para los bosques, la supervivencia de un árbol no tiene sentido sin su comunidad, ¿cuánto tiempo más nos costará comprender a los humanos que nuestra capacidad para sobrevivir requiere que actuemos juntos como una comunidad?
Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de ayudar a otros en su evolución, cada uno de nosotros podemos volver a nuestras raíces, a la naturaleza, para bañarnos en las energías sutiles que nos han ayudado a evolucionar, a vivir, a respirar.
Adéntrate en este nuevo mundo donde todo está conectado… donde somos uno