La mente humana es el mayor de los misterios.
Tendemos a buscar fuera de nosotros la magia… en el universo o en el fondo marino… cuando la mayor magia de todas, está encerrada en nuestra mente.
Tal vez sientas que tu mente está en tu cerebro… la realidad es algo diferente… porque nuestra mente está en todo nuestro cuerpo, en cada célula que compone el complejo ser humano que somos.
La mente humana es un misterio porque no sabemos apenas nada de ella.
Creemos que solo existe aquello de lo que somos conscientes, perdiéndonos en nuestra vida cotidiana… en los miles de millones pensamientos diarios que tenemos, angustiados por las emociones que nos atenazan a diario.
Y nos olvidamos de que todo eso es solo la punta del iceberg. Porque lo que de verdad dirige nuestra vida, queda oculto a nuestra consciencia, a nuestras neuronas.
La vida inconsciente es la que nos guía, es la que nos empuja a actuar, decidir y reaccionar como lo hacemos.
Como exploradora de la mente, me adentro en la mente consciente e inconsciente. Y me sorprende descubrir cómo se estructura y construye la mente humana… porque lo hace a través de heridas, de programas y códigos heredados y aprendidos.
Pero cuando me adentro en mentes ajenas, sigo unos pasos concretos… porque no puedo alcanzar el inconsciente sin hacer daño, si antes no he accedido a la mente consciente.
Por eso siento que la mente se construye a través de sedimentos, como ocurre con la Tierra, que se ha ido construyendo poco a poco… año a año… milenio a milenio… capa a capa. Vamos a recorrer estos sedimentos y comenzaremos por la superficie, por el suelo, por el presente… por la mente consciente.
La mente consciente
La mente consciente contiene todos sus componentes visibles…emociones, pensamientos, auto-diálogo y creencias. De sus procesos nos damos cuenta en nuestro día a día. Los sedimentos dentro de la mente consciente son…
Emociones: Nos informan de nuestro mundo emocional y nos ayudan a adaptarnos al mundo que nos rodea. Las emociones nos han hecho seres sensibles. Me gusta pensar en la sensibilidad humana como en un instrumento… un violín. Al ser altamente sensible, siento que debo calibrar bien mis emociones, porque la siento intensamente, profundamente. Cuando soy capaz de sentir mis emociones y las permito expresarse tal y como son, siento que tengo afinado mi instrumento emocional… aunque a veces me llene de tristeza, de melancolía o de profunda gratitud.
Las emociones nos hacen sentir vivos… a veces demasiado, por eso huimos de las emociones y las escondemos. Podemos huir de ellas de muchas maneras… creando una armadura emocional para evitar herir y que nos hieran, aislándonos, evitando exponernos a situaciones emocionalmente extenuantes, huyendo del dolor y la tristeza.
A veces las emociones se expresan intensamente y otras veces en silencio, a través del cuerpo… a través del dolor físico, a través de unas lágrimas, a través de un peso en el pecho que nos conecta con el vacío. Esas sensaciones son emociones no escuchadas, no atendidas… olvidadas.
Pensamientos: Estamos más familiarizados con los pensamientos… a veces es lo único que escuchamos dentro de nosotros. Los pensamientos dependen de nuestras emociones, de modo que podemos acceder a la emoción oculta a través del pensamiento.
Podemos sentir que un nubarrón gris se cierne sobre nosotros cuando tenemos muchos pensamientos o cuando éstos son negativos. Podemos sentirnos libres cuando nuestra mente está ligera y los pensamientos son solo nubes esponjosas. Como verás, emociones y pensamientos se retro-alimentan, porque la emoción produce el pensamiento y el pensamiento cambia la emoción (la aumenta o disminuye).
Auto-diálogo: Todos los seres humanos hablamos con nosotros mismos. Para algunas personas, esa voz interior es apenas un susurro, el reflejo de su propia auto-consciencia. Para otras personas, la voz interior es un crítico que acosa y critica todo cuanto hacen, sienten o son. Esta voz interior la hemos ido creando a lo largo de nuestra vida, a través de las críticas externas e internas, a través del amor recibido y sentido dentro de nosotros, a través de la esperanza o gratitud.
Todos tenemos un auto-diálogo de base, aprendido. Pero todos podemos cambiarlo, especialmente cuando este diálogo interno es negativo y arrasa con nosotros mismos. Hay esperanza.
Creencias: Somos la suma de experiencias vividas y de aprendizajes de nuestro entorno. Desde que somos pequeños, vamos absorbiendo, cual esponja, todo cuanto ocurre a nuestro alrededor. Puede ser que un comentario sutil, inocente por parte de nuestros padres, configure una creencia limitante sobre el dinero, el amor o nosotros mismos. Otras veces son nuestras experiencias las que conforman nuestras creencias.
Tenemos creencias limitantes y potenciadoras… la buena noticia es podemos transformar las limitantes en potenciadoras. Porque nuestra mente es flexible, es de plastilina y podemos usar esta maravillosa capacidad a nuestro favor.
La mente inconsciente
El siguiente gran nivel, está conformado por el inconsciente, ese almacén donde guardamos todas nuestras experiencias. Podemos acceder a estos recuerdos a través de la mente consciente. Cuando se produce un trauma o experimentamos un suceso muy impactante emocionalmente, podemos encerrar en una caja esos recuerdos y para rememorarlos, tenemos que descender a propósito al subconsciente y sacarlos a la luz.
El 95% de nuestra vida mental, se produce en este sedimento o nivel inconsciente. Por eso es tan importante saber qué contiene, porque es el que dirige nuestra vida. Algunos de los componentes de este nivel, son…
Heridas emocionales: Todo lo que vivimos en nuestra infancia, marca el adulto en que nos convertiremos. Esto no quiere decir que una mala infancia nos tenga que llevar a vivir una mala vida. Porque podemos cambiar y sanar aquellas heridas que se abrieron en la infancia.
Las heridas emocionales nos hablan de aquellas cosas que nos han hecho daño. Pueden ser 5 heridas: rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia. Todas ellas se conforman en torno a aquello que sentimos que nos duele y nos hace sentir vulnerables. Estas heridas se reabren a través de los sucesos propios de la vida y nos llevan a repetir patrones aprendidos hace tiempo.
Lo ideal es sanar estas heridas para que creen cicatriz. Para ello, debemos hacernos conscientes de las heridas y también de lo que las han causado. Todo pasa por la toma de consciencia, por ello debemos aprender a identificar lo que en el presente re-abre nuestra herida y hacernos conscientes de que no tenemos por qué repetir el mismo patrón de siempre, que podemos liberarnos del dolor.
Nuestros niños interiores: Tenemos tantos niños dentro de nosotros, como edades hemos tenido. Algunos de ellos tienen una mayor representación que otros, pero todos ellos nos acompañan y a veces nos gritan. Por eso en ocasiones sentimos una profunda tristeza o una llameante ira sin saber de dónde sale tanta intensidad… es nuestro niño o niña chillando para que le escuchemos, para que le abracemos.
La Sombra: Es la suma de aquellas cosas que hemos rechazado de nuestra personalidad y que no reconocemos como propio. La sombra de nuestra psique, es aquella parte oculta en la “oscuridad del inconsciente”, no reconocida ni integrada. Esta sombra está formada por patrones y programas mentales generados desde la sombra.
Todo aquello que rechazamos en otros, es un reflejo de lo que rechazamos en nosotros mismos… así es como se expresa la sombra.
Todo aquello que amamos en otros, es un reflejo de lo que amamos en nosotros mismos… así es como se expresa nuestra luz.
En terapia, accedemos a cada capa de la mente, a cada sedimento de la psique, para cerrar heridas, para afinar nuestro instrumento emocional y para depurar las creencias pasadas que ya no pueden acompañarnos porque somos un ser humano diferente.
La terapia es un viaje hacia tu corazón