En Navidad me gusta dedicar al menos dos artículos a hablar de estas fechas festivas y de lo mucho que suponen.
Y esa semana quiero hablarte de los cambios. Porque un año nuevo supone nuevas oportunidades y nuevos aprendizajes sobre uno mismo.
Solemos temer los cambios porque lo hemos asociado a la pérdida. Es probable que hayas experimentado más cambios negativos que positivos, pero te diría que los cambios son neutrales, somos nosotros los que le ponemos la etiqueta de “bueno” o “malo”.
El cambio, en realidad, es un regalo
Conviviendo con el cambio
Los cambios nos hablan de ciclos y todo en la naturaleza y el universo, funciona a través de ciclos. El cambio nos habla de movimiento y el movimiento no es “bueno” ni “malo”, simplemente es.
Imagina por un momento que nada hubiera cambiado en tu vida en los últimos 10 años… ¿te sentirías bien o experimentarías una sensación de opresión, de querer moverte y no poder?
Sin el cambio, todos nos quedaríamos atrapados en el tiempo y en situaciones que no nos ayudarían a avanzar. Y el objetivo de vivir es aprender. Por eso el cambio es natural, por eso el movimiento es necesario.
Los cambios te indican que tu vida se mueve y eso es positivo, porque te hace recordar que tú también puedes cambiar. Que no te tienes que sentir siempre mal, que tu mente no siempre va a llevar el control.
Porque tú puedes hacer cosas para unirte a los cambios. Tú puedes crear cambios internos que cambiarán tu vida. Así de poderoso eres.
Podemos transformar nuestro miedo al cambio, por curiosidad. No todos los cambios que llegan a ti van a ser deseados y buscados, pero todos ellos te ayudan a prender más cosas de ti mismo.
Puedes aprender a conocerte más para saber cómo actúas bajo presión o cuando tienes que hacer algo que no te gusta. También puedes aproximarte más a tus emociones y a dejar que se queden contigo el tiempo necesario, en lugar de luchar contra ellas para que se vayan.
El cambio también te ayuda a aprender nuevas estrategias para planificarte mejor o para crear metas más realistas.
Cuando te aproximas al cambio desde tu curiosidad por saber más cosas de ti mismo, el miedo se transforma y estarás más motivado.
Los retos del nuevo año
Tal vez te hayas planteado ciertas metas para este nuevo año que ya ha comenzado.
Tal vez has decidido dejar de planificar las cosas y fluir con la vida.
Cualquiera de las dos opciones está bien. Y para ambas, quiero darte pautas acerca de cómo afrontar los retos que puede traer un nuevo giro alrededor del sol…
Sé cuidadoso con tus expectativas: Tendemos a ponernos unas expectativas tan altas, que son muy difíciles de cumplir. Y cuando nos exigimos tanto que no podemos llegar a la cima deseada, nos sentimos frustrados y un poco fracasados. Y estas emociones nos van minando por dentro y nos hacen sentir que no valemos nada.
En otras ocasiones, son las expectativas ajenas las que nos presionan y nos hacen sentir mal. Sentir que no llegamos a lo que otros esperan de nosotros, nos desgasta mucho. En lugar de fijarte en lo que los demás esperan de ti, céntrate en lo que tú quieres lograr. Las expectativas de otras personas no te pertenecen, por eso debes liberarte de ellas. No te apropies de algo que no te pertenece.
Plantéate expectativas que no sean demasiado elevadas y que puedas lograr con esfuerzo. Si te exiges demasiado, te cansarás demasiado pronto y no alcanzarás la cima de la montaña. Ve poco a poco, no tienes prisa.
Plantéate metas escalonadas: Las metas van unidas a las expectativas que tenemos y solemos plantearnos metas muy grandes. Tanto que a veces son imposibles de alcanzar. Te aconsejo que te plantees una meta general y después la subdividas en los pequeños pasos que tienes que dar para alcanzar la cima. De esta manera te sentirás más seguro de ti mismo y tu mente se agotará menos porque entenderá que no tienes que lograr las cosas de un solo salto, sino que esa meta tiene pasos intermedios y eso te llena de fuerza.
Evita las presiones internas: A veces nos presionan desde fuera, pero la mayor parte de las veces, nosotros somos nuestro peor enemigo. Solemos presionarnos en exceso y acabamos tan agotados de esa presión, que abandonamos por el camino las metas que nos habíamos propuesto.
No te presiones, no te conviertas en ese dictador interno que te dicta lo que debes hacer. Conviértete en esa abuela amable y amorosa que te acompaña en cada paso y te apoya con su presencia. Sé amable contigo mismo, quiérete, compréndete y sé flexible, comprende que no siempre puedes lograr lo que deseas, pero cada paso que das, te aproxima a quien quieres ser.
No tienes prisa: Este es el mayor consejo que te puedo dar. Nos han contado que a cierta edad tenemos que haber logrado ciertas metas. Yo te digo que no es así, que cada persona lleva un ritmo y no hay plazos que cumplir en la vida. Tal vez los objetivos planteados para el año que viene no los logras en un solo año sino en dos. Está bien, quédate contigo y disfruta del camino porque lo importante es lo que aprendes en el camino y no tanto la meta.
El objetivo: sentirte mejor: Este debe ser el objetivo de todos los años. Porque cuando tú te sientes mejor, todo en tu vida va mejor. Cuando te conoces más, pones límites y te priorizas. Y cuando haces todas estas cosas, cambias por dentro y por fuera. La clave para sentirte mejor, es conocerte más profundamente.
La meta: seguir creciendo: Esta debe ser la meta de todos los años. Porque cuando te propones seguir creciendo año tras año, profundizas más en ti y eres capaz de modificar lo que no encaja contigo, adaptándote a cada fase y etapa de tu vida. Cada paso que das hacia dentro de ti mismo, te aproxima la meta de seguir creciendo.
El cambio es natural, el cambio te acompaña en cada paso