Desde que nacemos, está presente un miedo… el de ser abandonados.
Esto es aún más cierto cuando nacemos porque dependemos de otra persona para que satisfaga todas nuestras necesidades. Y si esa persona de referencia no está disponible o no cubre nuestras necesidades físicas y afectivas, nos sentiremos solos y abandonados.
Programándonos desde el útero
Creo que la primera experiencia de pérdida y abandono, la tenemos cuando debemos abandonar el cómodo útero materno. Un lugar mágico donde somos alimentados y acogidos. Nuestra experiencia como fetos dependerá de cómo viva nuestra madre el embarazo y sus circunstancias vitales. Hay algunas personas que nacen con una programación de miedo e inseguridad porque esas emociones ya fueron experimentadas por la madre.
El momento del parto debe ser traumático para nosotros como bebés, porque abandonar un lugar tan cómodo y seguro, no debe ser fácil. Todas estas sensaciones quedan registradas en nosotros, tal vez no sea una información a la que podamos acceder de manera consciente, pero está ahí… como una sombra del bienestar total, del paraíso perdido.
Tal vez el resto de nuestra vida persigamos esa misma sensación de calidez, seguridad y amor que sentimos en el útero de nuestra madre, buscando estas cosas fuera de nosotros (en otras personas, en la cosas materiales, en el dinero, en el alcohol o las drogas), cuando en realidad solo viven en nuestro interior.
Y si tienes desarrollada tu espiritualidad, es probable que comprendas que el momento del parto, puede hacernos sentir aún más distanciados de la divinidad.
Dependiendo de estas primeras experiencias en nuestra vida, comenzaremos a programar nuestra mente subconsciente. Es el momento en que nos formarnos una idea del mundo en que vivimos y éste puede ser peligroso o seguro. Esta primera creencia guiará nuestra vida y la manera en que afrontaremos los sucesos que lleguen hasta nosotros.
En el momento del nacimiento, comienza a forjarse otra creencia… la confianza. Y esto es tan importante, porque de ello depende nuestro sentimiento de seguridad o inseguridad, dando forma a nuestro concepto del mundo y de nosotros mismos.
La clave es el apego que desarrollamos con nuestros padres y/o cuidadores. El apego es la primera conexión emocional que tendremos en nuestra vida. Cuando el apego es seguro y podemos contar con nuestros padres o cuidadores para explorar el mundo y satisfacer nuestras necesidades, comenzamos a sentir que el mundo es seguro y que podemos confiar en otros y en nosotros mismos, porque siempre podemos volver a los brazos de quienes nos cuidan para calmar nuestra tristeza y miedo.
Pero cuando el apego es inseguro o nuestros cuidadores no están disponibles, nos sentiremos perdidos, temerosos de explorar el mundo que nos rodea y es más probable que nos sintamos abandonados.
Las primeras relaciones de confianza que establecemos, nos enseñan lo que podemos esperar del mundo, forjándose así nuestra idea de la vida y el mundo como un lugar seguro o amenazador. Me sorprende la fuerza de los primeros aprendizajes incluso cuando nuestros sentidos no están desarrollados del todo y cuando nuestro lenguaje está ausente.
Durante los 6 primeros años de vida, nuestro cerebro funciona en unas ondas cerebrales que nos llevan a un estado hipnótico, lo que quiere decir que todo lo vivido se almacena directamente en nuestro subconsciente y todo lo que está ahí guardado, guía nuestra vida en silencio.
Pero debes saber que también podemos re-programar todo esto en nuestra vida adulta… siempre hay esperanza.
Programación del cuerpo energético
Como ya te he comentado en otras ocasiones, tenemos un cuerpo energético además de físico. Y desde que estamos en el útero de nuestra madre hasta el primer año de vida, comenzamos a desarrollar nuestro primer centro energético, Muladhara chakra.
En este centro se encuentran nuestras raíces, es aquí donde programamos la manera en que veremos la vida y el mundo.
Todo lo vivido desde el nacimiento, va formando nuestra autoestima, identidad, el concepto que tenemos de nosotros mismos. Y es en este chakra raíz donde por primera vez creamos la hermosa idea de que tal vez no tengamos control alguno sobre las cosas que la vida trae hasta nosotros.
Si nuestros padres o cuidadores no están disponibles o no nos pueden cuidar, la programación de Muladhara comenzará a realizarse en torno al miedo, inseguridad, abandono y falta de amor. Estas huellas nos pueden perseguir toda la vida, repitiéndose estas sensaciones a lo largo de nuestra vida adulta, hasta que nos hacemos conscientes de lo que ocurre.
La buena noticia es que puedes re-programarte, pero para ello debes tomar conciencia de los nutrientes que han ido formando tus raíces, las experiencias que has vivido. Y es que en ocasiones debemos desenterrar estas raíces para sanarlas profundamente.
Una buena manera de conectar con esas raíces, es volver a tu cuerpo. Ten en cuenta que durante el primer año de vida, descubrimos nuestro cuerpo como algo propio, diferente y separado de los demás, por eso debemos volver al cuerpo para enraizarnos, para conectar más profundamente con nosotros mismos.
Si sientes que el miedo al abandono está en ti, si sientes que el mundo es un lugar poco confiable o inseguro, si sientes que tus raíces no son lo suficientemente fuertes, acude a un psicólogo. Yo estoy aquí para ayudarte, puedes escribirme directamente y contarme qué te ocurre, tan solo haz click aquí
Recuerda… las raíces del miedo al abandono están en ti desde que naciste. Pero puedes re-programarte y vivir plenamente
