Todo ser humano lleva consigo unas heridas emocionales que se van construyendo desde la infancia… desde el mismo instante en que tomamos nuestra primera bocanada de aire.
Las heridas emocionales son un filtro a través del cual, interpretamos la vida.Creemos que la realidad es objetiva, pero desde el mismo instante en que cualquier estímulo accede a nuestro cerebro, todo queda bañado por la emoción… y por tanto, es subjetivo.
La realidad es subjetiva… cada cual interpreta de una manera lo que sucede en su vida… por eso hay tantas versiones de la realidad, como personas.
Cada persona siente la vida de una manera única, personal e intransferible. La empatía nos ayuda a conectar con la visión del mundo de otra persona, aunque creo que nunca llegaremos a entender la realidad ajena en toda su profundidad, porque hay cosas que no podemos sentir como el otro. Entender los límites de la empatía, también es importante.
Las heridas emocionales se gestan de manera inocente, sutil…
- A través de las acciones de los demás.
- A través de las ausencias o de las presencias.
- A través de la comunicación… o su ausencia.
- A través de interpretaciones subjetivas de las intenciones ajenas.
- A través de una mirada excesivamente apegada al “yo”.
Y estos pequeños golpes que nos da la vida, van creando el surco de la herida emocional. Cuando ésta se ha establecido, se convierten en creencias que hacen el mundo más comprensible, aunque pagamos el alto precio del sufrimiento.
Porque cuando una herida emocional está presente, cualquier comentario, mirada o silencio, puede ser interpretada como rechazo, abandono, injusticia, traición o humillación.
Y así es como construimos nuestra realidad… a través de subjetividades y atajos que nos impiden ver las cosas como son… hasta que decidimos cambiar nuestra mirada para re-interpretar lo que nos ocurre.
Heridas e interpretación de la realidad
Heridas emocionales puede haber muchas, pero me voy a centrar en el modelo de 5 heridas de Lise Bourbeau. Vamos a recorrer cada herida para comprender el impacto que tiene en nuestra mirada hacia el mundo, los demás y nosotros mismos…
Herida de rechazo: La herida primordial que nos hace sentir indignos de la atención y amor ajenos, aunque es lo que más anhelamos. La herida de rechazo…
- Nos impulsa a buscar la atención y admiración externas para valorarnos.
- Nos hace huir cuando creemos que nos van a rechazar o no nos atienden.
- Nos hace ser demasiado complacientes, buscando la aceptación.
- Nos hace sentir solos en el mundo, desarraigados, desconectados.
- Nos hace guardar silencio en lugar de preguntar para conocer la realidad ajena.
- Cualquier gesto es interpretado como señal de que aburrimos y no somos interesantes.
- Nos cohibe y nos encierra en nosotros mismos para no volver a sentir el rechazo.
- Creamos una realidad imaginaria donde sentirnos bien.
- Al alejarnos de otros por nuestra herida, nuestro peor miedo se hace realidad.
Herida de abandono: Otra de las heridas iniciales en la vida, que nos hace sentir insuficientes para que otros nos amen. La herida de abandono hace que interpretemos la realidad…
- Nos da miedo conectar emocionalmente con otra persona al anticipar el abandono.
- Necesitamos amar a otros y sentirnos amados, pero nos escondemos en la independencia exagerada.
- La inseguridad nos conduce a evitar todo contacto emocional.
- Aguantamos lo que sea con tal de no perder a la otra persona, aunque nos haga daño.
- Dramatizamos lo ocurrido en las relaciones con otros, nos situamos como víctimas.
- El silencio ajeno es interpretado como abandono.
- Nos convertimos en Salvadores-cuidadores para ser importantes para el otro y no ser abandonados.
- La comunicación es escasa por temor a que la otra persona nos abandone.
- La ausencia de comunicación provoca malos entendidos que hace realidad el abandono.
Herida de humillación: En la infancia, si nos sentimos humillados o puestos en ridículo, podemos desarrollar la herida de humillación. La vergüenza se convierte en la emoción que invade toda nuestra vida. La herida de humillación influye en nuestra vida adulta…
- Nos avergüenza ser visibles porque eso supone ser vulnerables a las críticas ajenas.
- Cualquier comentario es interpretado como humillante.
- Desarrollamos un auto-diálogo crítico que nos humilla desde dentro.
- Tomamos muchas responsabilidades y buscamos tener el control absoluto de nuestra vida.
- Nos esforzamos para demostrar a otros que podemos lograr cualquier cosa, por difícil que sea.
- Podemos mostrar sumisión ante la autoridad… aunque nos humille.
- Nuestra baja autoestima nos lleva a aceptar relaciones que perpetúan la humillación.
- Ponemos obstáculos para que la vida “sea difícil”, quejándonos en exceso.
Herida de traición: En la infancia, las promesas no cumplidas de nuestras personas más queridas, van creando esta herida. La herida de traición se cuela en nuestra vida adulta…
- Aceptando el chantaje emocional e interpretándolo como una manera de amarnos.
- Buscamos la seguridad a través del control, así nadie nos traicionará ni hará daño.
- El exceso de control nos conduce a relaciones con mucha tensión y expectativas frustradas.
- Hay una desconfianza de base en el otro y en uno mismo.
- Necesidad de ser reconocido y valorado externamente.
- Somos responsables y fuertes para proyectar la imagen de ser dignos de confianza.
- La lealtad es un valor esencial que cuando se rompe, es sentida como una gran traición.
- A veces se confunde la lealtad con que la otra persona haga lo que yo quiero.
- Se tiende a organizar la vida ajena, una manera más de controlar la realidad.
- Terror a mostrarse vulnerables por sentir que otros se aprovecharían.
Herida de injusticia: Por último, esta herida nos confronta con un exceso de comparación que conduce a sentirnos poco apreciados. La herida de injusticia nos hace vivir como adultos…
- Dudando de nosotros y de nuestras capacidades.
- Sentimiento de no merecimiento. Recibo más o menos de lo que merezco.
- Bloqueamos nuestras emociones para no sufrir.
- Sentir que debemos ser perfectos para ser amados.
- No somos suficiente para otros, para nosotros o para la vida.
- Nos mostramos fríos y distantes aunque sentimos las emociones intensamente.
- Nos desconectamos del cuerpo y no escuchamos sus mensajes.
- Desarrollamos una gran fuerza de voluntad y auto-control.
- Rigidez: Vemos la vida a través de dualidades… “bueno-malo”, “correcto-incorrecto”.
- Auto-diálogo crítico, especialmente ante los errores.
- Disculpamos los errores ajenos pero somos muy duros con los propios.
- Nos comparamos en exceso y siempre salimos perdiendo.
En base a tu configuración personal de heridas emocionales, tendrás una manera muy concreta de ver y sentir la vida. Pero hay algo más… tu manera de ver e interpretar la vida, puede ser moldeada, no estás condenado a vivir desde tus heridas.
Re-interpretando la realidad
No podemos cambiar lo que nos ocurre en la vida, tampoco podemos cambiar la manera en que interpretamos las cosas en el pasado… perosiempre podemos cambiar cómo interpretamos hoy las cosas.
Requiere trabajo y tomar mucha perspectiva… pero es una transformación profunda que todo ser humano puede lograr.
Te dejo algunos consejos que he ido aprendiendo para ver la vida desde una perspectiva más amplia que las heridas emocionales…
- Observa tu mente: Las heridas emocionales crean pensamientos que giran en torno a sus miedos. Al observar tu mente y tomar distancia de ella, podrás identificar esos pensamientos exagerados por el miedo de las heridas y no te quedarás apegado a ellos.
- No reacciones impulsivamente: Evita actuar de manera precipitada, evita decir cosas cuando estás enfadado, evita huir rápido de un entorno que te agobia, evita la impulsividad de la herida y decide conscientemente lo que quieres compartir con el mundo.
- Duda de tu mente dramática: Las heridas emocionales construyen una mente dramática donde todo es llevado al extremo, cualquier palabra y gesto son interpretados como maneras de herirnos, cualquier acto es una señal de rechazo, cualquier suceso vital es interpretado como castigo. Cuando tengas sensaciones excesivamente negativas o cuando cualquier cosa te indigne, revisa si es tu mente dramática en acción.
- Respira y vuelve a tu “yo” del presente: Se trata de tomar distancia de tu mente pensante, guiada por tus heridas emocionales. La mejor manera de regresar a tu “yo adulto del presente”, es a través del cuerpo, especialmente a través de la respiración. Tómate unos minutos para sentir cómo inhalas y exhalas, alarga tus exhalaciones y deja que tu cuerpo se regule solo.
Las heridas emocionales no son una condena eterna, puedes pulirlas y transformarlas, transformándote en ese camino.
* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA).
“La vida no va de encontrarse a uno mismo, sino de crearse a uno mismo”
– George Bernard Shaw –


