La vida humana es efímera, transcurre en un parpadeo de ojos.

A veces la vida nos parece larga, llena de sufrimiento… creo que eso tiene que ver con nuestras creencias y nuestra manera de vivir la vida. 

He aprendido que la vida es neutral, creo que no hay nadie que nos castigue o que nos premie… en la vida todo es cuestión de decisiones y consecuencias naturales. 

La vida es neutral… cómo interpretamos las cosas es totalmente subjetivo y cada cual lo hace de una manera. En base a sus heridas, experiencias, enseñanzas, creencias, el entorno en que ha crecido y se ha desarrollado. 

Las huellas de mis pies en la arena de la playa, me recuerdan que todo es cambiante, efímero. 

Y que el impacto que produce mi energía en todo el cosmos, puede parecer pequeña, pero es significativa. 

Podemos arrasar la vida… cuando la ambición nos ciega, pisamos a quien sea para lograr nuestros objetivos, cuando el miedo nos atenaza, nos defendemos y herimos a otros, cuando la tristeza nos invade, perdemos la esperanza y queremos desconectarnos de la vida. 

Pero también podemos caminar suavemente por la tierra… podemos ser amables, compasivos, podemos estar en paz con nosotros mismos y con todo lo que nos rodea.

Cuando siento emociones muy intensas, me recuerdo que son temporales y que la manera en que veo ahora las cosas, dependen de mí… de quién soy, de mi programación mental. Y también está en mí decidir quedarme en esas emociones y actuar de manera impulsiva, o darme tiempo para regular mi emoción, darle tiempo a la emoción a que se exprese y se desgaste ella sola. 

La vida es un camino con subidas y bajadas, con tramos oscuros, otros llenos de luz y otros más con niebla a mi alrededor. Pero si confío en mí, si estoy en paz conmigo misma, podré recorrer ese camino con una actitud amable. 

Decisiones y acciones

Las decisiones que tomamos (y por tanto nuestras acciones), tienen que ver con la cosmología de cada cual, la manera en que vemos la vida, la manera en que se ha construido nuestro universo interior. 

Sin duda alguna, esta cosmología queda marcada por el entorno en que nacemos, pero creo que siempre podemos cambiar esta manera de sentir y vivir la vida, porque como adultos, nos podemos responsabilizar de lo aprendido en el pasado y también de las transformaciones que deseamos hacer para vivir como nosotros queremos vivir. 

Todo parte de una decisión… ¿desde dónde quiero vivir?

Esta pregunta no solemos hacérnosla, pero de su respuesta, dependerá el tipo de huella que dejaremos tras nosotros. 

Podemos vivir desde el miedo, el enfado, la sensación de víctima. Podemos vivir sintiéndonos atacados por otros, podemos vivir una vida que no es del todo nuestra por adaptarnos a lo que otros quieren. 

Pero también podemos decidir vivir desde el amor, la amabilidad, siendo conscientes de que no hay víctimas ni verdugos… solo personas que hacen cosas. Podemos vivir en paz con nosotros mismos y así conectar más genuinamente con los demás, podemos elegir vivir desde nuestra esencia amorosa, haciendo una profunda conexión interna para mantenernos estables. 

Solemos vivir en el primer estado de miedo, pero podemos aprender a vivir desde el estado del amor y la paz. Es una re-estructuración interna profunda que requerirá tiempo y práctica, pero creo que el esfuerzo merece la pena. 

No te miento si te digo que durante una etapa de mi vida, viví en el primer estado de miedo, sintiéndome víctima y rechazando mi vida. Después, llegó la atención plena y Buda… desde entonces, mi manera de encarar las cosas y de vivir la vida, han cambiado profundamente. 

A nivel profesional nos ocurre lo mismo… ¿desde dónde queremos ejercer? En psicología, podemos ejercer desde el miedo o desde el amor. 

Cuando ejerzo desde el miedo, me siento incapaz, impotente, frustrada… en ese momento me he cargado con los problemas del otro, mi empatía me ha contagiado de la emoción ajena. 

Cuando ejerzo desde el amor, comprendo que cada cual tiene unos tiempos emocionales, que cada cual hace lo que puede con la programación interna que tiene, comprendo también que los problemas ajenos, no son los míos y que alguien abandone la terapia, no tiene que ver conmigo, sino con el proceso del otro. 

Al final todo se trata de las decisiones que tomo y de las acciones que me llevarán esas decisiones. Así es como creamos la vida, siendo arquitectos de la nuestra. 

Huellas, recuerdos

Las huellas que todo ser humano deja tras de sí, tiene que ver con lo que ha sido, pocas veces con los logros alcanzados. 

Esa diferencia entre el SER y el hacer o tener, creo que es importante. 

Porque si estoy segura de quién soy… me afectarán menos las opiniones ajenas… que son subjetivas porque cada cual nos ve tal y como es él o ella y no tal y como somos nosotros. 

La huella que dejas tras de ti, habla con más claridad que las palabras… es una huella energética que se queda entrelazada en el campo de energía que nos rodea. 

La huella tiene que ver con el recuerdo que dejas en tus seres amados, en lo que escribes y compartes, en la sinceridad que hay en ti al compartirte con otros. 

Por eso debes asegurarte de ser quien eres… y si quién eres está lejos de la versión que quieres ser y de las huellas que quieres dejar a tu paso… dedícate tiempo, conócete mejor y aventúrate en el cambio interno, transformándote desde dentro. 

Tienes una vida única… el regalo de una vida en la que tú decides lo que decides, aunque para ello debes tomar consciencia de tu poder y de la magia de la vida. Eres un ser que ha venido a aprender, permite que la vida te vaya mostrando los pasos y camina junto a ella. 

“Camina como si besaras la tierra con tus pies”

– Thich Nhat Hanh –