La Melancolía

Los seres humanos somos seres emocionales porque somos sensibles

Dentro de la gama de emociones que podemos sentir, una que siempre me ha acompañado, ha sido la melancolía. 

Si tuviera que decir qué emoción me representa más, sería ésta… creo que por eso me gusta tanto el otoño. Por eso me encantan los cuadros de John William Waterhouse, un pintor inglés pre-rafaelista, donde cada trazo del pincel, me transporta a esa melancolía… a ese amor perdido, a esa espera, a esa llegada del final de la vida. 

Me gusta diferenciar entre nostalgia y melancolía porque para mí, no es lo mismo. 

La nostalgia me invita a mirar el pasado… a veces con alegría, a veces con tristeza. Surge cuando añoramos a personas que ya no están en nuestra vida o cuando sentimos que ya no podremos volver a vivir algo que nos hizo felices. 

La melancolía invade mi presente, pasado y futuro… porque es una manera de sentir la vida. Para mí, la melancolía me conecta con la tristeza pero también con el amor que he dado a otros, aunque ya no estén. A veces siento que la melancolía es como una espesa niebla que difumina lo que hay a mi alrededor y me conecto más con mis emociones. Por eso siento que hay alegría también en la melancolía. 

Más allá de la melancolía patológica, creo que existe una melancolía necesaria que nos permite ir más hacia dentro, que nos permite ver las cosas con perspectiva y reflexionar acerca del camino que hemos recorrido en nuestra vida. Esta es la melancolía útil y necesaria que suelo sentir ahora. Aunque debo reconocer que hace unos años, la melancolía que sentía era esa espesa niebla que me alejaba de todo. 

Creo que la imagen que acompaña a este post, expresa muchos de los sentimientos que tengo cuando la melancolía me visita…

  • Me siento aislada.
  • Mis movimientos están limitados porque debo reflexionar. 
  • Miro hacia el frente (futuro), pero puedo girar sobre mí para mirar también el pasado y el presente. 
  • Me siento rodeada de agua, profundas emociones que me hacen estremecer. 
  • Estoy inmóvil… porque la melancolía para toda actividad.
  • Observo… porque no es tiempo de tomar decisiones o dar pasos… es tiempo de reflexión.

La propia naturaleza es para mí un refugio cuando la melancolía me acompaña. Me siento acogida por la madre tierra, siento su latido junto al mío, puedo sentir calma y serenidad en mi interior. 

Por eso para mí, la melancolía es necesaria, porque me ayuda a replegarme en mí, me ayuda a reponer la energía gastada. 

Las piezas de la melancolía

La melancolía tiene muchas piezas, muchos elementos que me ayudan a conectarme más profundamente…

  • Soledad: La primera imagen que viene a mi mente cuando pienso en melancolía, es la de una figura solitaria. Y ha de ser así porque la melancolía es una invitación a ir hacia dentro. Muchas personas temen la melancolía porque tienen miedo de quedarse a solas consigo mismos. Para mí, esta parada de soledad, es una necesidad para repararme del ritmo de vida cotidiano, me ayuda a re-conectarme para llenarme de energía. 
  • Silencio: Si hay algo que va unido a la soledad, es el silencio. A veces es un silencio externo (de ahí la necesidad de aislarme) y a veces es un silencio interno. La melancolía me trae un ritmo más lento al vivir, al caminar, al observar, al respirar. Las prisas desaparecen y todo se ralentiza en mi mente. No necesito entrar en bucles mentales, no tengo que seguir a mi mente allá donde quiera llevarme. En la melancolía, el silencio es sanador, es un bálsamo de paz que me repara. Por eso la melancolía me invita a meditar, a observar, a sentirme. 
  • Reflexión: En la soledad y el silencio, la forma en que funciona la mente, cambia. No se trata de ese pensamiento acelerado o ansioso, se trata de una reflexión más profunda que me conecta con las cosas importantes de la vida… cómo influye lo que hago a diario en otras personas, si estoy al servicio de los demás, si me cuido y escucho, cómo quiero vivir mi vida, cómo deseo que sea mi futuro. Y más allá… me hace pensar en la vida, en la muerte, en la razón de mi existencia… y esto me ayuda a tener una vida consciente, sabiendo los pasos que doy y hacia dónde espero que me dirijan.  
  • Anhelos: La melancolía también me conecta con los anhelos, por eso me conecta con el futuro. Anhelos de alcanzar ciertas metas, anhelos del tipo de vida que quiero vivir, anhelos de lo que quiero hacer con el tiempo que aún esté aquí… en la tierra, encarnada en un cuerpo humano. Estos anhelos son solo proyectos de lo que quiero vivir, no me aferro a esos planes, no me frustro si no llegan. 
  • Serenidad: Nace de ese alejamiento de la vida y el ritmo habitual. Siento que la serenidad es un estado del ser, nace de nosotros porque podemos estar serenos incluso cuando el caos nos rodea. Es importante alimentar la serenidad porque así seremos más pacientes y menos impulsivos, más conscientes. Siento la serenidad en mí cuando cierro los ojos y me enfoco en mi respiración… la siento en el movimiento de la inhalación y exhalación… momentos de paz, momentos de plenitud. 
  • Espiritualidad: La melancolía me lleva profundamente a partes de mí que no siempre están visibles. La melancolía me conecta con mis creencias espirituales (que poco tienen que ver con las religiones). Estar en la naturaleza, amplifica mi espiritualidad, porque siento la fuerza vital allá donde mire, la siento en mi interior. Creo que mi espiritualidad, es la que me conecta con la vida y sus ciclos. 

No quedarnos atrapados en la melancolía

He de serte sincera… cuando eres una persona altamente sensible (PAS) y tu emoción es la melancolía, es bastante fácil quedarte atrapada en ella. Durante buena parte de mi juventud, creo que viví a través de las gafas de la melancolía. Y aunque no me arrepiento, ahora sé que es importante no quedarme atrapada en ella. 

Algunas de las cosas que me han ayudado a no prolongar la melancolía más allá de lo necesario, son…

  • Aceptación: Aceptarme tal y como soy, aceptar a los otros tal y como son, aceptar la vida tal y como llega a mí. En estos últimos dos años, me he hecho consciente de que la vida es neutral, somos nosotros los que la etiquetamos como “buena o mala”, dependiendo de cómo somos, de las experiencias vividas, de nuestras heridas y emociones. Al comprender que en la vida las cosas simplemente pasan y que soy yo quien les da importancia o se la quito, vivo más tranquila. A pesar de todo, la aceptación es una de las cosas más difíciles porque parece que siempre queremos controlar la vida, a las personas y a los sucesos, para que encajen en nuestro marco, sin comprender que cada cual, tiene un marco diferente y único. 
  • Desapego: Cuando entendí que yo siento las emociones pero no soy las emociones, empecé a desarrollar un desapego importante hacia las emociones. Hace unos años, la melancolía llegaba a mí con fuerza, a veces en contra de mis deseos y eso me hacía luchar. Luchaba contra mí, luchaba contra mis emociones y mente… y todo empeoraba. El desapego y la aceptación, me han ayudado a comprender que las emociones son amigas que vienen a acompañarme temporalmente porque necesito que así sean. Esto ha reducido mi lucha y me ha permitido conocerme mejor. 
  • Desbloquearme: Cuando estoy melancólica, hago cosas diferentes a cuando no estoy melancólica.  Me aíslo un poco más, no quiero comunicarme con otras personas, escucho música triste y veo películas que ahondan mi melancolía. Si sobrealimento a mi emoción con música, películas y aislamiento extra, la melancolía durará más de lo natural y me quedaré estancada. Por eso ahora me permito escuchar esa música triste que me transporta y me permito ver alguna película que me hace llorar, pero no abuso de ello. Cuando considero oportuno, vuelvo a escuchar música con más ritmo, hago actividades al aire libre y es así como me vuelvo a conectar a otras emociones y a la vida. 
  • Escribir: Para mí, la escritura es sanadora y siento que cuando doy forma a lo que siento en mi interior, la melancolía se transforma y me siento liberada. Poder compartir mis sentires más profundos, es algo que he aprendido a apreciar profundamente. Los emails que envío a mis suscriptores y este blog, me equilibran, me conectan y me recuerdan quién soy y por qué hago lo que hago. 

Y tú, cuando sientes melancolía, ¿qué sueles hacer?

No se trata de huir ni de prolongar la emoción, se trata de sentirla cuando llega. 

“La melancolía es una tristeza, un deseo sin nada de dolor, parecido a la tristeza en la misma medida en que la neblina se parece a la lluvia”

– Henry Wadsworth Longfellow –

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