Meditar… cerrar mis ojos… desconectarme de lo que me rodea… conectarme con el cuerpo.
Este es mi proceso cuando medito… bueno, eso solo es el principio.
He hablado mucho de la meditación en este blog… me gusta hablarte de lo que es para mí meditar.
Creo que la meditación es algo íntimo… algo que ocurre en mi interior, en el santuario de mi cuerpo, enredada en la respiración, explorando mi mente, latiendo junto a mi corazón.
Tanta intimidad con nosotros mismos, nos da miedo. Porque al seguir el ritmo de la respiración, latir junto al corazón, sentir el cuerpo y observar la mente, conectamos con partes de nosotros que habitualmente no podemos sentir.
Muchas personas sienten pánico al quedarse a solas consigo. Para algunas personas, la meditación es incómoda, porque en el silencio interior, empiezan a surgir todo tipo de pensamientos, nos hacemos conscientes del contenido de la mente.
Para otras personas (como a mí), la meditación es un lugar seguro
Cada vez que me siento con calma, cierro los ojos y llevo mi mirada hacia el interior, siento una liberación profunda, siento que llego a mi hogar. Como cuando llevas muchas horas en la calle, bajo la lluvia y llegas a tu casa, al calor de tu hogar, un lugar en el que dejar caer todas las barreras… Así es como siento yo la meditación.
Y me parece curioso porque he pasado gran parte de mi vida, desconectada de mi cuerpo. Creo que mi parte analítica y reflexiva me ha acompañado siempre y en parte, meditaba sin saberlo.
Saber que tengo mi lugar seguro en mí, me llena de calma. Porque fuera de mí puede producirse un caos terrible, pero sé que puedo entrar en mí y renovarme, calmarme, sostenerme, sanarme. Es saber que tengo una herramienta de sanación poderosa que siempre está a mi disposición.
Tal vez nunca habías pensado o sentido la meditación de esta manera… por eso me gusta hablarte de lo que es meditar para mí desde la experiencia interna, desde lo más íntimo.
Mi lugar seguro
En el silencio sagrado de la meditación, conecto con sensaciones que pasan desapercibidas en el día a día… empiezo a sentir mi cuerpo, los pies en contacto con la Tierra, mis pulmones que se expanden al inhalar y se vacían al exhalar, la base de mi columna, dolorida por soportar el peso de mi cuerpo, mi cuello algo tenso por mantener mi cabeza erguida.
En ese mismo silencio, puedo ver a mi mente como un cielo azul… a veces está despejado y todo lo que siento es la inhalación y la exhalación… como un latido ancestral que me conecta con la vida.
Pero en ese silencio, también puedo conectar con los nubarrones grises de mi mente… pensamientos, preocupaciones, bucles, rumiaciones, recuerdos, la lista eterna de cosas por hacer… pero incluso cuando el cielo está cubierto, puedo despejarlo con mi respiración… imagino que cada inhalación limpia el cielo de mi mente y las nubes se diluyen.
Incluso cuando mi mente está cargada y la respiración no puede limpiarla, me siento cómoda en mi cuerpo, en mi respiración. Acepto que tal vez no es el día de tener la mente clara, acepto que ese día tendré que llevar mi consciencia más de lo habitual a la respiración.
Siento que sea como sea mi meditación, me es útil. Ha llevado un tiempo desapegarme del resultado de la meditación. Hace un tiempo esperaba siempre sentirme relajada tras meditar, pero hay días que no puede ser, días en los que la mente está llena y el cuerpo tenso. Pero sé que esa pausa, me ayuda, me renueva la energía.
La meditación es un lugar donde me siento segura física y emocionalmente…
Físicamente porque no tengo que hacer nada, mi cuerpo solo ha de reposar, respirar y hacer las miles de acciones invisibles que hace cada día para mantenerme con vida. Llevar mi atención a todo esto, es relajante porque me habla de ciclos, de cambio, de movimiento.
Emocionalmente porque confío en mí, sé que no me haré daño a propósito, porque estoy aprendiendo a quererme con mis virtudes y defectos, con mis habilidades y vulnerabilidades. Y a veces siento que mi respiración es lo más fuerte que hay en mí porque me permite vivir, pero otras veces siento que esa misma respiración, me habla de la fragilidad de la vida humana, que es un milagro.
Y es que la meditación nos conecta con lo que nos hace vulnerables… nos conecta con el dolor de la vida, nos conecta con el sufrimiento profundo, nos conecta con la soledad y la inmensidad de las emociones. La meditación…
Es un lugar donde no hay juicios… piense lo que piense, sienta lo que sienta.
Es un lugar abierto… lleno de espacio para permitirme SER.
Es un lugar seguro… porque la voz crítica puede aparecer, pero mi compasión la transforma.
Es un lugar sanador… doy cabida a todo, dejo a un lado las dualidades.
Es un lugar de consciencia… donde puedo verlo todo con distancia, perspectiva.
Es un lugar sagrado… porque me conecta con mi verdadera naturaleza… el amor.
Efectos secundarios de meditar
Los efectos físicos y mentales que experimento tras una meditación de 20-30 minutos, se parece mucho a lo que experimento cuando acudo a la naturaleza. Por eso suelo ponerme sonidos de naturaleza cuando medito, para amplificar sus efectos.
Los efectos secundarios que suelo experimentar tras meditar, son…
- Serenidad: Cuando cierro los ojos y me adentro en mi cuerpo, al principio me noto acelerada, con residuos de las últimas palabras pronunciadas, de pensamientos creados. Con un cuerpo que entra en calma y puedo sentir cómo se va desacelerando cuerpo y mente al llevar mi atención a la respiración. La serenidad la experimento tras estar un tiempo en mi lugar seguro, en mi cuerpo y también la experimentó al acabar, incluso me acompaña buena parte del día tras la meditación.
- Paz: Este sentimiento viene junto a la serenidad. Es una sensación de que todo está bien, de no resistirme a lo que es cada momento del presente. La paz es estar tranquila conmigo, con mis decisiones. La paz interior me permite mantenerme en el silencio sin temores, confiando plenamente en mí, porque sé que no me haré daño.
- Perspectiva: Meditar me ayuda a entrar en el “ojo del huracán”, donde todo está tranquilo. Puedo observar el caos a mi alrededor, pero sin ser protagonista de ese caos. Es una sensación extraña, casi como si me disociara del contenido de mi mente y pudiera verlo desde fuera. La toma de perspectiva, me hace relativizar las cosas y ver las cosas por lo que son, sin añadirle nada.
- Aceptación: En la meditación, acepto mi respiración tal cual es, sin cambiarla, acepto a mi mente tal y como está en ese momento, sin resistencias, sin desear cambiarla a la fuerza. Acepto también mis emociones, tal y como son… aunque esté triste, enfadada o desesperanzada. Cuando acepto las cosas tal y como son, me dejo espacio para SER.
- Conexión con la vida: Curiosamente, bajarme unos minutos del ritmo frenético de la vida, me ayuda a conectarme más a ella… a su esencia… a sus ritmos… a sus ciclos… al presente. Solo podemos vivir la vida, cuando estamos en el presente, solo podemos ser felices cuando aceptamos todo tal y como es… aunque no nos guste.
Estas palabras solo son mi manera única de vivir la meditación… ¿cuál es la tuya?
“Permanece en silencio, deja ir el conflicto, vuélvete pacífico, y recuerda la bondad eterna que reside en tu interior”
– Wayne Dyer –