Uno de nuestros objetivos vitales, es alcanzar el equilibrio emocional.
Algo que parece natural, puede llegar a convertirse en un rompecabezas sin solución.
Creo que gran parte de la incapacidad que tenemos para vivir en equilibrio emocional, es porque lo entendemos mal.
Solemos pensar que cuando logremos este equilibrio, viviremos siempre desde nuestra calma y serenidad, que nunca más nos volveremos a enfadar o a sentir muy intensamente las emociones.
Debes saber que ese es un gran error.
Bases del equilibrio emocional
El equilibrio emocional no se basa en dejar de sentir emociones. En realidad consiste en…
- Sentir las emociones en la intensidad que vienen.
- Hacernos conscientes de ellas y acompañarlas el tiempo que haga falta.
- Reducir nuestras respuestas impulsivas.
- Respirar y practicar la “No acción” (no hacer nada ante la emoción).
- Observar lo que nos molesta de la situación.
- Regular nuestra emoción de manera inmediata (respiración).
- Regular nuestra emoción más tarde (escritura, hablar con alguien, dibujar nuestras emociones…).
- Regresar a nuestro estado de calma habitual.
Es decir, que el equilibrio emocional consiste en que nuestro mundo emocional se mueve.
Y este movimiento de emociones es natural, porque las emociones son energía y la energía se mueve.
La clave está en que cuando aprendemos a hacer los pasos anteriores, comenzamos a sentir pequeñas olas de emoción en lugar de tusnamis que arrasan con nosotros y con nuestras relaciones.
Mi objetivo en terapia no es que mis pacientes dejen de sentir, al contrario, quiero que se hagan conscientes de sus emociones porque así las pueden regular y pueden escuchar el mensaje que traen.
Por lo tanto, cuando estamos equilibrados emocionalmente, seguimos sintiendo las emociones, pero éstas no son ni tan intensas ni tan duraderas como antes.
Señales de equilibrio emocional
El equilibrio emocional es un proceso interno que tenemos que practicar cada día, pero especialmente con aquellos momentos y emociones en los que sentimos una emoción con gran intensidad.
He comprobado que el equilibrio emocional se demuestra a través de tres fases…
Primera fase = Sentir la emoción: Cuando algo no encaja con lo que habíamos planeado, nuestra primera reacción es sentirnos incómodos, por eso nos frustramos o enfadamos. El enfado nos da la energía suficiente para cambiar esa situación que nos hace sentir mal o inseguros. Otras veces podemos sentir tristeza de manera instantánea, también culpa, decepción o vergüenza.
En esos primeros momentos, la emoción llega con intensidad y por eso pensamos que no estamos equilibrados emocionalmente. Lo que se nos olvida pensar es que esta primera reacción ha de ser así, pero que lo más importante es lo que hacemos a continuación: reaccionar, esperar o respirar.
Cuando nos quedamos con la emoción sin reaccionar, estamos dando tiempo a nuestra mente a que procese lo que ha ocurrido y cuando respiramos, permitimos que las áreas cerebrales de la emoción se calmen para dar una respuesta consciente y que no sea la emoción la que decida por nosotros.
Segunda fase = Entender el mensaje de la emoción: Al respirar, hacemos espacio en nuestra mente para entender el mensaje que la emoción nos está trayendo. Solemos pensar que son los demás los que nos provocan las emociones, pero la realidad es que nuestras emociones son nuestras y de nadie más.
Responsabilizarnos de lo que sentimos, es el primer paso para comprendernos mejor. Es habitual que emociones como tristeza, enfado o decepción, surjan porque no se cumplen nuestras expectativas o porque se re-abren heridas de la infancia y juventud.
Al no responder de manera impulsiva, podemos averiguar de dónde viene esta emoción y en esta profundización, podremos conocernos mejor y resolver esos capítulos abiertos de nuestra vida emocional.
Tercera fase = Aceptación: Es aquí donde se produce un cambio en nuestra manera de vivir y sentir. Aunque no llegaríamos a la aceptación sin las fases previas. Aceptar es simplemente ser conscientes de cómo son las cosas ahora, más allá de que nos guste o no, es abandonar también los juicios de “bueno o malo”, para simplemente conectarnos con la realidad que estamos viviendo ahora.
A nivel emocional, la aceptación se inicia cuando decidimos escuchar sus mensajes en lugar de responder impulsivamente. Aceptar una emoción no quiere decir que la disfrutemos, de hecho podemos sentir tristeza y necesitar llorar o podemos sentir enfado y necesitar respirar para no crear conflictos.
Pero aceptamos que la emoción está aquí, con nosotros. No intentamos reprimirla, esconderla o negarla, aceptamos su presencia plena y eso nos ayuda a que las emociones no tengan que elevar su intensidad para hacerse oír.
Ahora ya sabes que por sentir una emoción intensamente, no quiere decir que no estés equilibrado. De hecho, solo puedes estar equilibrado si escuchas a tus emociones y las sientes tal y como son.
La clave no está en sentir emociones intensas sino en qué haces cuando llegan