Un concepto bien conocido en el entorno de la atención plena, es el de bondad amorosa.
Este concepto me gusta mucho porque se compone de dos cosas que considero esenciales en la vida: la bondad y el amor.
La bondad es mucho más que una actitud donde nos disponemos a hacer el bien para otros y para nosotros mismos. La bondad es un estado desde el que vivir. La bondad nos invita a ayudar a los demás, nos permite conectar con nuestra empatía y compasión. La bondad nos conecta con los demás desde la energía amorosa, nos hace sentir expansivos.
El amor es la energía que mueve todo en el cosmos. Y cuando hablo de amor, me refiero al amor por las personas, por el planeta, por los animales, por nosotros mismos. Porque el amor no surge solo en la pareja, aparece en cualquier momento y lugar.
La bondad amorosa, en inglés se traduce como “Loving Kindness” y estas dos palabras nos hablan de algo que en la traducción al castellano se pierde. Nos habla de amabilidad. La amabilidad surge cuando sentimos amor y cuando comprendemos que cada persona está en su propio camino de crecimiento. Podemos ser amables con nosotros mismos también, te diría que es algo que deberíamos hacer cada día.
La amabilidad no tiene que ver con la debilidad, de hecho es una fortaleza. Ser amable supone acoger cualquier cosa que llegue a nosotros, sin juzgarla. Hace referencia a sostenernos en todo momento, en mantenernos presentes en nuestro dolor y alegría, en nuestra tristeza y serenidad. Ser amables es también saber que podemos acudir a nosotros mismos para refugiarnos de la tormenta emocional que ocurre en nuestro interior y también de las tempestades externas.
Como puedes ver, la bondad amorosa es un concepto muy interesante que nos ayuda en nuestro trayecto vital.
Bondad amorosa en el budismo
Para los budistas, la bondad amorosa es la primera morada sublime.
Esto significa que para ellos, la bondad amorosa es el primer paso que nos dirige a la iluminación, a ese estado libre de sufrimiento, donde se alcanza la sabiduría y compasión infinitas.
Y es el primer paso hacia la iluminación, porque la bondad amorosa nos ayuda a transformar la sensación de separación con el resto de seres, en amor.
El desarrollo de la bondad amorosa hacia uno mismo, se llama “maitri” y nos permite desarrollar una actitud compasiva hacia nuestro dolor y hacia el de otras personas.
La bondad amorosa la podemos dirigir a…
- Nosotros mismos: Nos podemos convertir en nuestro gran apoyo para afrontar los retos de la vida. Porque si sentimos que podemos hacer y sentir cualquier cosa y que aún así nos acogeremos y aceptaremos, nos convertimos en ese apoyo incondicional que siempre hemos buscado fuera y que solo existe dentro. Todo nace desde nuestro interior.
- Nuestras emociones: Tratar a nuestras emociones con bondad amorosa supone volvernos amables con ellas, aceptando su presencia, llegando a atisbar la serenidad y calma que existe detrás de esas emociones turbulentas. Atender a esas emociones difíciles que nos confrontan con lo peor de la vida, nos ayuda a conocernos mejor, de hecho las emociones turbulentas son las grandes llamadas de atención que nos dan la oportunidad de observar la emoción en nuestra mente, cuerpo y corazón.
- Otras personas: Nuestra capacidad de ser amables nos permite establecer vínculos con otras personas y desde nuestro amor podemos ayudar a sanar heridas y el sufrimiento del mundo. Podemos ofrecer nuestra amabilidad y bondad amorosa a otros de una manera sencilla simplemente diciendo “gracias”, dedicando nuestro tiempo a escuchar a alguien, abrazando a alguien que sufre o cuando no te ofendes ante el rechazo de tu ayuda.
Bondad amorosa en el día a día
Auto-cuidado: Un corazón amoroso comienza a construirse desde dentro, siendo compasivo contigo mismo, sanándote desde dentro, cuidándote y dedicándote tiempo aunque eso suponga ponerte tú por delante de las necesidades de otras personas. Cuando nos cuidamos, somos capaces de cuidar mejor de los demás. Por eso todo comienza primero en ti y se extiende después a los demás.
Y esto no siempre es fácil, porque cuidarte y quererte más, supone a veces dejar de interpretar el papel de cuidador y cuando dejas de estar ahí para otras personas, cuando ya no estás disponible siempre, los demás pueden quejarse y decirte que has cambiado, que te has vuelto más frío. En realidad lo que está ocurriendo es que te conviertes en tu prioridad. Y eso es bueno.
Abandonando el exceso de control: Nos hemos acostumbrado a controlarlo todo. El exceso de control nos lleva a tener unas expectativas muy altas con nosotros mismos y con los demás. Y cuando esto sucede y las cosas no salen como esperamos o los demás no se comportan como esperamos de ellos, nos frustramos y enfadamos.
El control nos da la falsa ilusión de que la vida no es aleatoria. Pero lo cierto es que no podemos controlar lo que ocurre en nuestra vida. Sí podemos decidir que ciertas cosas no ocurran, pero suele ser el miedo el que nos impulsa a quedarnos dentro de nuestra zona de confort.
Cuando comenzamos a vivir desde nuestra amabilidad y bondad, abrimos nuestro corazón. Y en ese momento podemos empezar a soltar las riendas, nos podemos relajar para que las cosas lleguen tal y como son, sin luchar con ellas. Y cuando soltamos, todo fluye… como el agua de un río. Y en ese fluir, la vida comienza a traernos lo que es para nosotros, lo que necesitamos en este instante de nuestra vida.
Comienza a soltar las riendas en cosas pequeñas… como no planificar un fin de semana y observa lo que vida te trae o los planes que son perfectos para ti en este momento.
Liberándonos de los juicios: Una mente que juzga, está encerrada en sí misma y ve la realidad a través de una fina ranura. Todo lo que no encaje en esa ranura, será desechado. Los juicios simplifican el mundo para nuestra mente y ego, pero nos impiden disfrutar de la vida tal y como es.
Abandona esa idea dualista que tienes del mundo. Porque las cosas y las personas no son “buenas” o “malas”, sino que es una mezcla de ambas… de luces y sombras. Y precisamente de esa mezcla, nace el equilibrio… la armonía.
Cultivando la amabilidad: Sé amable y comprensivo. Las cosas no pueden salir siempre como tú quieres ni las personas se van a comportar como esperas o deseas. Cada cual lleva su mochila a cuestas, tiene sus heridas internas y lleva un ritmo en el recorrido por la vida.
Adáptate a ti, a lo que necesitas en cada momento. Deja a ese crítico interno a un lado y sé amable y comprensivo contigo, acógete y date un abrazo interno fuerte. Mantente contigo en las tempestades y en las tardes de verano.
“Los ojos de la bondad amorosa abrazan a todos los seres vivos”
– Thich Nhat Hanh –