La vida cambia, las personas cambiamos, las cosas acaban para transformarse en algo diferente.
Los finales nos asustan porque nos confrontan con la incertidumbre, lo desconocido, el sufrimiento.
A nuestro cerebro le gusta lo que le es familiar porque se siente seguro, por eso le cuesta aceptar el cambio, aunque en realidad el cambio es la única constante.
Los budistas nos hablan de una ley universal… la impermanencia. Esta ley universal del cambio, ocurre fuera y dentro de nosotros. La vida es sinónimo de cambio y eso supone que nada dura eternamente.
Tú ahora eres una persona diferente a quien eras hace un año y sigues cambiando. Las situaciones cambian sin parar, las relaciones se modifican y en ocasiones ese cambio lo vivimos como algo negativo y decidimos poner punto final a amistades, relaciones de pareja o de familia que parecen ya no encajar con nosotros.
Aceptar los finales no es fácil, requiere un viaje profundo a nuestro interior para empezar a comprender la verdadera función del cambio, de los finales, de la impermanencia.
Final = Transformación
Podemos ver algo negativo en los finales porque nos quitan cosas que nos hacen sentir bien, que son familiares. Y así nos resistimos al cambio, aferrándonos a personas o relaciones que ya no nos llenan. Deseamos quedarnos estáticos.
Y es esa resistencia a que las cosas no cambien, produce un profundo sufrimiento, porque intentamos parar la rueda del cambio y no podemos pararla porque el cosmos mismo funciona a través de ella.
Vamos a interpretar los finales no como algo negativo, sino como una transformación.
Porque cuando las cosas cambian, nos transformamos… cambiamos por dentro y nos transformamos en una persona diferente. Cuando la relación de pareja acaba, nos transformamos a través de las experiencias vividas con la otra persona, cuando un ser amado fallece, nuestro amor se transforma y nos acompaña por siempre.
Porque tal vez ya no eres la persona que eras, pero sigues siendo tú. Tal vez tu relación de pareja ha acabado, pero tú sigues creciendo y la ruptura es una oportunidad para explorar quién eres ahora y lo que quieres. Tal vez hayan sucedido cosas inesperadas en tu vida, pero tu proceso de adaptación te transforma profundamente.
El cambio te ayuda a florecer… como el loto que crece en la oscuridad del lodo
La esencia del cambio es la creación eterna. Porque todo se crea, se disuelve y vuelve a crearse. Ocurre con tus pensamientos, con tus emociones, con tu respiración y con el latido de tu corazón. Ánclate al cambio a través de tu cuerpo.
Cómo aceptar el final de algo
No te resistas al cambio, porque éste no va a parar aunque lo desees con todas tus fuerzas. No es necesario que elimines el cambio o que crees una vida en la que todo está controlado, porque el exceso de control nos conduce a la ansiedad.
Tan solo acepta las cosas como son, aunque te duela, aunque pases una etapa vital difícil. Abandona la lucha con la vida y contigo mismo. Por eso es importante que aceptes los finales y puedes hacerlo…
- Sintiendo tus emociones: El cambio nos altera, nos hace sentir perdidos, nos llena de incertidumbre y miedo, nos invade la tristeza y melancolía por lo que perdemos en esa transformación. Y todas estas emociones debes sentirlas porque forman parte de ti. Y cuando sientes tus emociones, haces lo contrario a resistirte, comienzas a vivir el cambio y la transformación.
- Soltando: Tendemos a aferrarnos a las cosas y también lo hacemos a lo que termina, porque una parte de nosotros cree que así el cambio no sucederá. Tras experimentar tus emociones tal y como son, ya estás preparado para soltar ese tema que ya no depende de ti. Soltar significa que cedes este tema a la vida, porque ella, tan sabia, se encargará del resto. Suelta como hace el protagonista de la fotografía de este artículo hace con el farol.
- Fluyendo con lo que llegue: Siempre que reflexiono acerca de la impermanencia, llega a mí la idea de que debemos aprender a fluir con los tiempos, con el flujo y el reflujo de las situaciones que vivimos. Cuando sucede algo que no nos gusta y nos aferramos a lo contrario a lo que tenemos, negamos el cambio en esa persona o situación y cuando hacemos eso, dejamos de fluir, paralizamos la vida. Y de ahí llega mucho sufrimiento, porque nos introducimos en una lucha imposible de ganar, porque el cambio, la transformación e impermanencia, siempre ganan.
- Viviendo en el presente: El cambio intensifica el valor de los momentos que vivimos, de los sucesos compartidos, de los regalos que nos trae la vida, por lo que incorporar la impermanencia a nuestra vida, nos ayuda a vivir más intensamente, disfrutando cualquier cosa que ocurra en ella. Por eso Buda insistía en la importancia de vivir en el presente, porque cuando estamos aquí y ahora, podemos disfrutar de cada instante, por fugaz que sea.
- Ánclate al cambio: Busca las señales del cambio eterno fuera de ti (en la naturaleza, en el sol y la luna, en el flujo y reflujo de las mareas, en las hojas de los árboles que un día adornan sus ramas y al siguiente caen al suelo). También debes buscar y unirte al cambio dentro de ti (observando tu respiración y fluyendo con ella, observando el latido de tu corazón, comprendiendo que las emociones y pensamientos vienen y van… como las olas del mar).
Aceptar el cambio es natural, no te resistas