Hace unos años, descubrí una práctica ancestral japonesa, que daba explicación a muchas de las cosas que siento cuando acudo a la naturaleza. 

Tal vez te sea familiar el nombre de “Shinrin-Yoku”, esta palabra japonesa se puede traducir como “baño de bosque”. Es una experiencia sensorial donde nos desintoxicamos del exceso de frecuencias vibratorias que no son nuestras, es una limpieza energética profunda que sentimos en mente y cuerpo. 

Y es que el Shinrin-yoku, no consiste en caminar o pasear… consiste en tener una experiencia inmersiva en la naturaleza, conectando desde el cuerpo para llegar a nuestro centro esencial… donde todo es paz, serenidad, bondad y amor. 

En el arte del baño forestal, todos nuestros sentidos se dirigen hacia fuera y sentimos cada olor, el aire fresco en nuestra cara, el calor del sol sobre la piel o el frescor de las gotas de agua, conectamos con nuestro cuerpo más profundamente, llegando a observar el esfuerzo de nuestros músculos, los movimientos de nuestras piernas y brazos, las bellas vistas que nuestros ojos captan, el sonido de los pájaros e insectos, etc. 

Esta práctica es una terapia en sí misma porque es capaz de regular nuestra mente y cuerpo, reduce nuestro estrés, ansiedad, depresión, equilibra nuestras emociones y refuerza nuestro sistema inmune. Shinrin-yoku actúa en todos los niveles que conforman nuestra humanidad: físico, mental, energético y espiritual. 

Practicar este “baño de bosque”, ha de hacerse como en la imagen que acompaña a este post… 

• Reduce tu ritmo: párate, observa, camina lentamente.
• Dejando de lado toda distracción (incluido el móvil). 
• Conectando con nuestros sentidos más profundamente.
• Cerrando nuestros ojos para ver con nuestra mirada interna. 
• Respirando profundamente, llenando nuestro cuerpo de oxígeno.
• Observando los cambios en la naturaleza.
• Con los pies en la tierra, sintiendo su latido.
• Con nuestro oídos abiertos, captando los sonidos naturales. 
• Sintiendo nuestro cuerpo en conexión con el planeta y el cosmos. 

Darte un baño de bosque, es transformador. Te invito a conectar con el mundo natural que está más allá de ti. 

Beneficios del Shinrin-Yoku

Desde 1984, se han realizado múltiples estudios científicos para comprobar los beneficios y efectos que tiene la naturaleza en nuestra salud física y mental. Algunos de estos descubrimientos son…

• El sistema inmune se fortalece, reduce el dolor y potencia la sanación de heridas.
• Aumentan las células “Natural Killers”, defensa contra virus y células tumorales. 
• Se reduce el cortisol en sangre, lo que indica que nos desestresamos. 
• Disminuyen la tensión arterial y el ritmo cardíaco. 
• Tenemos más energía. Nos concentramos mejor. 
• Se reduce la ansiedad, la depresión y estamos de mejor humor. 
• Reducimos el “ruido mental” o rumiación al conectarnos con el entorno. 
• Reduce la inflamación del organismo y aumenta la serotonina (equilibrio y felicidad). 
• Generamos armonía y coherencia en los diferentes sistemas del cuerpo. Coherencia cardiaca. 
• Mayor actividad del sistema nervioso parasimpático = relajación, reparación y descanso.

Conectar con la naturaleza es natural, acude a ella para relajarte, equilibrarte y volver a tu centro.  

Mi conexión con la naturaleza

Para mí, acudir al mundo natural… es conectarme con los árboles, con el canto de los pájaros, conectarme a la tierra y sus vibraciones, al mar y sus ondulaciones, es volver a mi ser esencial. 

Sentirme en conexión con la naturaleza, produce sensaciones tan agradables y placenteras, que me conectan con algo más profundo en mí, me ayudan a trascender la vida cotidiana y a conectar con mi verdadero ser. 

Mi verdadero ser es simple… le gusta la quietud, los movimientos lentos, le gusta no tener prisa, mirar al horizonte y tomar perspectiva de las cosas. Mi verdadero ser siente la espiritualidad viva que hay en mí y  en la madre Tierra. 

Y cuando conecto con estas cosas, relativizo la importancia de otras cosas que en mi día a día me agobian. Y necesito relativizar mucho, porque mi mente es a veces rígida, porque en ocasiones yo también me siento atrapada en la rutina o en mis responsabilidades. 

Mientras escribo estas palabras, escucho música con sonidos de naturaleza. Y si cierro los ojos, me dejo llevar por el suave sonido del agua, el canto de los pájaros que me mecen, mi mente se imagina un bosque y puedo sentir incluso el calor del sol en mi piel. 

Al ser una persona altamente sensible (PAS), me agoto rápido con el exceso de estimulación moderna y con el exceso de personas a mi alrededor. 

Me gusta vincularme a la gente, mi profesión así lo requiere, porque con cada paciente debo vincularme emocionalmente, aunque sin traspasar esa línea personal que me desequilibraría. Me gusta vincularme con la gente de uno a uno. Los grupos me abruman porque mi sobre-estimulado cerebro, tiene que procesar demasiada información emocional y eso me agota. 

Por eso, cuando me siento saturada de estímulos, acudir a la naturaleza y darme un baño forestal, es lo que me salva. Porque así puedo regresar a mi centro, puedo recordar que está bien ser como soy y necesitar más descansos.

Y es precisamente esta manera mía de sentirlo todo profundamente, lo que hace que me conecte tan profundamente también a la naturaleza. Experimento sensaciones físicas profundas que otras personas tal vez no puedan sentir, puedo sentir cómo mi corazón se desacelera, puedo sentir el efecto de la serotonina en mí. Es la mejor manera de relajarme que conozco… y es natural. 

Cuando me conecto a la naturaleza, puedo entender mejor las palabras de Buda, puedo profundizar más en mi espiritualidad. Y es en este entorno donde puedo sanarme de una manera más profunda de la que mi mente puede comprender. 

Siento que volver a la naturaleza, es volver a mis orígenes. La parte más antigua que hay en mí, conecta de nuevo con las sensaciones que debí sentir cuando fui un ser humano arcaico, aquella época en que vivíamos en la naturaleza, donde las cuevas eran nuestro refugio y los peligros acechaban por todas partes. Y sin embargo, siento esa conexión profunda con la madre Tierra… tan profunda que es regresar a mi hogar. 

Es curioso que para poder emprender el viaje hacia el interior, tengamos que empezar por un entorno natural… pero en mi caso, el contacto con la naturaleza es así… una mezcla de interior y exterior. Porque veo un reflejo de la naturaleza en mí. 

Libros que hablen del poder sanador de la naturaleza, hay muchos, aunque hoy te voy a recomendar el que más me gusta… “Shinrin-yoku” de Annette Lavrijsen. 

En un mundo que gira demasiado rápido, donde hay demasiadas distracciones para una mente de por sí ya hiperactiva, la experiencia del Shinrin-yoku, tiene el potencial de cambiar nuestras vidas para siempre. 

“El bosque es un organismo peculiar de bondad y benevolencia ilimitadas que no exige su sustento y es generoso con todo lo que su vitalidad produce, ofreciendo sombra incluso al halcón que la destruye”

– Siddharta Gautama (Buda) –