En Diciembre de 2019, comenzaron a llegar imágenes un tanto extrañas de una enfermedad desconocida que hacía que muchas personas en China, enfermaran gravemente o incluso se desplomaran en la calle.

Esas imágenes parecían sacadas de una película y nuestra mente, por protegerse, nos decía que eso que ocurría tan lejos de nosotros, no llegaría a Europa.

Unos meses después, estábamos confinados en nuestras casas, adaptando el trabajo a esta nueva era de trabajar a distancia o tal vez estando en un ERTE.

Y de repente esas imágenes de China, no parecían tan extrañas… calles vacías y hospitales llenos… balcones llenos que aplaudían el trabajo espléndido de los profesionales de la salud… el miedo y la ansiedad que se instalaban con nosotros.

Tras más de 2 años de pandemia, ésta ha cambiado muchas cosas en nuestro día a día y nuestra salud emocional se ha resentido. Las reacciones a la enfermedad, han sido muchas y hoy quiero acompañarte por este recorrido emocional a través del Covid. 

El contagio por Covid

A pesar de las medidas preventivas… mascarillas, higiene de manos y vacunas… el Covid sigue muy vivo y se transforma, adaptándose a nuestra inmunidad.

Entre Diciembre de 2021 y Enero de 2022, llegó una nueva variante… Ómicron. Y nos enseñó que ser menos amenazante para el cuerpo humano pero más contagiosa, hacía que el Covid siguiera circulando.

En Enero de 2022 pasé el Covid y el mero hecho de tener los primeros síntomas, hace que tu mundo emocional dé un vuelco, en parte motivado por las noticias que nos han acompañado desde hace meses. 

A través del Covid, me di cuenta de varias cosas que ocurrían en mi mente…

• Primera pregunta… ¿Cómo me he podido contagiar? Me di cuenta de que el contagio sucede en cualquier parte, aunque tengas en cuenta las medidas de prevención. Esto provoca cierta frustración.

• Primeros síntomas… dolor de garganta y fiebre alta (más de 39º)… El dolor de garganta era el típico de cuando me constipaba, pero la fiebre tan alta, me dejó sin fuerzas, me dolía el cuerpo y no podía más que dormir o estar sentada en el sillón con los ojos cerrados… flotando en el calor febril, me salieron manchas rojas en la frente por la alta temperatura. La fiebre apareció al inicio de los síntomas pero también a mitad de mi convalecencia. Siempre he sabido que la fiebre es una buena señal, indica que mi sistema inmune está luchando contra el virus que lo asedia.

• Siguientes síntomas… agotamiento, ausencia de apetito, tos y mucosidad… En parte debido a la fiebre y en parte a los síntomas que provocaba Ómicron, sentía un profundo agotamiento que se expresaba en una ausencia de energía que me dificultaba incluso el hecho de ir caminando al baño o a mi habitación. La mucosidad era diferente a la típica de un constipado, más duradera y abundante. En esos días, mi apetito desapareció y era un suplicio tener que tomar una sopa de pollo, lo que también influía en mi nivel de energía. 

• Miedos… “Por favor, que no tenga que ir al hospital ni a la UCI”, “Voy a vigilar mi respiración, porque como no pueda respirar, me voy al hospital”. Fui consciente de que prestaba más atención a mi respiración y la mucosidad me impedía respirar tan bien como siempre, lo que aumentaba mi ansiedad y miedo. Afortunadamente no tuve que ir al hospital.

• Pruebas y falsos negativos… El primer día que noté dolor de garganta y fiebre, me hice un test de antígenos dio negativo. Sabía que estaba contagiada porque los síntomas no engañan, pero ver ese negativo, hizo que confiara menos en esas pruebas. 

Estuve dos semanas con síntomas que me impidieron trabajar y una de las cosas que me agobiaban, era tener que cancelar las citas con mis pacientes, pero también supe que debía cuidarme para recuperarme y volver a trabajar. 

Pasaron los días y tras 3 semanas, fui recuperando mi energía lentamente. La primera semana de trabajo fue muy extraña… me agotaba bastante y me di cuenta de la energía y concentración que requiere mi trabajo… algo en lo que no pensaba por estar acostumbrada a ese nivel de atención. 

Pero pasado un tiempo, surgieron síntomas en mí algo diferentes por Covid…

Covid persistente

El Covid es un virus que altera la manera en que funciona nuestro cuerpo. Algunos síntomas de Covid persistente son….

• Agotamiento: En mi caso, he recuperado mi nivel de energía, pero reconozco que tuve un par de meses tras el contagio, en el que me cansaba mucho y por la noche me sentía totalmente agotada. 

• Cambios en la regla: Mi punto vulnerable en el cuerpo, son las hormonas. Tengo hipotiroidismo desde los 18 años y siempre he experimentado cambios hormonales. El Covid ha influido también en la regla, aunque en mi caso suele ser irregular por el hipotiroidismo. 

• Caída de cabello: Este efecto surgió pasado un mes del contagio. Al principio noté que se caía un poco más el pelo, pero hubo unas semanas en las que se caían mechones de pelo cuando me lavaba el pelo. Esto me asustó mucho. Comencé un tratamiento para frenar la caída y fomentar el crecimiento del pelo. Ya no se me cae apenas pelo, pero siento que mi melena se ha visto reducida en 50% en volumen. Y podría decirte que lo he llevado bien, pero sería mentira. Me he angustiado mucho con este tema, he llorado y aún en ocasiones me miro al espejo y me pongo triste. Acepto mis emociones porque son naturales. 

• Sensibilidad olfativa: Durante el Covid, nunca he perdido el gusto y el olfato. Curiosamente a mí me ocurría lo contrario, era más sensible a los olores. Este síntoma me ha durado un par de meses más allá del contagio. Ahora vuelvo a tener la sensibilidad olfativa de siempre. 

El Covid se queda un tiempo con nosotros y eso hace que tenga síntomas que persisten en el tiempo. Estos síntomas son una oportunidad para conocernos mejor y aceptarnos tal y como somos. 

Creciendo a través del Covid

Siento que la vida es como un diente de león… esparce ante nosotros situaciones como si fueran semillas. Nosotros decidimos si esas semillas germinan o mueren. 

Creo que el Covid es una oportunidad para aprender más de nosotros mismos. En mi caso, he descubierto algunas cosas…

• Fortaleza: El Covid me ha llevado a algunos límites que no conocía antes. Eso de dejar de trabajar durante 2 semanas enteras, fue una gran prueba para mí. Casi más lo fue aprender a cuidarme y a decir “No” cuando no estaba preparada para trabajar ni para dar lo mejor de mí. 

• Calma: Al cambiar el ritmo de mi vida y solo poder estar sentada, tumbada o como mucho viendo la TV, me di cuenta de que ese parón tras las navidades, era algo que necesitaba mi cuerpo. 

• Energía: Como comentaba antes, comprendí que mi trabajo es muy exigente en cuanto a energía, atención y concentración. El regreso al trabajo tras el Covid, me ayudó a comprender cuánto debo cuidarme y también cómo me desgasta aunque no siempre sea consciente o no me dé cuenta de la inversión de energía porque estoy acostumbrada.

• Confiar en mi cuerpo: Esta es la primera cosa que pensé cuando supe que tenía Covid. Confiaba en mi cuerpo, en su capacidad para sanarse y luchar contra este virus. Porque mi cuerpo es fuerte, siempre me ha defendido y siempre lo hará. Y al confiar en mi cuerpo, dejé a un lado esos pensamientos catastróficos y me rendí al descanso.

• Cuidarme: Es una de las cosas que me ha enseñado el Covid… que debo cuidarme más. Y es que en la vorágine diaria de trabajo, me olvido de mí misma. Y ahora, cuatro meses tras el contagio, sigo obligándome a cuidarme y tomarme tiempo para mí… aunque éste es mi gran reto. 

La pandemia mundial que hemos vivido y que aún nos acompaña, es una oportunidad para conocernos mejor y acompañarnos en nuestra vulnerabilidad. 

La vida es un diente de león… tú decides si las semillas germinan