Una de las cosas que he ido aprendiendo a lo largo de mi vida, es que el cambio es inexorable, incluso cuando nos negamos a él. 

El cambio nos asusta porque nos confronta con lo desconocido. 

Antes de que se produzca un cambio vital, surge un momento de transición. Estos momentos son, para mí, un puente entre la manera de vivir que conocemos hasta ahora y la nueva manera de vivir y relacionarnos que está por llegar. 

Siempre me viene a la mente la imagen de un puente cuando pienso en los momentos de transición. Recorrer el propio puente ya anuncia el cambio. Hay muchos sentimientos encontrados en esta etapa, pero creo que queda especialmente marcada por la confusión.

Confusión porque ya no somos quienes éramos… aunque aún no sabemos en quién nos estamos convirtiendo. 

Confusión porque nos adentramos en terreno desconocido…  muy lejos de la zona de confort y de control. 

Los momentos de transición nos ayudan a prepararnos, es un espacio de tiempo que nos permite ir practicando las nuevas habilidades y conductas que están por llegar. Es un momento donde sentirnos confusos y algo perdidos, pero sabiendo que estamos en la senda que nos dirige al nuevo camino vital que recorreremos. 

Afrontando los cambios

Los cambios llegan, pero no siempre queremos afrontarlos y vivirlos. De hecho, podemos hacer varias cosas en esta etapa de transición… 

• Negar el cambio: Podemos llegar a ser expertos en la negación… Cuando un cambio llega, no hay nada que pueda paralizarlo y si lo paralizamos, éste vendrá de otra manera. El miedo, la angustia, el no sentirnos capaces de afrontar algo nuevo, nos conduce a negar que nada tenga que cambiar. Los momentos de transición son suaves susurros del cambio que está por llegar. 

• Resistirnos al cambio: A veces hemos negado el cambio, pero éste llega igualmente. A pesar de ello, siempre podemos resistirnos a él, siempre podemos luchar para que nada cambie. En este proceso de desgaste y lucha con gigantes invisibles, llevamos las de perder.  

• Explorar el cambio: Hay otra opción, podemos aceptar la idea de que el cambio se produce, podemos llorar y soltar la etapa que se va, llorar y soltar a la persona que fuimos antes. Y en este proceso, abrimos una puerta a lo nuevo que llegará, damos la bienvenida a lo desconocido y atravesamos el puente de la transición con confianza en nosotros mismos. 

Es importante comprender que la persona que emprende el camino a través del puente de la transición, no será la misma que llegará al otro extremo. El propio proceso de caminar, abriéndonos y aceptando el cambio lentamente, nos transforma, nos cambia. 

El poder transformador de los momentos de transición, siempre me recuerda al momento en que la crisálida se convierte en mariposa. Nos sentimos libres, extendiendo nuestras alas y explorando el mundo con una nueva mirada, con una perspectiva diferente. 

Despídete de tu antiguo yo, agradece lo que te ha enseñado, valora su capacidad para llevarte al siguiente nivel y sigue adelante. 

Momentos diarios de transición

Una buena manera de acostumbrarnos a vivir con los momentos de transición y los cambios, es conectar con pequeños momentos diarios de transición…

• El segundo en que no respiras… Tras cada exhalación, se produce un segundo donde nada ocurre… no inhalas ni exhalas, no respiras pero sigues existiendo. Observa estos momentos de transición y conéctate con el vacío propio de la vida. 

• El momento antes de dormir… Antes de perder la consciencia para dormir, se produce un momento de desconexión suave. Lo puedes sentir como un momento de relajación, donde tu cuerpo suelta sus músculos, donde el cerebro comienza a relajar la velocidad a la que funcionan tus neuronas. Es un estado plácido de soltar, de dejar ir. Ese momento de transición entre la consciencia e inconsciencia es agradable, siéntelo. 

• La luz del sol que da lugar a la noche… Hay un momento fugaz en el atardecer, especialmente en verano, en que puedes ver el cielo en su dirección Este, de un tono azul nocturno muy oscuro. El cielo en dirección Oeste está lleno de colores anaranjados propios del atardecer. En ese instante, eres espectador de un momento mágico de transición… saboréalo.  

• El momento de silenciarte para escuchar… Cuando escuchamos a otras personas, tenemos que silenciarnos no solamente externamente, también internamente. El momento en que sintonizamos con lo que el otro nos relata y acallamos nuestra voz interior, es otro momento de transición… siente el cambio en ti. 

• La paz cuando cierras tus ojos al parpadear… Parpadea, vuelve a parpadear pero ahora siente todo el movimiento ocular. Siente cómo es cerrar tu ojo, siente la relajación y paz al proteger tu globo ocular. Abre el ojo y siente cómo el párpado se mueve. Este otro momento de transición es tan agradable, que te ayudará a ver el cambio como algo natural. 

Los momentos de transición nos ayudan a tomar impulso, a aceptar un cambio que tal vez no hemos buscado, pero que es necesario para seguir adelante. El cambio a veces duele… pero es un dolor necesario para tu evolución. 

* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA). 

“Comenzar un camino nuevo da miedo. Pero a cada paso que damos, nos damos cuenta de que lo peligroso era quedarse quieto”

– Roberto Benigni –