Entre el apego y la aversión, se halla la ecuanimidad. Creo que es una buena manera de introducirte este concepto que puede cambiar la manera en que percibimos y vivimos la vida. 

El apego… es ese sentimiento de necesitar algo o a alguien para poder vivir. El apego, en su justa medida, nos ayuda a vincularnos a otros seres humanos. Pero cuando el apego es extremo, el amor se convierte en dependencia porque sentimos que no podemos vivir sin aquello a lo que estamos apegados (la pareja, las posesiones materiales, nuestras creencias y valores).  

La aversión… es una profunda sensación de rechazo. El apego nos hace depender mientras que la aversión nos hace rechazar y aislarnos en exceso. 

La ecuanimidad… Es el punto medio entre el apego y la aversión. Cuando estamos en este centro, podemos vincularnos sin depender y podemos aceptar lo que ocurre a nuestro alrededor y somos más tolerantes con los demás y con nosotros mismos. 

En un mundo de extremos y dualidades, solo podemos vivir desde el apego y la aversión. Vivimos desregulados porque nos hemos desconectado de lo genuino… de escuchar atentamente a otras personas, a tomarnos tiempo para reflexionar sobre lo que nos ocurre, de dejarnos arrasar por la emoción para que nos sane. 

En tiempos en los que un algoritmo decide por nosotros, hemos perdido la capacidad de conectar con lo que los filósofos estoicos llamaban “albedrío”, nuestra capacidad de decidir. 

La ecuanimidad, nos aporta calma y serenidad, nos da tiempo para reflexionar antes de hablar y de actuar. 

La ecuanimidad nos da tiempo… tiempo para ser conscientes de lo que necesitamos, tiempo para crear una vida que nos satisfaga. 

Si vivimos en los extremos, apegándonos o rechazando, viviremos desregulados. Porque solo podemos estar regulados cuando hallamos la calma, cuando no tenemos prisa, cuando conectamos con nuestra respiración. 

Componentes de la ecuanimidad

La ecuanimidad es un estado emocional que nos ayuda a vivir de una manera diferente. Los componentes que considero claves de la ecuanimidad, son…

• Imparcialidad: Creo que es el primer concepto que acude a mi mente cuando pienso en la ecuanimidad. Ser imparciales, no juzgar, no etiquetar, ser capaces de describir las cosas como son, no como las percibimos de manera subjetiva. Toda historia tiene dos versiones, aunque cada cual debe responsabilizarse de sus emociones para poder regularse, es importante entender que la mirada de la otra persona puede ser diferente a la propia. 

• Sosiego: Qué palabra tan bonita… solo de pronunciarla ya siento que me calma, es como si me arrullara a mí misma. El sosiego es quietud, serenidad. Sosiego es sostenerme en la calma, el sosiego también me puede sostener cuando siento emociones intensas o cuando mi mente piensa en exceso. La ecuanimidad crea sosiego interno y de esa serenidad, nace el equilibrio, la ausencia de juicio y la tolerancia. 

• Ser mesurado: Este componente de la ecuanimidad es fundamental porque nos habla de quedarnos en el punto medio, evitándonoslas ir a los extremos. Para muchas personas, tener este temperamento más templado, les resulta raro porque es un estado en el que no hay grandes pasiones, pero tampoco hay grandes sufrimientos. Ser mesurado puede parecer algo extraño, pero nos da la oportunidad de ejercer nuestro libre albedrío de manera consciente. 

• Ser justo: No me refiero con este concepto al término habitual de justicia entre el “bien y el mal”. Ser justo tiene que ver con aplicar la cantidad de energía necesaria y suficiente a aquello que estamos haciendo. Supone darnos un tiempo para reflexionar pero sin dedicarle demasiado tiempo, porque la mente nos puede arrastrar a mundos que no existen. Supone también permitirnos sentir la emoción y liberarla, sin ser esclavos de ella. La ecuanimidad no trata de la dejadez, sino de dedicar el tiempo justo y necesario para regularnos. 

• Rectitud y honradez: La ecuanimidad nos ayuda a ser rectos, es decir, a ser íntegros e imparciales. Por eso la rectitud también nos conduce a la honradez y la honestidad. Para mí la honestidad tiene que ver con poder ser uno mismo, al tiempo que respetamos al otro. La responsabilidad afectiva también es un componente importante, donde no solo nos responsabilizamos de nuestra emociones y su regulación, sino que también somos cuidadosos con los demás, evitando herir al otro. 

• Aceptación: Es otro de los elementos clave de la ecuanimidad. Aceptar supone dejar de resistirnos a lo que es. Es dejar de querer controlar el resultado de las cosas, es también ser tolerante. Podemos aceptar algo aunque no estemos de acuerdo, porque la aceptación nos ayuda a fluir, nos permite movernos en la vida con sosiego y seguridad. Abandona toda lucha, permítete caminar por tu sendero vital. 

Creo que con estas seis propiedades de la ecuanimidad, tendrás más claro lo que es y cómo cultivarla. 

“La ecuanimidad abraza lo amado y lo no amado, lo agradable y lo desagradable, el placer y el dolor. Elimina el apego y la aversión”

– Jack Kornfield –