La nieve en Agosto es poco habitual.
Nevar en Agosto es una anomalía… algo que podríamos esperar de otro lugar, de otro tiempo. Y sin embargo en el mes más veraniego del año, en ocasiones… solo en ocasiones, también nieva.
Esta historia comienza 31 de Agosto de 2020, el momento en que comenzaban mis vacaciones… el lugar… camino de Asturias… de hecho llevábamos recorridos ya unos kilómetros por la autopista que conecta Cantabria con Asturias.
Me sentía acompañada por los Picos de Europa, tan altos… tan sabios. Siempre me han atraído estos montes de formas caprichosas, moldeados por el aire y el agua. En algunos tramos de la carretera, pareciera que estos picos quisieran caminar, casi como un ciempiés, pues cuenta con unas formas que me recuerdan a estos animales.
Siempre que voy de viaje, me olvido de todo… ese trayecto donde parece que no pasa nada, que es un tiempo “perdido”. Para mí es el mejor tiempo. De hecho esa espera me recuerda a la muerte, el paso de un estado de conciencia a otro y también me recuerda a la eternidad. De hecho, estoy segura de que la eternidad es así… es un trayecto infinito, donde parece que no pasa nada, donde se gesta todo.
El caso es que mi mirada se perdía por esos picos tan altos, tan lejanos y me encontré con ciertas cumbres llenas de nieve… ¡nieve en Agosto!
Esta anomalía me dejó estupefacta, aunque cuando lo pensé un poco más, me di cuenta de algo… que este fenómeno meteorológico tan extraño, tenía todo el sentido en un año tan poco convencional, un año donde la pandemia nos visitó a toda la humanidad.
Y es que 2020 fue un año extraño, lleno de anomalías. Y por eso mismo yo observaba con cuidado todo lo que ocurría. Y así, poco a poco me he ido convirtiendo en una observadora de anomalías, buscando la luz dentro de la oscuridad, tratando de atisbar la parte positiva de cada suceso que podríamos etiquetar de “malo”.
No creas que es un trabajo fácil, de hecho está lleno de retos. Uno de los principales es no dejarme arrastrar por el miedo y el pánico, porque ver nieve en Agosto podría ser interpretado por muchos como un símbolo de algo catastrófico. Yo prefiero verlo como un ejemplo perfecto de cómo la naturaleza siempre nos sorprende y me enseña que no puedo dar nada por supuesto.
Creo que hay una belleza profunda en las anomalías, en lo que se sale de lo marcado por la sociedad o la cultura. Pero para ver esa belleza, debes calmarte y observar más que actuar. La belleza es escurridiza y se esconde… creo que ese es el secreto de la vida, saber buscar en el lugar adecuado… probablemente donde nadie mira porque no se espera encontrar nada.
Considero que el sufrimiento puede ser muy bello… no te digo que disfrute de él… no. Pero sí creo que guarda tantos secretos dentro de sí, que hay tantas lecciones en él, que cuando lo rechazamos, estamos evitando evolucionar, crecer.
Creo que hay belleza en el sufrimiento, lo he visto con mis propios ojos y sentido en mi piel… momentos, casi instantes, donde podía ver el verdadero rostro del sufrimiento, donde parecía que comprendía todo.
Escribo estas palabras mientras escucho a lo lejos el sonido atronador de una gaviota, encaramada en lo alto del edificio de enfrente. Puedo ver su pico abierto, emitiendo sonidos profundos desde su garganta. Y me pregunto qué querrá decir con ese grito que sale de sus entrañas. Y mientras me hago esta pregunta, perdida en la escritura y conectada al entorno que me rodea, llega una compañera de esa primera gaviota y parecen conversar silenciosamente.
Estas son las cosas en las que me gusta perderme, en el mundo natural que me rodea. Y quisiera poder tomar tu mano para que me acompañaras y observaras estas pequeñas cosas que hacen al mundo un lugar diferente, más profundo, más bello.
Los ciclos
Al escribir estas palabras, hacía menos de un mes que había fallecido mi abuelo materno. Tal vez eso, unido a la pandemia y a un año de muchos cambios a nivel profesional y personal, hizo que salieran de mí estas palabras, perdida en contemplaciones que trascendían la vida cotidiana.
El dolor de la pérdida de un ser querido, es diferente al que puedas experimentar por otros cambios en la vida, porque al fin y al cabo, te confronta con la muerte… el final y eso abre puertas en mí que me invitan a profundizar más, a necesitar conectarme con la naturaleza… donde la vida y la muerte están intrincadas de manera profunda.
La muerte es un tema que siempre me ha intrigado, por eso me especialicé en cuidados paliativos. Gracias a lo que aprendí en mi especialización, pude afrontar los duelos de mis abuelos maternos de una manera más natural. Porque en cuestión de dos años y medio, perdimos a mis dos abuelos maternos. Ambos fueron los abuelos que todo niño desea tener y les echo de menos profundamente.
Añoro los abrazos de mi abuela, añoro llevar a mi abuelo en mi coche… aunque fuera al médico. Y hay veces que quisiera volver al pasado para revivir con ellos unas vacaciones de verano o uno de esos Sábados que pasábamos en familia de la mañana a la noche… la vida era más sencilla entonces.
La vida es un ciclo que da paso a otro ciclo. He atravesado ya muchos ciclos en mi vida y en cada uno de ellos, una parte de mí muere, porque la única manera de construir algo nuevo, es destruyendo lo antiguo.
A pesar del dolor, a pesar del sufrimiento, agradezco al universo los muchos años que he podido disfrutar de mis abuelos, agradezco que me permitiera cuidarles y acompañarles.
La adaptación
Creo que la vida no se trata tanto de los ciclos que mueren y los ciclos que nacen, como de lo que hago con los cambios.
Tendemos a luchar para cambiar lo que no nos gusta, pero la vida no trata de que nos guste todo lo que pasa en ella… en realidad trata de nuestra capacidad de adaptación.
Nos adaptamos cuando aceptamos que las cosas son como son, no como nos gustaría que fueran.
Nos adaptamos cuando soltamos cosas o personas que no pueden acompañarnos.
Nos adaptamos cuando seguimos adelante en nuestra vida, aunque duela.
Nos adaptamos cuando permitimos que nuestras emociones salgan de nosotros.
Nos adaptamos cuando somos conscientes de que ocurrirán anomalías inexplicables.
Nuestra supervivencia siempre ha dependido de cómo nos hemos adaptado a un entorno cambiante. Por eso creo que el mayor marcador de inteligencia, no es la información que acumulo, sino el uso que hago de esa información y cómo conecto dichos elementos, para adaptarme más rápido y mejor a un entorno caótico.
Creo que la nieve en Agosto es un ejemplo perfecto de las anomalías que nos rodean y que están esperándonos a que las descubramos.
“Todos los cambios, aun los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía“
– Anatole France –