Los seres humanos somos capaces de amar intensamente… tanto que a veces asfixiamos al otro.
Hay amores bañados de miedo que nos conducen a la sobre-protección
A veces es miedo a la pérdida, a veces es miedo a que el ser amado se haga daño (incluso a sí mismo), a veces es miedo a no tener el control. Me gusta destapar las diferentes capas emocionales…
- La conducta visible = Sobreprotección.
- La conducta invisible = Control (para vivir en un mundo predecible).
- La emoción intermedia = Amor.
- La emoción profunda e inconsciente = Miedo.
Si nos quedamos en la superficie, en la sobreprotección, no podremos entender nada de lo que nos ocurre. Porque la sanación está en lo más profundo, en el inconsciente… en ese miedo que nos atenaza y nos impide vivir libremente.
La sobreprotección es como una capa invisible que intentamos echar por los hombros de las personas a las que nos vinculamos emocionalmente. El otro no se da cuenta hasta que se siente atrapado, cautivo de emociones ajenas y de miedos que no le pertenecen, pero que terminan por ser parte de él o ella.
La sobreprotección es especialmente habitual de padres a hijos, aunque también puede serlo entre hermanos. Creo que gran parte de la sobreprotección nace del amor… pero es un amor que quiere tenerlo todo bajo control, un amor que es tan intenso, que ahoga a quien sobreprotege y a quien es sobreprotegido.
Y como suele ocurrir, hacemos a otros lo que hemos aprendido desde la infancia. Por eso la sobreprotección suele acabar creando personas que sobre-protegen a otros, activando esa faceta de Salvador que para algunas personas, se convierte en su motivo de existir.
De la fragilidad…
La sobreprotección nace del amor y del miedo… y eso nos hace sentir frágiles. La sobreprotección, manda mensajes importantes a la persona a quien tratamos de proteger…
- Sobre su capacidad… Uno de los mensajes más sutiles que envía la sobreprotección, es la duda sobre la capacidad del ser amado para afrontar retos y salir adelante. Alguien que ha sido protegido desde pequeño, puede sentir que solo no puede hacer muchas cosas. Es así como se empieza a gestar un pilar esencial de la confianza en uno mismo… ¿Soy capaz de hacer esto sin que nadie me ayude?… Y esta duda puede llegar a nuestra vida adulta, paralizándonos.
- El desarrollo de su identidad… Nuestra identidad se va gestando desde la infancia aunque su mayor desarrollo se produce en la adolescencia. La adolescencia es la etapa de confrontar lo que hemos aprendido hasta el momento, es el momento de rebeldía para saber quiénes somos. En personas que han sido sobreprotegidas, esta etapa de rebeldía puede no estar presente. La sobreprotección puede dificultar un poco este trabajo de crear una identidad propia por miedo al rechazo de aquella persona que nos protege y quiere.
- La confianza en él o ella… La sobreprotección hace que la persona que es protegida en exceso, dude de sus capacidades y tenga poca confianza en él o ella. Es habitual que quienes han sido sobreprotegidos, tengan más dificultades para tomar decisiones porque no saben si su criterio es acertado, pueden también necesitar mucho apoyo ante dificultades emocionales por no poder regularse ellos mismos. Y en algunos casos, la sobreprotección puede conducir a sentirse perdidos en la vida.
- Evitar retos por miedo… Es una de las consecuencias naturales de la sobreprotección. Cuando nos sobre-protegen, nos avisan de miedos que acechan por todas partes, aunque no sea así en la realidad. Podemos llegar a sentir que la vida es peligrosa y amenazante, por eso, ante cualquier reto, nos escondemos o huimos. Lo que debes saber es que cuando enfrentas tus miedos, te haces más fuerte y resiliente.
- Bloqueo ante adversidades… La persona sobreprotegida siente que la vida es una amenaza y las adversidades propias de la vida, son vividas con mucha angustia e incluso ansiedad. La vida nos trae pruebas, esas son las adversidades que hemos de enfrentar con confianza. No se trata de saber el resultado de todo lo que nos ocurre en la vida, basta con confiar en nuestra capacidad para hacerle frente.
La fragilidad es un trampolín desde el que construir tu confianza.
… A la fortaleza
La sobreprotección que experimentamos de niños, no puede ser evitada. Pero como adultos, podemos trabajar en nosotros mismos para transformar la fragilidad en fortaleza. Algunas maneras de hacerlo son…
- Tomar riesgos calculados: Si la sobreprotección nos inocula el miedo en mente y cuerpo, para que el miedo no tome el control de nuestra vida, podemos tomar riesgos calculados. La mejor manera es hacer aproximaciones sucesivas a algo que tememos… como ocurre en el tratamiento de las fobias.
- Ponernos a prueba: No des por hecho que creencias como… “No soy capaz, soy un inútil”, son ciertas. Las creencias son atajos para tratar de entender mejor el mundo y a nosotros mismos. Pero las creencias sobre nosotros mismos han de ser puestas a prueba para tener una idea realista de quiénes somos. Tus creencias son hipótesis, pon a prueba esas creencias que hablan de tu incapacidad para hacer algunas cosas.
- Seguir aprendiendo: No lo sabemos todo, por eso necesitamos seguir aprendiendo habilidades que nos faltan, necesitamos seguir aprendiendo quiénes somos y de lo que somos capaces de lograr.
Cómo acompañar sin sobre-proteger
Un niño sobreprotegido, se termina convirtiendo en un adulto que sobreprotege, incluso en un Salvador.
Yo también he sido una niña sobre-protegida y aún hay cosas que me cuesta hacer… por un miedo que no es real y que no tiene en cuenta mi capacidad de adaptación y mi flexibilidad.
Si eres una persona que siente un amor tan intenso por sus seres amados, que tiendes a sobre-proteger, te quiero enseñar otras formas de amar sin asfixiar…
- Tu miedo es tuyo… regúlalo: Tus miedos son tuyos, tus miedos se desarrollan en base a muchas cosas… tus experiencias, tus capacidades, la generación a la que perteneces, la sociedad en la que te has desarrollado. Cada generación tiene unos retos y unos miedos diferentes. Conócete bien, observa tu cuerpo como el mapa de emociones que es y regula tu miedo para que no lo inocules en otros como un virus.
- Confía en el otro y el otro confiará en ti: La confianza es algo que debemos nutrir. Si tú confías en la persona que quieres, él o ella confiará en sí mismo. Si confías, la otra persona confiará en ti y acudirá a ti cuando lo necesite… eso es amor, crear un espacio donde el otro se pueda refugiar cuando siente que el mundo pesa demasiado.
- Camina a su lado… pero deja que supere sus obstáculos: Como psicóloga, he tenido que aprender a acompañar a otros en sus procesos y eso me ha ayudado a acompañar a mis seres queridos sin protegerles en exceso. Cada cual tiene unos retos y aprendizajes en la vida y debe afrontarlos. He aprendido a caminar al lado de otras personas sin intervenir, incluso cuando veía que tenían obstáculos cerca contra los que iban a chocar. Caerse y levantarse también forma parte del proceso de aprendizaje.
- Mantente presente… pero sin bloquear su camino: Un buen caminante está presente en el camino y en todo lo que le rodea, observa mucho, traza un plan de por dónde transitará, pero no bloquea el camino de otros. Solo podrás acompañar a otros en su vida y procesos, cuando estés presente en ti… observando tus miedos, tu necesidad de control, tu amor y tus intentos por sobre-proteger al otro.
Haz que tu amor sea tan libre, que tu ser amado acuda a ti cuando lo necesite… conviértete en un puerto de serenidad en el que recargar la energía desgastada.
* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA).
“La tarea psíquica que una persona puede y debe establecer por sí misma no es sentirse segura, sino ser capaz de tolerar la inseguridad”
– Erich Fromm –


