El ser humano tiene la capacidad de ser consciente de sí mismo y de su existencia. Esto es una ventaja, si sabemos usarlo a nuestro favor.
Tenemos una consciencia ampliada, podemos vernos desde fuera y desde dentro. Aunque la mirada interna es costosa y duele, es la clave de nuestra evolución personal. Cada persona decide cómo vive…
Podemos vivir en piloto automático, sin ser conscientes de lo que hacemos y por qué lo hacemos, ciegos ante nuestras emociones y creencias, sordos ante las señales que nos envía nuestro cuerpo. Vivir en piloto automático es fácil… no hay que hacer nada… pero esta manera de vivir nos convierte en autómatas, en robots biológicos que vagan por la vida como fantasmas.
Podemos vivir conscientemente, activando nuestro observador interno. Dentro de ti hay un sabio que observa, es paciente, no juzga y quiere tu mayor bien. Vive escondido en lo más profundo de ti… en el latido de tu corazón, en la inhalación y exhalación de tu respiración, vive en la electricidad de tus neuronas, que se propaga con gran rapidez. Tu sabio interior, el observador interno que todo lo ve, siempre ha estado ahí y siempre lo estará… esperando a que contactes de nuevo con esta sabiduría ancestral que te pertenece.
La pregunta no es si podrás contactar con tu observador interno, sino cuándo lo harás… Todo depende de ti.
Elementos del observador
El observador se esconde en lo sutil, en aquello que no hace ruido, en lo que surge de manera natural porque es inherente a la vida. Te dejo algunas pistas de los lugares donde encontrarlo…
- Observación = Atención dirigida: Tu gran poder está en tu atención y cuando te conviertes en un maestro de la atención, te conviertes en el observador. La atención requiere voluntad, el deseo de dirigir tus recursos hacia donde tú quieres, no hacia donde la mente pensante te quiere conducir. Cuando diriges tu atención, dejas de quedarte atrapado en la emoción, te desenredas de pensamientos negativos que te hieren y eres capaz de ir más allá de tus creencias y heridas. Porque la realidad la creas tú a cada segundo. Lleva tu atención al cuerpo para salir de una emoción que te secuestra y de un pensamiento que te hunde.
- Silencio = Escucha interna: Vivimos en un mundo ruidoso… imágenes, sonidos, miedos que nos invaden y nos hacen temer la vida. Nos perdemos a nosotros mismos con todo lo que pasa fuera porque no nos escuchamos, porque tememos al silencio. Lo curioso es que solo podemos vivir en plenitud, cuando nos dedicamos tiempo a solas, cuando nos bañamos en el silencio interno que nos permite escucharnos… con sus voces llenas de reproches y sus susurros amables. Si persistes, si continúas escuchando el silencio interior, los susurros se convertirán en una voz sabia y potente que guiará tu vida y las voces llenas de reproches, desaparecerán como las nubes blancas en el cielo azul.
- Perspectiva = Ausencia de juicios: La clave del observador interno, es que está más allá de los juicios, tiene una vista de pájaro que le permite ver todo con cierta distancia emocional, una perspectiva necesaria cuando sentimos que la vida o el mundo están en nuestra contra. Deja a un lado las categorías de “bueno” o “malo“ y adéntrate en la realidad sin juicios, en la descripción neutral de lo que ocurre. Esta actitud neutral, romperá las cadenas que te unen a un mundo de dualidades que solo existe en tu cerebro.
- Más allá del ego = la trascendencia: Nuestra mente pensante tiene miopía, solo se ve a sí misma y todo lo que ocurre, tiene que ver con ella. El ego, ese personaje que creamos para presentarnos al mundo, es una trampa… porque deja de convertirse en un traje, para ser la persona que somos. Cuando desarrollamos nuestro observador interno, el ego se disuelve. En el silencio interior podemos trascendernos.
El cerebro observándose a sí mismo
La neurociencia está avanzando a pasos agigantados, el estudio de los cerebros humanos en meditación, ha revolucionado lo que sabemos del funcionamiento del cerebro y del cuerpo. Porque la mente y el cuerpo están tan íntimamente conectados, que son indivisibles.
Hoy se sabe que existe una red neuronal, la llamada “red neuronal por defecto”, que está especializada en la divagación mental, ese estado donde parece que no estamos pensando en nada, pero en la cual nuestro cerebro está procesando muchas cosas, integrando lo aprendido y tratando de hallar soluciones a nuestros problemas cotidianos. Esta red se activa cuando estamos “en reposo”, cuando no estamos haciendo ninguna tarea en particular.
El funcionamiento de esta red, es necesaria para nuestra vida, pero todo se complica cuando pasamos más de la mitad de nuestro día, perdidos en la marea divagante de la red neuronal por defecto.
Cuando meditamos, ocurre algo mágico… nuestro cerebro se observa a sí mismo. Y en lugar de quedarnos atrapados en las olas de la divagación, podemos observar desde la distancia ese murmullo mental que habita en nosotros. Al observarlo, dejamos de estar atrapados, somos libres de decidir hacia dónde dirigimos nuestra atención… y a donde se dirige la atención, son conducidos todos nuestros recursos físicos y neuronales… Llevando la luz de la consciencia a la oscuridad de la inconsciencia de la “red neuronal por defecto”.
Activar al observador interno
Hay muchas maneras de activar tu observador interno, comparto contigo algunas que a mí me ayudan especialmente…
- Aumentar la consciencia somática: He aprendido que mi mente no está solo en el cerebro, se distribuye por todo mi cuerpo… en las neuronas que laten en mi corazón, en las neuronas que habitan mi intestino, en el movimiento suave de la inhalación y la exhalación. Por eso, conectar más con mi cuerpo y sus movimientos, me ayuda a convivir con mi observadora interna… llena de sabiduría.
- Conectar con los sentidos: Los sentidos me conectan con el mundo que me rodea y mi cerebro recrea la información captada del exterior, aunque le da un toque especial… le da su opinión sobre si le gusta o no. Una de las maneras más sencillas de conectar con mi observadora interna, es accediendo a la información de los sentidos de manera neutral, más allá de mis gustos. Por eso suelo escuchar el canto de los pájaros sin juzgarlos, me gusta observar el cielo y los árboles tal y como son… seres que respiran y viven. Conéctate a tus sentidos dejando a un lado tus opiniones… zambúllete en la realidad sensorial que te rodea.
- Mindfulness informal: La práctica informal de la atención plena, nos indica que debemos hacer las actividades cotidianas (ducharnos, fregar los platos, conducir, caminar…), con toda nuestra atención, evitando divagar o pensar en otras cosas… sentirnos realizando esas actividades. Me encanta una caminata consciente por la naturaleza, a ritmo lento, sin prisas.
- Mindfulness formal – meditación: La meditación tiene grandes beneficios físicos y emocionales. La meditación es la manera más rápida de activar tu observador interno y acceder a toda su sabiduría. Meditar no se trata de dejar la mente en blanco y no pensar… se trata de tener un encuentro íntimo contigo mismo, donde te enfoques en tu ancla de atención, te distraigas y seas consciente de esa distracción para regresar a tu ancla de atención (habitualmente la respiración o un mantra).
- Respirar conscientemente: Hacer pausas de 2 minutos a lo largo del día para respirar conscientemente, te conecta de manera automática con tu observador interno, ese ser neutral y ecuánime que se sabe capaz de afrontar lo que la vida pueda traerle. La respiración, es el puente que conecta tu mente con el observador interno, tu sabio interior.
Tu observador interno te está esperando pacientemente… conéctate y vive plenamente consciente.
* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA).
“El mejor truco de la mente es la ilusión de que existe”
– Marty Rubin –


