La empatía es una emoción que nos conecta a los demás. Siempre he pensado que la empatía me permite aproximarme al mundo interno de otra persona y acompañarle en una parte de su camino vital. 

Sin duda alguna, la empatía es clave en las profesionales de la salud y mucho más en el caso de los psicólogos. Porque sin empatía, dejamos de ser efectivos para convertirnos en alguien que puede herir mucho. 

En mi trabajo diario, las personas que llegan a mi consulta online, vienen con mucho dolor y sufrimiento, cargan con miedos y unas mochilas llenas de heridas emocionales, vergüenza, culpa y otras miles de emociones. Mi empatía me permite aproximarme a ese universo con cuidado. Porque se trata de hacer que la otra persona deje de criticarse y se vea con una nueva mirada… una llena de amor, aceptación, empatía y compasión. 

Y esta nueva manera de mirarnos, la aprendemos a través de otras personas que nos miran así. La terapia es un entorno perfecto para atrevernos a querernos más y a ser empáticos también con nosotros mismos. 

La empatía es una emoción que se expresa en el cuerpo de diferentes formas a través de la sincronización del cerebro y el sistema nervioso de dos personas (como mínimo)…

• Neuronas espejo: Situadas en el lóbulo frontal del cerebro, se activan cuando conectamos con alguien. Es el sustrato del aprendizaje observacional.

• Sincronía cerebral: Al interactuar con otras personas, las ondas cerebrales se sincronizan.

• Sincronía corazón:El latido del corazón se sincroniza al establecer contacto con otras personas. Las emociones son energía que transmitimos a través del campo electromagnético que crea el corazón alrededor de nuestro cuerpo. Coherencia o incoherencia energética. Captamos inconscientemente estas emociones ajenas y cambian nuestro estado emocional. Nos contagiamos de las emociones ajenas y si no nos observamos bien, nos sobrecargamos con emociones de otros. Cuando un profesional está calmado y presente, el paciente lo registra inconscientemente y eso determina la confianza que deposita en nosotros.

• Sincronía de la respiración: Tendemos a imitar el ritmo de respiración de quien conectamos.

Como puedes ver, la empatía es una emoción capaz de cambiar el funcionamiento de nuestro cuerpo al completo.

Componentes de la empatía

La empatía es una compleja emoción que tiene diferentes componentes. Los elementos esenciales para mí, son lo que te incluyo en la siguiente imagen….

• PRESENCIA: Creo que la clave de la empatía, es que estamos presentes con la otra persona. Eso requiere una profunda consciencia de hacia dónde dirigimos nuestra atención, que debe estar enfocada en otra persona. En este siglo de la atención dispersa, la empatía es un entrenamiento en la atención enfocada en una sola cosa. 

• ESCUCHA: Unido a la presencia, está la escucha, que es la base de la empatía. Solo podremos aproximarnos al universo de otra persona, cuando escuchamos. La escucha no solo la hacemos con los oídos, también la hacemos con el cuerpo, los ojos, con la piel. Escuchamos las palabras y los silencios, escuchamos lo dicho y lo callado, incluso lo no consciente en el otro. Los psicólogos, podemos ser grandes faros para los pacientes, alumbrándoos lugares internos que nunca antes habían mirado. Lo más importante es que, para escuchar, necesitamos bajar al ritmo al que piensa nuestra mente y la velocidad a la que vivimos. 

• INDAGAR: Junto a la presencia y la escucha, nos encontramos con la indagación. Indagamos a través de preguntas, a través de sugerencias, a través de frases inacabadas que la otra persona ha de completar. Para indagar, es necesario sentir curiosidad por el otro, es conocer a la otra persona y hacerle reflexionar. La clave de una indagación fértil y empática, es hacerla sin juicio alguno. 

• CONECTAR: Es el fin último de la empatía… conectar con otro ser humano. Una buena manera de conectar con la otra persona, es usar sus mismas palabras porque eso supone que hablamos su “mismo idioma”. Eso hace que nos podamos aproximar más al otro. 

La empatía se cultiva con cada persona que llega a nuestra vida… no es una herramienta solo de “uso profesional”, pero es una herramienta obligada para los profesionales de la salud. Y cuando esos profesionales se queman, la primera señal de agotamiento emocional, es la dificultad para conectar empáticamente con el paciente. 

La sanación del vínculo

En psicología se ha demostrado desde hace muchos años, que lo que realmente sana en la relación terapéutica, es el vínculo emocional establecido entre profesional-paciente. 

Más allá del enfoque psicológico que siga el profesional, la sanación verdadera, depende de esa conexión emocional. Porque la terapia es una segunda oportunidad para tener un vínculo de apego saludable. Por eso los profesionales de la salud mental, debemos ser muy conscientes del poder que tiene la conexión emocional. 

Lo importante es desde dónde nos vinculamos a los demás… ¿es desde el miedo, el vacío y la necesidad?, ¿o es desde el amor, el deseo de conectar?. 

Nutriendo mi empatía

Como Persona Altamente Sensible (PAS), la empatía es una de las emociones que más tengo desarrolladas. Y aunque esto es bueno en principio, en muchas ocasiones, el exceso de empatía me expone a quemarme en mi trabajo diario y a dejar de ser eficaz en mis intervenciones. 

Por eso, para mí, es esencial tener una buena regulación emocional y saber qué puedo hacer cuando mi empatía es excesiva o cuando es escasa. A continuación te dejo algunas pautas que me ayudan mucho a regular mi empatía…

• Exceso de empatía – Contagio emocional: Debo regresar a mí para ser consciente de que mi realidad es diferente a la del otro. La respiración consciente.

• Déficit de empatía – Desconectándome del otro: Mantener una actitud curiosa ante lo que nos cuenta, cómo es su experiencia, cómo siente las cosas. Que alguien comparta con nosotros parte de su vida, es un honor.

• Desarrollando el acompañamiento sin desbordarme: Ante un elevado sufrimiento, es normal que me pueda sentir desbordada por la emoción ajena y mi excesiva empatía, me puede llevar a sentir lo mismo que el paciente, ese es el momento en que la separación emocional entre el otro y yo, desaparece, dejándome arrastrar por las emociones ajenas. Además de respirar conscientemente, me ayuda mucho repetirme que esas vivencias no son mías, que mi función es acompañar al otro en el sufrimiento, aceptando que no puedo solucionar los problemas de los demás o cambiar su pasado. 

• Siendo empática conmigo misma: Solo podré ser genuinamente empática con los demás, cuando también lo sea conmigo misma. Esto requiere grandes dosis de autoconocimiento, observarme mucho para saber qué siento y qué necesito, regularme para vivir en equilibrio y aceptar quién soy en este momento. Para mí, ser empática conmigo, es darme tiempo de descanso, es hablarme con cariño y tratar de regular mis expectativas, reduciendo así mi auto-exigencia.

Espero que este artículo te haya ayudado a comprender qué es la empatía y que empieces a nutrirla desde hoy mismo. 

“Ser empático es ver el mundo a través de los ojos del otro y no ver nuestro mundo reflejado en sus ojos”

– Carl Rogers –