Nuestro sistema nervioso y por tanto nosotros, hemos evolucionado a través de la conexión. La conexión para mí, habla de contacto, de curiosidad, habla de dejarnos sorprender y de vincularnos más allá de nosotros mismos.
El vínculo es clave para el desarrollo del ser humano. El vínculo es una conexión emocional con alguien o algo. Por eso podemos vincularnos a otras personas, pero también nos vinculamos con la madre Tierra, nos vinculamos con nuestros seres amados y con completos desconocidos, nos vinculamos con aquello que hacemos (especialmente si hay un compromiso interno). También nos vinculamos con seres espirituales… y a veces esta conexión puede ser muy fuerte aunque no podamos ver ni tocar a esos seres.
El propio cerebro humano nos habla de conexión… cada neurona, con sus impulsos eléctricos y las sustancias químicas que emiten más allá de ellas, hablan de conexión, hablan de esperanza… porque cada neurona desea comunicarse con la siguiente y con la de más allá… hasta llegar a zonas tan lejanas del cerebro, que esa primera neurona ni siquiera sabía que existía.
El cerebro por sí solo no podría hacer nada… por eso se conecta con el resto del cuerpo a través del sistema nervioso autónomo, que le informa de cómo respiramos, cómo late nuestro corazón, las neuronas del intestino y la microbiota, envían información emocional, le informan al cerebro si hay un peligro fuera que requiera prudencia y observación, o ataque y huida.
Somos más cuerpo que cerebro y esto tal vez te sorprenda… pero el cerebro depende de las miles de millones de señales que le manda tu cuerpo a cada segundo. El cerebro coordina lo que hará el resto del cuerpo… nos impulsará a correr para huir de un peligro, a acercarnos a alguien que sufre o nos invitará a descansar y a aislarnos cuando necesitamos recuperar la energía desgastada.
No podemos comprender la mente y el cuerpo, sin entender que somos seres biológicos que han evolucionado desde una ameba hasta el complejo ser humano que ahora somos.
Y todo esto nos habla de conexión… conexión con lo que hay dentro y con lo que hay fuera, conexión con otras personas y con nosotros mismos, conexión con lo sutil y espiritual. Y somos por igual la respuesta puramente física y la trascendencia espiritual. Somos seres misteriosos y llenos de posibilidades.
Si hablamos de conexión, estamos hablando de que estamos compuestos de partes. Y esto es así… en nuestro ser existen muchas piezas, al igual que en nuestra personalidad. Estar compuestos de partes no quiere decir que no haya coherencia, pero sí que debemos conocer cada parte para darle su lugar.
Podemos hablar de varios tipos de conexión… o al menos así las experimento yo…
Conexión con el cuerpo
Amamos u odiamos nuestro cuerpo y sus formas, pero se nos olvida prestar atención a lo que no podemos ver de nuestro cuerpo… se nos olvidan las millones de piezas que lo componen… células que se convierten en órganos con funciones específicas… siempre orientadas a nuestra supervivencia.
El cuerpo tiene su propio idioma… descifrarlo y comprenderlo, es todo un arte. Porque un dolor de cabeza tal vez indique estrés, falta de descanso o tal vez sea un órgano indicando que ciertos alimentos son tóxicos para nosotros.
Considero también esencial, que cada ser humano, aprenda a escuchar su sistema nervioso. Así podremos saber cuándo nuestro cuerpo nos trata de salvar con una respuesta de supervivencia, cuándo nos protege a través de una respuesta de colapso y desconexión del entorno. También podremos identificar de manera adecuada, cuándo nuestro sistema nervioso se encuentra equilibrado y la vida fluye de manera positiva.
Conexión con las emociones
Las emociones suelo buscarlas en mi cuerpo y en mi mente. Mi cuerpo me da señales inmediatas de lo que siento. Mi mente me da mensajes en forma de pensamientos que nacen desde la emoción.
Sabiendo que lo que siento, determina lo que pienso, puedo no dejarme llevar por la angustia de mi mente dramática y tomar perspectiva. Aunque antes necesito sentir la emoción plenamente en mí. Porque experimentar la emoción es uno de los pasos clave de la regulación emocional.
Si no conecto con lo que yo siento, puedo tener dificultades para conectar con lo que sienten otras personas… porque la empatía siempre empieza en mí.
Conexión con otros
Si mi cuerpo habla de conexión, nuestra vida ha sido posible gracias a esa conexión con otros. La primera manera de regularnos emocionalmente, es a través de otros (hablando, siendo consolados) y si no hay nadie disponible, aprendemos a auto-regularnos.
Ha sido clave para mí, comprender que a nivel evolutivo, la primera manera de regularnos ha sido a través de otras personas (co-regulación), otros sistemas nerviosos vivos que nos han escuchado, acogido y han estado presentes. Y solo si desde la infancia nos han co-regulado adecuadamente las personas de nuestro entorno, podemos tener una buena auto-regulación emocional.
Por eso la conexión con otras personas, es mucho más profunda de lo que creemos. Me gusta saber que mi sistema nervioso sabe qué hacer para regularme cuando saltan todas las alarmas… tan solo debo evitar aislarme cuando me siento mal.
Conexión con la naturaleza
Venimos de la tierra, somos hijos de la naturaleza, que con su aliento amoroso, nos ha acompañado en cada paso, ha moldeado nuestro cuerpo, nuestro cerebro, nuestro sistema nervioso, nuestro sistema inmune. Nos ha insuflado vida.
Y aunque vivamos en ciudades de hormigón y asfalto, nuestro ser más íntimo anhela el verde de los árboles, la brisa marina, el frescor del agua del mar y la luz azulada de la luna y las estrellas. Solo puedo ser yo misma, cuando hundo mis pies en la tierra y me conecto a ella, a sus energías cósmicas y su serenidad.
Conexión y trascendencia
La naturaleza es, para mí, el vehículo que me conecta con la trascendencia y espiritualidad. Caminar por la orilla de la playa y sentir mi cuerpo en movimiento, me ha permitido tener experiencias profundamente bellas y espirituales donde podía sentir una energía amorosa que me rodeaba, creando una sensación de júbilo y gratitud profundas.
Ahora comprendo que soy parte de la tierra, parte de mi cuerpo, parte de mi mente y parte de algo indescriptible, algo que solo yo puedo sentir en mi interior.
Me encanta profundizar en mí, comprender los mensajes de mi cuerpo, entender que no soy mi mente con sus pensamientos, que éstos vienen determinados por lo que siente mi cuerpo… si se siente seguro o en peligro.
Espero que este artículo te haya ayudado a conectar con las partes que te conforman y que sigas conectando con ellas cada día.
“Estamos hechos de mil otros, la ilusión es el «yo» que pretende ser solo uno”
– Jean-Bertrand Pontalis –


