El cerebro adicto

Los humanos tenemos muchas capas… unas más biológicas y otras más abstractas. Pero todas ellas se comunican y retroalimentan. Por eso el verdadero autoconocimiento, se basa en conocer las vías biológicas y las psicológicas que nos conforman. 

El ser humano es capaz de desarrollar dependencia psicológica a diferentes sustancias, sensaciones e incluso personas. 

La dependencia psicológica habla del vínculo emocional y mental que establecemos con una sustancia, actividad o conducta. Nos acercamos a lo que nos hace dependientes porque genera bienestar, evasión o alivio emocional. Y esto puede ser tanto a nivel físico como a nivel emocional y psicológico. 

Por eso los humanos nos podemos hacer adictos a casi cualquier cosa… redes sociales, personas, sensaciones, drogas, alcohol, actividades, etc. 

Creo que la clave de la dependencia, es que vemos y sentimos la vida de una manera muy concreta, a través de lo que en psicología se llama… “Locus de control externo”. Este concepto nos indica que sentimos que lo que nos ocurre en la vida, depende de factores externo más allá de nuestra voluntad y de nuestra capacidad para elegir. Solemos sentir que hay fuerzas externas o voluntades de otras personas, que determinan lo que ocurre en nuestra vida. 

Lo ideal es tener un  “Locus de control interno”, ser consciente de que lo que ocurre en nuestra vida, depende de nuestros actos y conductas. Por lo que nosotros decidimos lo que ocurre en nuestra vida… aunque vivir desde aquí requiere mucha consciencia y amabilidad cuando el resultado de las cosas no es el esperado. 

La dopamina

A nivel biológico y cerebral, la adicción o dependencia surge dependiendo de la cantidad de dopamina que segregue nuestro cerebro. 

La dopamina es un neutrotransmisor que modifica la manera en que sentimos la vida. Y como todo en la vida, puede generarnos sensaciones placenteras o no, dependiendo de sus cantidades cerebrales. 

Niveles óptimos de dopamina = gratificación, motivación, la recompensa, el placer, euforia, compulsión, función motora fina, regula la atención, la memoria y el sueño. Motivación, creatividad, relajación, aprendizaje, felicidad, satisfacción.

Exceso o déficit de dopamina = Irritabilidad, frustración, vacío, depresión, cambios de humor, hiperactividad, mala gestión del aburrimiento, aburrimiento tras lograr una meta u objetivo, baja tolerancia a la frustración. Un desequilibrio en este neurotransmisor, se asocia a trastornos y enfermedades como… Párkinson, Alzheimer, psicosis, esquizofrenia. 

Ante la incertidumbre y expectación, el nivel de dopamina cerebral puede ser mucho mayor que cuando se produce el evento realmente. De ahí que anhelemos lograr algo y cuando ya lo hemos alcanzado, nos sintamos vacíos o desconectados. 

Podríamos decir que hay personas que son más proclives a la dependencia o adicción y ello tiene que ver con una menor cantidad de receptores de dopamina en las neuronas, por lo que se necesita mucha estimulación para tener sensaciones placenteras. Quienes poseen más receptores de dopamina, necesitan menos estimulación para sentirse satisfechos. 

Refuerzo intermitente

La biología se une a la psicología, alcanzando una comprensión más profunda de lo que nos ocurre y lo que experimentamos. 

En psicología, hablamos de reforzador para referirnos a una consecuencia positiva o negativa que obtenemos tras una conducta. Una recompensa y el bienestar que trae consigo, aumenta la probabilidad de que volvamos a comportarnos igual para volver a sentir esa recompensa y bienestar. Hay varios tipos de reforzadores… 

  • Refuerzo positivo: Al emitir cierta conducta, recibimos un premio o una consecuencia positiva para nosotros. Tendemos a repetir aquello que es agradable o nos gusta. Por ejemplo, premiar a un niño que ha sacado buenas notas (con algo material o con una actividad para hacer junto a sus padres). 
  • Refuerzo negativo: Al emitir una conducta, recibimos un castigo o una consecuencia desagradable para nosotros. También puede ser que nos quiten algo que nos gusta y eso nos genera insatisfacción. Tendemos a evitar repetir conductas que nos generan estas sensaciones. Por ejemplo, quitarle a un niño la videoconsola por su mal comportamiento. 
  • Refuerzo intermitente: Este tipo de refuerzo es peligroso porque el premio no llega siempre que emitimos la misma conducta, es aleatorio. Además, depende de una norma que la persona no conoce, por lo que genera mucha confusión. Un ejemplo puede ser aquella persona que a veces te da mucha atención y otras desaparece. Las redes sociales se pueden convertir en grandes reforzadores intermitentes. 

Dependencia y redes sociales

Las redes sociales están creadas en base a tu biología cerebral y a tu psique. Gran parte de los algoritmos usados en aplicaciones como Instagram, Facebook, Tinder y otras App que nos permite conectar con la gente o con su vida, se basan en el refuerzo intermitente antes mencionado… lo que comienza a generar un cerebro adicto que necesita sentir el bienestar y la gratificación. 

La dependencia de una aplicación para sentirnos bien, es peligroso porque podemos empezar a vivir una vida que no es real del todo, casi como llevar una vida paralela en las redes sociales frente a la vida real. Lo mismo ocurre cuando vemos publicaciones de otras personas… no debemos olvidar que solemos mostrar lo bueno, aunque no siempre sea real. 

Este refuerzo intermitente en el entorno digital, nos puede llevar a la obsesión y a la procrastinación, dejando de hacer nuestras responsabilidades para satisfacer a un cerebro que quiere sensaciones placenteras a toda costa y en todo momento. 

La necesidad de estar conectado en todo momento es tan importante en la humanidad del siglo XXI, que se habla de una reacción llamada “FOMO” (“Fear Of Missing Out”), lo que podríamos traducir al español como “el miedo a perderse algo”. Esto nos hace cautivos de las redes sociales para estar informados en todo momento de lo que ocurre en la vida de otras personas… eso genera una sobre-estimulación que no es saludable. Perdernos cosas y no enterarnos de todo al segundo, es saludable y necesario. 

En las relaciones personales y de pareja, una persona que a veces es amable y amorosa y que otras veces es gruñona, te critica o tienes ataques de ira, está emitiendo un refuerzo intermitente, sintiéndonos cautivos de una relación poco saludable pero que genera esa dependencia biológica y psicológica. 

Desconexión digital

Las redes sociales y el mundo digital, han cambiado la manera en que vivimos y nos relacionamos. Y aunque la tecnología bien usada tiene muchas ventajas, lo cierto es que debemos ser nosotros quienes decidamos cuándo usar la tecnología y no que sea un algoritmo el que nos haga esclavos de ciertas aplicaciones. 

Las adicciones y dependencia, nos conducen a una profunda desconexión emocional. A veces surge como…

  • Protección, para reducir el impacto de sensaciones desagradables.
  • Defensa, nos desconectamos emocionalmente para no sentirnos tan abrumados.

La desconexión digital no siempre es fácil, pero puedes hacer algunas cosas que te ayudarían…

  • Limita el tiempo que pasas en algunas App.
  • Es recomendable no usar más de 2 horas al día el móvil. 
  • Resérvate espacios en el día “libres de móvil”. 
  • Elimina notificaciones de aplicaciones y silencia el móvil. 
  • Conéctate a tu cuerpo y al ritmo natural de la vida. 

Comprender mejor tu cerebro y tu cuerpo, te ayudarán a conocerte más profundamente.

“Tu tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de otra persona”

 – Steve Jobs –

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