La psicología ha llegado a nuestra vida cotidiana… y ha llegado para quedarse.
Hace treinta años, era impensable el grado de divulgación sobre psicología, neurociencia o medicina que se hace hoy en día.
Pero no toda la información que circula por internet, Youtube y las redes sociales, es información veraz. Muchas veces nos encontramos con verdades a medias… otras veces con mentiras completas.
Por eso, si te gusta la divulgación científica, asegúrate de que las fuentes que consultas, son personas que han dedicado buena parte de su vida a estudiar el área del que hablan. Y en caso de los psicólogos, asegúrate de que sean profesionales con la formación y especialización que dicen poseer.
Lo cierto es que en el siglo XXI, tengo la sensación de que patologizamos procesos naturales de la vida. Tendemos a ponerle etiquetas a cualquier comportamiento, forma de pensar y de actuar o a etapas vitales que son propias del ser humano.
Cuando hablo de “patologizar la vida”, me refiero a que terminamos por crear trastornos donde solo ocurren sucesos propios de la vida. Patologizamos la vida, poniendo etiquetas para describir conductas, emociones o formas de pensar.
Buena parte de la responsabilidad de la patologización de la vida, la tenemos los profesionales de la salud. Un lenguaje que se creó de manera común entre nosotros, ha llegado a la vida cotidiana. Y es normal que ahora la gente esté deprimida cuando en realidad está triste o agotada, o que tengan ansiedad cuando experimentan nerviosismo o miedo.
Gran parte de la responsabilidad, también la han tenido manuales como el DSM, que en psiquiatría y psicología se utiliza como una guía de los trastornos psicológicos. Hay muchas polémicas en torno a la utilidad de estos manuales en la práctica real de la psicología y psiquiatría, ya que se cree que muchas de sus etiquetas diagnósticas, han sido desarrolladas por fines económicos, para aumentar el consumo de psicofármacos y así llegar a más personas que atraviesan momentos vitales difíciles.
Sea como sea, los profesionales de la salud, y especialmente los psicólogos, hemos de ser cuidadosos con lo que divulgamos y las palabras que usamos, ya que tenemos una gran credibilidad en la población general.
Patologizando procesos vitales normales
La vida está llena de movimiento y de cambios… es normal atravesar momentos de angustia, miedo, estrés, ansiedad, tristeza y otras miles de emociones que nos hacen humanos. Los procesos que considero que más se patologizan, son…
- Las emociones: Los seres humanos somos seres sintientes y eso supone que poseemos sensibilidad hacia lo que nos ocurre. Las emociones son nuestras guías… aunque no siempre nos gusta que nos acompañen porque alteran nuestro cuerpo y juegan con la energía de nuestro cuerpo. Es habitual patologizar la tristeza y hablar de depresión, hablamos de “bipolar” ante un cambio de humor natural, decimos que tenemos ansiedad cuando solo estamos nerviosos, hablamos de déficit de atención cuando en realidad solo estamos distraídos. Y el uso de estas palabras, que parecen inocentes, cambian el mundo en que vivimos. Porque cuando usamos etiquetas de trastornos para explicar cómo nos sentimos, interpretamos la realidad desde la alerta y la sensación de que somos víctimas de la vida o de los demás.
- El estrés: Ni toda aceleración interna es estrés ni todo estrés es malo. Creo que la idea general, es que el estrés es el enemigo… pero un enemigo al que no podemos combatir porque la mayor parte de las veces, sentimos que el estrés está fuera de nosotros, que él nos controla. A veces, es necesario sentir la aceleración propia del estrés para ponernos en marcha y afrontar situaciones que nos ayudarán a crecer. El estrés agudo que no dura más de 3 semanas, nos ayuda a salir de nuestra zona de confort. La clave no está en si tenemos o no estrés, sino en qué hacemos para regularlo y que no tome el control de nuestra vida.
- Las pérdidas y duelos: La vida es sinónimo de pérdida. A veces perdemos a nuestros seres queridos porque fallecen, otras veces perdemos a amigos o parejas porque hacemos una ruptura del vínculo y de la relación. A veces, nos despiden del trabajo o nosotros decidimos irnos para prosperar, a veces debemos abandonar una profesión. La vida está llena de pérdidas que han de cerrarse de la manera adecuada. Un período de tiempo para adaptarnos a nuestra nueva situación vital, es necesaria y no es signo de un duelo patológico. Lo importante es que no nos quedemos anclados a un pasado que ya no existe.
- Los cambios propios de la vida: La única realidad es que en la vida, todo cambia. La impermanencia de la que hablan los budistas, es la única constante en la vida. La vida tiene sus ciclos… pasamos de la infancia a la adolescencia, nos convertimos en jóvenes adultos y transitamos la adultez ocupados y con muchos cambios. Y así, casi sin darnos cuenta, llegamos a la madurez y la vejez. La vida pasa rápido… en un abrir y cerrar de ojos. Pero entre medias, ocurren muchas cosas, debemos adaptarnos a muchos cambios… cambios físicos, mentales, emocionales, pérdidas, rupturas y situaciones difíciles que a veces nos superan. Si patologizamos los ciclos naturales de la vida, terminamos sintiendo que la propia vida es patológica.
Efecto iatrogénico de los psicólogos
En medicina se habla de efecto iatrogénico para referirse a ciertas consecuencias negativas e indeseables en la salud de las personas, como consecuencia de intervenciones médicas y farmacológicas.
Yo creo que los psicólogos también podemos tener este efecto iatrogénico, aunque nuestra intención siempre sea la de ayudar. Podemos hacerlo de diferentes formas…
- Dando excesiva importancia a sucesos con los que la persona ha aprendido a convivir.
- Etiquetando comportamientos que en realidad no encajan en la etiqueta.Como hablar de la “ley del hielo” (ignorar a alguien para manipularlo emocionalmente), cuando en realidad quien se aleja y calla, lo hace por un mecanismo protector emocional y por no saber regularse emocionalmente.
- Relación terapéutica confusa. A veces el paciente puede creer que somos sus amigos en lugar de alguien que solo está en su vida por la relación terapéutica establecida y que acabará cuando el proceso terapéutico finalice.
- No derivar a otro profesional cuando no estamos suficientemente formados. Los psicólogos no podemos saberlo todo ni podemos ejercer desde todos los enfoques que existen hoy en psicología (que se estima que son más de 8). Cada enfoque de terapia tiene cientos de estrategias y saber usarlas adecuadamente, lleva años de práctica y estudio. Saber cuáles son nuestros límites, lo que podemos y no trabajar con un paciente, es esencial para derivarlo cuando no sabemos alguna intervención.
- Ausencia de humanidad en nuestra mirada profesional. El trabajo diario de los psicólogos no es fácil, estamos expuestos a diario a relatos de sufrimiento, traumas y situaciones emocionales difíciles. Si no nos cuidamos a nosotros mismos, es muy fácil “quemarnos” profesionalmente y acabar perdiendo nuestra humanidad en las interacciones con los pacientes. El auto-cuidado del profesional es esencial para ante todo, ser un ser humano en contacto con otro ser humano.
Hay tantos matices en la psique humana, que debemos ser cuidadosos con lo que decimos y hacemos.
Conocernos sin obsesionarnos
La mente humana es tan insondable, que ni siquiera quienes nos dedicamos a estudiar y trabajar con la mente, llegamos a comprenderla nunca en su totalidad.
En ocasiones, encadenamos una formación con otra, una terapia con otra… es normal, a mí también me pasa. Por eso te digo que a veces, está bien darse un descanso cuando hemos aprendido algo importante. Es el descanso que necesita nuestro cerebro para integrar lo aprendido.
Siento que en el siglo XXI, estamos obsesionados por conocernos a nosotros mismos. Y como todo, cuando esto es excesivo, se convierte en algo negativo, que nos obsesiona y nos convierte en seres excesivamente centrados en nosotros mismos… es así como se crea una sociedad narcisista donde solo importa lo que me ocurre a mí.
Es bueno abrirnos al mundo, es fantástico dedicarnos tiempo para conocernos… pero sin olvidar que somos seres sociales y que poseemos el don de la empatía, que nos permite conectar con otros seres sintientes como nosotros. Tener esto en cuenta, enriquece nuestra vida.
* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA).
“Es tentador tratar todo como si fuera un clavo, si la única herramienta que tienes es un martillo”
– Abraham Maslow –


