Leer… una de las mayores conquistas que ha podido realizar nuestro cerebro.
Hoy te hablo de la solemne lectura, que es muy diferente de esa lectura que hacemos con prisas. Me refiero a estar presente en la intimidad junto al autor que ha creado esas palabras e historias.
Leer no debe hacerse de manera rápida como quien tiene prisa por vivir y experimentar. Leer debe ser un acto consciente de presencia con uno mismo, conectando de manera profunda con los universos que nos muestran las palabras. Porque cada palabra es una semilla capaz de transformarnos profundamente.
El cerebro que lee, el cerebro que aprende y conecta ideas… nunca vuelve a ser el mismo… literalmente. Cada vez que aprendemos algo, surgen nuevas redes neuronales, otras se re-configuran profundamente. Y es que el cerebro es flexible, es capaz de modificar lo que parecía imposible.
Algunas de las ventajas de la lectura son…
- Mejora de la atención y memoria.
- Entrenamos a nuestro cerebro para la concentración (atención sostenida).
- Mejora del lenguaje y la ortografía, aumentando nuestro vocabulario.
- Se decodifican las palabras y la imaginación se activa, nuestro cerebro ve lo que las palabras expresan.
- Disminuye el estrés y puede ayudarnos a reducir el insomnio.
- Nos permite vivir miles de vidas en una sola vida.
Cada cosa que leemos, genera reacciones emocionales… porque para el cerebro, lo que imaginamos es igual que si lo estuviéramos viviendo. Por eso para mí es importante el tipo de literatura que leo, porque cada palabra me impacta, se traduce en imágenes y cada imagen va unida a una sensación y emoción.
Es cierto que podemos hacer diferentes tipos de lectura. Para mí, no es lo mismo leer una novela, que poesía, un artículo científico o un libro especializado en psicología, neurobiología o medicina.
- Leyendo novelas: Este tipo de libros, me abren a experiencias nuevas, experiencias que (probablemente) nunca pueda vivir. Me gusta dejarme sentir plenamente en situaciones extrañas, convirtiéndome en una persona diferente… aunque sé que siempre puedo regresar a mí.
- Leyendo manuales: Este tipo de lectura puede ser algo más densa y la tengo que leer de otra manera… más lenta, de poco en poco, integrando las ideas y conectándolas con las que ya tengo de antes o con mi experiencia profesional y vital. La clave para mí en estas lecturas, es trabajar mucho más el texto… leerlo, releerlo, subrayar y tomar notas.
- Leyendo artículos científicos: Al igual que con los manuales, este tipo de lectura he de trabajarla más, atendiendo a un lenguaje científico más especifico y cerrado, centrándome más en los datos específicos y tratando de aplicar en mi vida y en la de la gente que conozco, estos descubrimientos.
El silencio externo
Una de las cosas que estoy aprendiendo en un curso de neurociencia que estoy estudiando con Nazareth Castellanos, es que el cerebro no puede pasar de un tema a otro de manera instantánea.
Nuestro cerebro necesita tiempo para dejar de hacer una función y pasar a otra. Y esto es especialmente importante cuando la actividad nueva va a requerir de nosotros muchos recursos cerebrales de atención (como leer o meditar).
Me ha ocurrido muchas veces que me he puesto a leer cuando tenía alguna preocupación en la que me he quedado atrapada durante mucho tiempo o cuando termino de hacer alguna tarea cognitiva e intelectual exigente. Me he dado cuenta de que necesito un tiempo de descanso antes de exigir a mi cerebro que se enfoque en la lectura.
Nuestro cerebro tarda entre 20 minutos y 1 hora en silenciar y reducir la actividad de las redes neuronales que tenemos activas. Esto no quiere decir que tenga que esperar 20 minutos o 1 hora antes de ponerme a leer, pero sí debo ayudar a mi cerebro a enfocarse y cambiar su foco, haciendo cambios externos y creando un espacio de lectura.
Creo que es esencial que nos preparemos para la lectura. En mi caso hay varias cosas que necesito hacer…
- Acudir a mi rincón de lectura favorito.
- Escoger un asiento donde esté cómoda.
- Estar a solas o con alguien que lea o haga alguna actividad silenciosa.
- Tomar un cojín para sostener más cómodamente el libro físico o electrónico.
- Tener cerca una botella de agua.
- Encender una luz suave si hay poca luz.
- Sentir mi cuerpo unos minutos y hacer 3 respiraciones conscientes.
- Estar en silencio. Para mí es esencial que no haya sonidos que me distraigan.
La preparación previa, invita a mi cuerpo a relajarse y a que el cerebro conecte con estas señales de calma y seguridad.
El silencio externo, me ayuda a sostener mi silencio interno. Algo que no es negociable para mí, es leer rodeada de gente que habla, de la televisión o de música. Para mí, la lectura es algo solemne porque creo un espacio que me recuerda al de un santuario o un templo.
Puedo leer (y me encanta) en la naturaleza, conectando estas dos cosas que adoro… los sonidos suaves de la naturaleza y la lectura, haciendo posible la expansión de mi mente, corazón y alma.
El silencio interno
En muchas ocasiones, comparo la lectura con la meditación porque para mí supone tener que silenciarme internamente. Requiere enfocar mi atención en las letras que absorben mis ojos y en las imágenes que crea mi cerebro en base al texto leído.
El silencio interno lo siento como una zambullida en el texto que tengo delante de mí, momentos en los que el tiempo pasa veloz pero no me preocupa, instantes de conexión, de sentir emociones y sensaciones que a veces me sorprenden.
Mi mente suele estar ocupada y tiende a un auto-diálogo constante consigo misma… analizando los sucesos que han ocurrido, conectando ideas de lo que aprendo, profundizando en ideas que necesitan tiempo para desarrollarse, hablándome a mí misma sobre lo que he hecho, lo que he dejado de hacer o cómo podría haber actuado en tal situación. No es fácil silenciar mi mente, requiere cierto esfuerzo llevar mi atención hacia donde yo quiero.
Una experiencia habitual cuando leo, es escuchar la voz de mi mente, leyendo las palabras que mis ojos captan. Y es que muchos lectores, oímos esta voz del narrador cuando leemos. A este fenómeno se le llama “subvocalización”.
Hay quien dice que debemos reducir nuestra subvocalización para leer más rápido… pero para mí la lectura no trata de la rapidez, sino de experimentar por completo lo que describe el autor o conectar las ideas que ya hay en mí, con las nuevas.
A veces, un texto me parece tan bello, que debo leerlo en voz alta para oír esas palabras en mi propia voz, haciendo más real aquello que solo vive en el reino de la imaginación. Esto es algo que me suele ocurrir especialmente con la poesía… creo que al poner voz a las palabras silenciosas, me mimetizo con las emociones.
La lectura tiene un efecto apaciguador en mi interior. Es un momento de conexión conmigo misma además de conectar con otras cosas… nuevas ideas, el universo de otra persona que ha dedicado su tiempo a crear esa obra, navegando por un mundo de ideas donde todo es posible.
Si quieres introducir la lectura como un hábito…
- Empieza poco a poco, tómatelo con calma.
- Busca temas que te gusten o te produzcan curiosidad.
- Prepara el entorno donde vayas a leer.
- Si un libro no te engancha, déjalo… tu tiempo es demasiado valioso.
- Habla con otros de lo que lees, así afianzas lo aprendido.
- Y sobre todo… disfruta de estar contigo mismo.
Leer es uno de los grandes placeres del ser humano que nos ayuda a conectar con la calma interior. Habita los silencios y calma tu mente.
* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA).
“Los libros son compañeros, maestros, magos, los banqueros de los tesoros de la mente. Los libros son la humanidad en la impresión”
– Barbara Tuchman –


