La naturaleza, nuestro verdadero hogar… el lugar donde conectar más profundamente con la vida y con nosotros mismos.
Desde tiempos inmemoriales ya se sabía el bienestar que la naturaleza genera en el ser humano. Añoro vivir más cerca de la tierra, de sus ciclos, de sus señales, de su magia silenciosa.
Hace un tiempo leí que lo que de verdad nos sana de la naturaleza, es que es indiferente hacia nosotros. Esa indiferencia, lejos de herirnos, consigue algo importante… una aceptación plena.
La naturaleza no me pide nada… los árboles no me exigen nada, los pájaros cantan para su deleite, no para el mío, el agua susurra mensajes incomprensibles para mí, pero una parte profunda de mi ser, es capaz de descifrar.
La madre Tierra no espera nada de mí y eso es profundamente liberador, porque vivimos en un mundo que solo nos exige… nos exige ser diferentes físicamente, nos exige encajar en rituales como la socialización, nos demanda ser productivos y ganar dinero. Y en realidad, nada de eso importa.
No importa nuestra profesión si vivimos estresados y sin poder dormir, no importa socializar si nos provoca ansiedad, no importa ganar dinero si no tenemos tiempo para disfrutar de un día libre.
La naturaleza nos lo dice claro… necesitamos pocas cosas… tiempo de calidad, descanso, un paseo silencioso, escuchar el aire y los pájaros cantando, oler el fresco aroma del césped mojado por la lluvia, agua que beber y mirar al horizonte para trascender nuestro día a día.
Para mí, la naturaleza es bella, me conecta con mis propios ciclos, me hace ser más consciente de mi sensibilidad, de mis fortalezas y vulnerabilidades, me ayuda a conocerme más profundamente.
Lo que la naturaleza da…
La madre Tierra es generosa, nos acoge, nos da cobijo del exceso de estímulos y actividades. La madre Tierra me regala algo que no tiene precio… serenidad.
En estos años de búsqueda interior, la naturaleza me ha ayudado mucho, me ha permitido desarrollar actitudes que han cambiado mi manera de vivir…
- Ausencia de juicio: La tierra no me juzga, el pájaro no me critica, el árbol no opina nada de mí. Y esa ausencia de juicio externa, me ayuda a ser más compasiva conmigo misma, a comprenderme mejor y a no exigirme en exceso. Porque yo merezco descanso, merezco sentirme calmada y en paz.
- Libertad: La ausencia de juicio me otorga libertad, libertad para pensar, para sentir, para moverme. La vida nos trae algunas cargas que son pesadas, pero si encuentro tiempo para estar en la naturaleza, totalmente presente, esas cargas se aligeran.
- Dejarme ser: Sin juicios y con libertad, me siento capaz de dejarme ser quien soy, sin necesidad de ocultarme, sin necesidad de fingir, sin tener que protegerme. Esa libertad de ser yo misma, es algo anhelado que deja de darme miedo porque puedo confiar en la madre Tierra.
- Me centra: La naturaleza, en su sabiduría silenciosa, es capaz de centrarme, me ayuda a comprender cuáles son mis prioridades reales, no las que la sociedad u otras personas me dicen que deben ser. Esto a veces me provoca una lucha interior entre lo que anhelo y lo que puedo hacer a efectos reales… pero siento que la naturaleza me guía en mis decisiones para ser más genuina, para hallar mi camino.
Sin duda alguna, lo que la naturaleza me da es mucho… y no me pide nada a cambio… solo que la respete, la escuche y la deje ser, como ella me deja ser quien soy.
Contemplando y conectando
Una de las cosas que más me gustan, es contemplar. Contemplo la ciudad y las personas que me rodean, contemplo el cielo nocturno, contemplo las nubes y sus cambiantes formas, contemplo mi respiración y los cambios de la luz a mi alrededor a lo largo del día.
Siempre he sido una persona muy observadora y creo que lo que he ido aprendiendo en mi vida, gran parte se debe a mi escucha y contemplación. En mi trabajo diario me pasa… aprendo del ser humano y de la vida, a través de los relatos de los demás.
Siempre que contemplo hacia fuera, siento que conecto más profundamente conmigo misma, con quién soy en realidad.
Desde hace unos años, la ciencia está hablando de una práctica japonesa milenaria, el “Shinrin-yoku” o baño forestal. Esta práctica de atención plena, consiste en caminar de manera consciente y con calma a través de un bosque. Se trata de sentir la temperatura que nos rodea, de captar la luz que ilumina el mundo, escuchar a los pájaros u otros animales del bosque y sentirnos parte de todo ello… porque somos parte de la vida que se respira en la Tierra.
Los bosques tienen mucho poder, algunas de las cosas que nos aporta una caminata consciente por ellos, son…
- Regulación emocional: La ciencia ha demostrado que tras 15 minutos de caminata por la naturaleza, nuestra amígdala (zona del cerebro más involucrada en las reacciones emocionales, el estrés y la ansiedad), reduce su actividad, se calma, se silencia. La consecuencia natural es que se reduce el estrés y la ansiedad.
- Menor cansancio mental: La sobre-estimulación externa e interna cotidiana del siglo XXI, nos deja agotados y cansados. La ciencia ha demostrado que acudir a un bosque, un lago o la playa, restaura nuestra energía mental y física. Activamos también el sistema nervioso parasimpático, encargado de la relajación, en concreto activamos la rama ventral del nervio vago. Para tener estos efectos positivos, incluso podemos mirar fotografías de naturaleza… tienen un efecto parecido en nuestro cerebro y sistema nervioso.
- Mayor creatividad: Con menos estrés y más calma, la creatividad tiene el espacio que necesita para salir a la superficie y mostrarse en todo su esplendor. Cuando observamos el mundo natural que nos rodea, nuestro cerebro divaga, es más reflexivo y entra en ensoñaciones donde podemos tomar ideas para nuestros proyectos. Ya sabes, si necesitas ser creativo, acude a la naturaleza y da un paseo consciente.
- Mayor agudeza visual: Varios estudios científicos han demostrado que pasar tiempo al aire libre, reduce el riesgo de desarrollar miopía. En las ciudades, en las oficinas, en nuestro trabajo y en casa, siempre miramos pantallas u objetos que están cerca de nosotros. En la naturaleza, enfocamos nuestra mirada en el horizonte, en el cielo, en las ramas de los árboles y todo esto nos ayuda a enfocar nuestra mirada lejos, justo lo que necesitamos para no tener miopía.
- Sistema inmune más fuerte: Los árboles se comunican entre sí por las raíces pero también con sustancias químicas que liberan al aire. Estas sustancias, las fitoncidas, refuerzan nuestro sistema inmune, previenen el contagio de gripe y los resfriados.
- Mayor felicidad: Creo que el objetivo de todo ser humano es ser feliz. Para mí, la felicidad viene en forma de calma y serenidad. Y no hay nada mejor que la naturaleza para sentirme en calma y feliz. Un paseo por la naturaleza, reduce nuestro mal humor y aumenta nuestra autoestima. ¿Qué más pruebas necesitas para salir a la naturaleza?
La indiferencia de la naturaleza me regala un espacio para poder ser quien realmente soy… y eso no tiene precio
* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA).
“La tierra nos habla. No hay que escucharla, hay que comprenderla”
– Santiago Ramón y Cajal –

