La humanidad ha llegado hasta donde estamos ahora, por la cooperación, no por la lucha. Cooperar es unir fuerzas para alcanzar un objetivo más grande… y la supervivencia de la especie es, sin duda alguna, el objetivo en mayúsculas.
Cooperar es también mirar más allá de uno mismo, es mirar al lado y ver a otros seres, pero mirarlos como compañeros, no como competencia. En este mundo digital que hemos creado, donde estamos más conectados que nunca, también estamos más alejados que nunca, porque hemos dejado de ver a compañeros y vemos competencia… por eso nos comparamos con otros y sentimos que la vida es injusta con nosotros.
Para poder cooperar, necesitamos una mirada limpia y amplia, que nos permita ver las cosas en toda su amplitud. Que nos permita ver al otro tal y como es y no tal y como somos nosotros.
La cooperación nos habla también de generosidad y altruismo…
Generosidad… Creo que es una actitud vital que consiste en mostrarnos disponibles para el otro, ya sea en forma de atención y presencia o en forma material a través de regalos o ayudas materiales (dinero, comida, etc.). Creo que la generosidad no es tanto la acción (la ayuda que prestamos) como nuestra actitud de estar dispuestos de ponernos al servicio de otros. Creo que otro componente de la generosidad, es la amabilidad.
Altruismo… Es ayudar a otro aunque para ello tengamos que hacer algún sacrificio personal que incluso pueda suponer un riesgo para nuestra vida. Creo que nuestra verdadera naturaleza humana, es la de ayudar de manera desinteresada a los demás, sin buscar un beneficio egoísta. Esto también es cooperación.
La bondad amorosa
En el budismo, se habla de la “bondad amorosa” para referirse al deseo de que todos los seres sintientes sean felices. Es un profundo sentimiento de amor desinteresado que dirigimos a otras personas.
La bondad amorosa, nos ayuda a transformar la sensación de separación con el resto de seres, en amor. Nos permite comprender que somos parte de algo más grande que nosotros mismos y que este mundo en que vivimos. Porque somos mucho más que nuestro cuerpo, mucho más que nuestras emociones y pensamientos.
Vivir desde la bondad amorosa, supone escuchar de manera compasiva y hablar de manera bondadosa. Y para ello, debemos abandonar nuestra necesidad de escuchar para responder al otro. Debemos sustituir nuestra actitud de ataque, por otra de atención, de conexión y comprensión, viviendo desde nuestro corazón.
La bondad amorosa nos ayuda a ser más amables con nosotros y con los demás. Nos ayuda a abandonar los juicios y dejar de controlarlo todo, incluso abandonamos la necesidad de controlar a los demás para que hagan lo que nosotros deseamos. Aprendemos a apreciar la libertad interna y también la de los demás.
Como decía Thich Nhat Hanh, un corazón amoroso comienza a construirse desde dentro, siendo compasivo con uno mismo, sanándonos desde dentro, cuidándonos y dedicándonos tiempo aunque eso suponga ponernos por delante de las necesidades de otras personas. Cuando nos cuidamos, somos capaces de cuidar mejor de los demás. Por eso todo comienza primero en ti y se extiende después a los demás.
La bondad amorosa, debemos desarrollarla en torno a…
- Bondad amorosa en torno a uno mismo: Desearnos la felicidad puede ser el mayor acto de amor que nos hagamos a nosotros. Consiste en hacernos amigos de nosotros mismos, convirtiéndonos en un gran apoyo para afrontar los retos de la vida. La bondad amorosa también es el antídoto de la auto-crítica extrema. Saber que nosotros también nos merecemos ser felices, nos hace hallar esa fuente interna infinita de felicidad que todos tenemos, porque has de saber que la felicidad siempre viene de nuestro interior. Nos equivocamos al buscarla fuera de nosotros, en otras personas, en cosas materiales que pueden apaciguar nuestro malestar pero que no nos hacen genuinamente felices. Todo nace desde nuestro interior.
- Bondad amorosa en torno a las emociones difíciles: Nuestras emociones pueden llegar a ser muy intensas y desear que desaparezcan, llegando a reprimirlas o rechazarlas. Tratar a nuestras emociones con bondad amorosa supone volvernos amables con ellas, aceptando su presencia, llegando a atisbar la serenidad y calma que existe detrás de esas emociones turbulentas. Atender a esas emociones difíciles que nos confrontan con lo peor de la vida o de nosotros mismos, es importante porque así nos podemos conocer mejor, de hecho las emociones turbulentas son las grandes llamadas de atención que nos dan la oportunidad de observar la emoción en nuestra mente, cuerpo y corazón.
- Bondad amorosa en torno a los otros: Desarrollar esta profunda emoción hacia otras personas en ocasiones es más fácil que dirigirla hacia uno mismo. Nuestra capacidad de ser amables nos permite establecer vínculos con otras personas y desde nuestro amor podemos ayudar a sanar heridas y el sufrimiento del mundo. La bondad amorosa es una emoción que solo podemos desarrollar en el presente, por lo que sentirla es una práctica más de la atención plena. Cuando cedes tu tiempo para ayudar a otra persona, cuando dedicas un tiempo de tu día a escuchar a alguien, cuando abrazas a alguien que sufre, cuando te das cuenta de lo que otros hacen por ti, cuando perdonas, cuando no te ofendes ante el rechazo de tu ayuda… estás desarrollando tu bondad amorosa.
Ubuntu
Este concepto africano me encantó cuando lo conocí.
Ubuntu es una filosofía de vida que promueve la conexión con los demás, la empatía y compasión, la reciprocidad, armonía y humanidad. Podríamos resumir esta manera de ver a la humanidad, como: “Tu dolor es mi dolor, tu riqueza es mi riqueza, tu salvación es mi salvación”.
Estas palabras nos hacen ver y sentir que tú y yo somos lo mismo, que ambos somos un reflejo de lo que tenemos a nuestro alrededor, por lo que el conflicto no tiene sentido. Ubuntu nos permite comprender la manera en que todos los seres estamos conectados y esa conexión conlleva ciertas responsabilidades con toda la comunidad de la que formamos parte. Así pues, si el sufrimiento nos une al resto de seres, también nos une la alegría y la bondad.
Este concepto nos indica que la vida depende de la cooperación y no del conflicto y la evolución de la humanidad depende de lo que compartamos con otros, pues todos dependemos de otros para subsistir. Por ejemplo, dependemos del sol, la tierra y la lluvia para comer las verduras que nuestro cuerpo necesita, pero también dependemos del agricultor y de quienes distribuyen los alimentos que comemos cada día. Estamos inmersos en una enorme cadena de cooperación de la que nosotros también formamos parte.
Querido lector, ahora ya sabes que puedes ser generoso, amable, altruista y bondadoso. Y que debes cultivar contigo mismo estos tesoros, antes de poder compartirlos con los demás. Recuerda que la vida es cooperativa, no conflictiva.
“Para educar a un niño hace falta la tribu entera”
– Proverbio Africano –


