Vivir desde la bondad no es solo bueno para para nuestra salud mental y emocional, también lo es para nuestra salud física.
Desde hace unos años, se sabe que ser bondadoso, no solo reduce el estrés, sino que hace más fuerte nuestro sistema inmune y nuestro estado de ánimo se regula por la liberación de oxitocina (la “hormona del amor”). Incluso se ha descubierto que la bondad, es capaz de alargar nuestra vida.
Solo por estas razones, desarrollar nuestra bondad es una buena elección.
Uno de los pilares fundamentales de mi infancia (y de la de millones de personas), ha sido el de ser “una buena persona”. Es una creencia y expectativa inculcada por nuestros padres o familiares más allegados. A veces se nos dice expresamente que debemos ser “buenas personas”, otras veces se nos demuestra a través de actos. Y así, generación tras generación, nos convertimos en los custodios del legado de la bondad.
Pero antes de continuar, quiero aclararte qué es para mí “ser buena persona”…
- Ser cuidadosos con los demás, no herir con nuestros actos y palabras.
- No hacer a los demás, aquello que no queremos que nos hagan a nosotros.
- Respetar al otro, comprenderle.
- Ser generosos: estar disponibles para los demás y ayudar en lo posible.
- Ser una presencia calmante, dispuesto siempre a escuchar.
- Ser confiables para que los demás se apoyen en nosotros.
- Ser honesto y evitar en lo posible las mentiras.
- Ser leal y confiable. Evitar juzgar o criticar a los demás.
- Humildad: Conocernos bien y aceptar nuestras limitaciones o errores.
- Ser coherentes entre lo que pensamos, decimos y hacemos.
- Tener paciencia con los demás, evitar ser impulsivos.
- No discutir, no crear conflictos, no gritar.
- Ser empáticos y compasivos con los demás.
- Ser amables, saludar, sonreír.
- Desarrollar la bondad amorosa (desear el bien y la felicidad para los demás).
Sí… es una lista muy larga, llena de requisitos que no siempre podemos (o queremos) cumplir.
La bondad es una de las mejores cualidades que poseemos como seres humanos, pero debemos aprender a poner límites… porque hay personas que pueden aprovecharse de nuestra generosidad y amabilidad. Y cuando eso sucede de manera repetida, podemos llegar a renegar de esta cualidad que nos hace únicos.
Puliendo el diamante de la bondad
Como te decía antes, la bondad es algo maravilloso, es un diamante que debemos pulir para no solo estar disponibles para los demás, sino también para nosotros mismos.
Algunas cosas que creo debemos trabajar sobre nuestra bondad, son…
- Aprender a poner límites: Debemos dar lo que somos… pero con límites. Es muy fácil dejarnos llevar por nuestra empatía y darles a los demás todo… tiempo, presencia, atención, escucha, dinero. Pero si lo hacemos sin control, nos convertimos en una máquina expendedora de cosas buenas para los demás y de agotamiento para nosotros mismos. Poner límites es saludable porque empezarás a pensar en ti en primer lugar, calculando lo que puedes dar al otro sin agotarte, sin llegar al límite de la extenuación.
- Regular el exceso de empatía: La “buena persona” tiene muy desarrollada su empatía, esa capacidad humana de conectar con las emociones de los demás. A veces, la empatía es tan intensa, que nos desconecta de nosotros y nos convertimos en esponjas que absorbemos todas las emociones ajenas. En esos momentos, dejamos de ser nosotros y nos convertimos en las emociones de los demás. Si hacemos esto repetidamente sin regularnos, terminaremos agotados y quemados. Por eso es tan importante cuidarnos para proteger nuestras emociones y empatía.
- Comunicar nuestro disgusto: Una de las cosas que más le cuesta a una “buena persona”, es comunicar lo que no le gusta. El gran temor es generar un conflicto… y nos han dicho que debemos evitar las discusiones. Por eso terminamos aceptando cosas que no son buenas para nosotros. Hay una gran diferencia entre crear un conflicto y comunicar lo que sentimos y necesitamos. Comienza hablando de estas cosas con personas de confianza y después amplíalo a otras personas de tu entorno.
- Limitar la ayuda excesiva a otros: Muchas veces ayudamos a otros para olvidarnos de nuestros problemas o de nuestro propio dolor. De esta manera, solamente estamos enmascarando el problema. Es bueno ayudar a los demás, pero siempre y cuando tú no salgas dañado. Tú eres importante y debes aprender a cuidarte y quererte como cuidas a los demás.
- El “niño bueno” que se ha hecho adulto: Los mandatos y creencias que aprendemos de pequeños, tienen un gran poder. Son los comandos o la programación que guían nuestra vida. Pero como adultos, debemos ser conscientes de que no podemos vivir por y para otros. Nuestra vida es nuestra y debemos enfocarnos en lo mejor para nosotros… aunque no siempre sea lo mejor para algunas personas de nuestro entorno. Se trata de decidir si quiero vivir para mí o para los demás.
Como es dentro, es fuera
Una de las 7 leyes del Universo dice… “Como es arriba, es abajo. Como es dentro, es fuera”. La ley de correspondencia, nos indica que la realidad externa es un reflejo de nuestro mundo interior. Si eres bondadoso con los demás, es porque ese diamante de la bondad también está disponible para ti.
Una de las cosas que más me llaman la atención de ser “buena persona”, es que todo lo que se nos pide, es hacia fuera. Somos bondadosos con los demás, pero no demasiado con nosotros mismos. Y creo que la clave está en desarrollar la bondad hacia fuera y hacia dentro. Ambas son necesarias e imprescindibles.
Creo que muchas veces lo que ocurre, es que se produce un desequilibrio entre dar y recibir… El gesto es el mismo para dar que para recibir, las manos que piden son iguales que las manos que dan. Sin embargo, las “buenas personas” tienden a sentirse incómodas con recibir, mientras que no limitan nunca lo que dan. Para vivir en equilibrio, necesitamos naturalizar el acto de recibir, porque así es como funciona el universo… es resonante y se retroalimenta a sí mismo.
Algunas pautas que comparto contigo para cuidarte mientras eres bondadoso con otros, son…
- Date espacios para ti, para estar a solas… leyendo, escuchando música, meditando, moviendo el cuerpo, escribiendo, dibujando. Tú eres muy importante, cuida tu energía.
- No te critiques ni seas duro contigo mismo. Aprende a desplegar tu compasión contigo mismo, escúchate, apóyate en personas de confianza. No tienes que sostener todo el peso de la existencia tú solo.
- Pon límites. Decir “no” a planes, es cuidarte. Sé consciente de que necesitas descanso y que no siempre puedes estar disponible para los demás cuando te llaman, evita abandonar una actividad para ti si alguien te pide ayuda, puedes posponer quedar con esa persona cuando hayas terminado tus actividades.
- Deja atrás relaciones donde sientes que no puedes ser tú. Cuando interpretamos el papel de “buena persona“, no podemos ser del todo nosotros mismos y muchas relaciones se establecen en base a ser siempre el que está disponible, el que es generoso, al que acudir cuando hay una emergencia, el “Salvador”. Si sientes que algunas relaciones solo tienen interés en lo que les das y no en quién eres, piensa si quieres estar rodeado de personas que no te ven realmente tal y como eres.
Tu bondad es el mayor tesoro, no reniegues de ella pero cuídate para que tu diamante interior brille e inunde el mundo con su luz.
* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA).
“Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien”
– Antonio Machado –

