Los mandatos familiares

La familia es el origen de todo… de ella nacemos, en ella nos desarrollamos y las creencias de nuestros ancestros, influyen en nuestra manera de ver la vida, de vivirla y de sentirla.

Estamos irremediablemente unidos a nuestro árbol familiar, no solo por la sangre… es la energía de cada ancestro, influyendo en la siguiente generación. 

Las raíces genealógicas, se hunden profundamente y nos influyen mucho más de lo que creemos. 

Un mandato familiar es una orden dada por un familiar o demostrada a través de sus actos. Estas órdenes, a veces más sutiles, otras veces menos, nos marcan, nos conforman. Son las leyes que imperan en una familia, generación tras generación. 

El árbol familiar, viene determinado por las raíces, ese es el inicio de nuestra línea familiar. Esas raíces alimentan al árbol, lo sostienen, lo equilibran o desequilibran… porque todo depende de la salud de esas raíces. 

Nuestros ancestros siempre nos acompañan… lo hacen a través de los genes, pero también a través de comportamientos. Porque a veces, se repite una y otra vez, generación tras generación, ciertas situaciones vitales (familiares que se dedican a lo mismo, casos de infidelidades repetidas, muertes inesperadas que ocurren en circunstancias similares o en la misma edad en que le ocurrió a un antepasado).

Esta repetición, suele indicar la presencia de un trauma familiar, nos habla de un gran dolor que ha de ser liberado, resuelto.  La repetición no es más que una manera de poner en orden y solucionar un problema antiguo… pero si hacemos siempre lo mismo, el problema persistirá. Por eso las repeticiones se acaban cuando rompemos con la larga cadena de conductas que siempre llevan al mismo final. 

La familia es nuestro origen, es nuestro principio y nuestro final, pero no estamos condenados a repetir infinitamente ciertos patrones, creencias o conductas… porque todo depende de nosotros y cuando somos conscientes de que podemos sanar el árbol familiar, todo cambia

El nacimiento del mandato familiar

Los mandatos familiares nacen de la experiencia de un miembro de la familia y se consolidan con la repetición en varias generaciones, de las mismas experiencias o por la repetición de la lección aprendida a través de esa experiencia. 

Un mandato es una experiencia que se transforma en creencia y esa creencia, se enseña a la siguiente generación. Esas creencias tienen la función de proteger a las futuras generaciones, es experiencia hecha sabiduría. Pero a veces esa sabiduría, es contraproducente y dañina. 

Las creencias las demostramos y enseñamos de diferentes maneras…

  • Consejos: La primera manera de perpetuar un mandato familiar, es a través de avisos, consejos, frases hechas o creencias. Algunos ejemplos son: “Nunca te fíes de los hombres/mujeres, son desleales”, “Defiende tu dinero porque otros te lo quieren arrebatar”, “El dinero es malo”, “No podrás vivir de una profesión como la pintura o la escritura”, “Tienes que cuidar a los padres cuando son mayores”, “No puedes abandonar a tu hermano si tiene un problema”. 
  • Actos: Esta manera sutil e implícita de mantener un código familiar y una creencia, es aún más fácil de aprender, porque nuestra primera manera de aprendizaje, es a través de la observación. Y los actos y conductas de nuestros padres, abuelos o tíos, se queda grabada en nuestra psique, en nuestro subconsciente. De esa manera, la creencia sobre la deslealtad de otros, se convierte en no confiar en nadie.

Los códigos y mandatos familiares, surgieron para aprender cosas valiosas sobre la vida, de manera rápida. Creo que la intención original de estos mandatos, es proteger a los descendientes del dolor, pero es precisamente eso lo que provocan, porque cada vida es única, cada generación vive las cosas de una manera. Y avisar a los nietos en base a un mundo que ya no existe, provoca mucho dolor. 

De este modo, un acto de amor y protección, se convierte en la jaula en la que estamos encerrados. Porque aunque intentemos vivir la vida desde la perspectiva de un ancestro (padres, abuelos, tíos, bisabuelos, etc.), su vida y la propia serán tan diferentes, que sus creencias no se aplicarán a nuestra realidad. 

Consecuencias de ignorar el código familiar = El destierro, el desarraigo y abandono

Cuando el código familiar se ignora, en muchas ocasiones da lugar a un proceso por el cual se deshereda a quien infringe la ley familiar. Se deshereda no solo económicamente, se deshereda cuando se rompen los lazos que unen a quien rompe el código familiar, se le arrebata el legado intangible de la familia. 

Este legado arrebatado, a veces se puede sentir como un alivio cuando nos alejamos de personas tóxicas o que desean imponernos su manera de percibir la realidad y la vida. Otras veces, lo que se arrebata es una parte de la propia persona, se le marca como ajeno a ese grupo de origen, y eso duele mucho. 

Sanando el árbol familiar

Al igual que el mandato familiar se gesta a través de experiencias y actos, debemos sanar nuestro árbol familiar de la misma manera… rompiendo esas creencias antiguas que nos han limitado.

Y la mejor manera de llevar a cabo esta ruptura, es sintiendo y actuando de manera diferente a como se hizo en el pasado. 

Es importante que la sanación esté libre de culpas, de rencores. Porque se trata de honrar a nuestros ancestros… de darles las gracias por habernos traído al mundo, de habernos dado la oportunidad de vivir, de comprender que no fueron perfectos y aún así hicieron lo que pudieron y supieron hacer. 

No se trata de talar el árbol familiar, se trata de re-estructurarlo, liberando en esa sanación a la generación presente, pero también a la pasada y a la futura. Porque un cambio en el árbol familiar, se extiende más allá del tiempo y del espacio. 

A quienes suelen re-estructurar este árbol familiar, se les suele llamar “ovejas negras”, porque rompen con algo que parecía sagrado en esa familia. La oveja negra debe lidiar con mucho dolor, cargando consigo el dolor de los ancestros y también el dolor de romper algo que parece intocable. 

A veces, podemos confundir la sanación del árbol familiar, con ocupar un lugar y una función que no es nuestra. Esto se produce cuando pretendemos ser los padres de nuestros padres. Ese puesto no es el propio y no lo podemos ocupar. Desear salvar a un progenitor, suele conllevar la pérdida de la propia identidad. 

La sanación del árbol familiar, nace del amor… el mismo origen de los códigos y mandatos familiares. 

Te invito a pensar en los mandatos de tu familia, en esas creencias arraigadas que tal vez compartas o tal vez no. Estas creencias te han conformado como eres pero no tienen que determinar quién serás en el futuro… todo está en tus manos. 

“Honrar a los padres significa tomarlos tales como son”

– Bert Hellinger – 

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